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Biofármacos en Argentina: De la vanguardia a la masa crítica

Esteban Corley y Mauricio Seigelchifer son dos pioneros del sector biofarmacéutico argentino que, desde 2018, dictan un curso en la UNSAM para transmitir su experiencia como fundadores de empresas. En esta nota, abordan el desafío que implica pasar de la academia a la industria y las oportunidades que surgieron con el auge de la economía del conocimiento.

Por Esteban Corley y Mauricio Seigelchifer, cofundadores de pharmADN, empresa parte del grupo mAbxience

En 2018 comenzamos a dar un curso en la Universidad Nacional de San Martín, a partir de la invitación del Centro de Rediseño e Ingeniería de Proteínas (CRIP-EByN_UNSAM). Profesores y estudiantes tenemos en común que provenimos de la ciencia. En nuestro caso hicimos además un recorrido de 35 años en la industria, que supuso toda una serie de desafíos para los cuales no habíamos sido formados. El curso está pensado entonces para hacer menos tortuosa la experiencia de pasar de la academia a la industria, ya sea para desarrollar una carrera profesional, para transferir una patente como investigador o para emprender un proyecto. Nuestro énfasis está en pensar dónde se pueden aplicar los conocimientos, cómo hacerlo de forma efectiva y cómo contribuir a las necesidades de la Argentina, dentro de las propias limitaciones.

La biotecnología es la aplicación del conocimiento científico de la biología para desarrollar productos o servicios. Esos productos en el sector salud pueden ser diagnósticos, medicamentos o vacunas. En este sentido, si bien las biotecnologías se nutren mucho de la ciencia, no son una actividad científica. Por decirlo de otra forma: no es lo mismo hacer un descubrimiento que más tarde impactará a nivel tecnológico, que desarrollar un producto. Las lógicas de trabajo son diferentes y eso se aprecia a la hora de conseguir financiamiento para proyectos de investigación o de desarrollo. Se evalúan diferentes objetivos y modalidades de trabajo.

El grupo de investigadores que descubrió las tijeras moleculares CRISPR ignoraba por completo que la aplicación de este sistema de edición a la biotecnología iba a ser revolucionario. Otro tanto sucedió con el desarrollo de la técnica de PCR, que se usa para todo. Al principio era una técnica engorrosa de difícil aplicación, pero con el desarrollo de enzimas termorresistentes se convirtió en una herramienta fundamental.

Entonces la investigación científica y las biotecnologías tienen un desarrollo paralelo con cruces, pero funcionan con enfoques diferentes. Por ejemplo: muchas de las líneas de investigación más interesantes son las que surgieron cuando se avanzaba en una dirección y se encontró un resultado inesperado. En el desarrollo de tecnología eso no existe. La explicación de por qué no se alcanzó el resultado esperado no resuelve el problema. En cambio en investigación, en algunos casos sí lo hace, porque la obtención de un resultado inesperado, puede ser un gran descubrimiento e inaugurar un camino. Con las tecnologías hay que volver atrás. Es decir que las formas de avanzar son diferentes: en investigación se avanza de manera ramificada, en tecnología en una sola dirección.

En la década de 1980 cuando surgió la biotecnología en todo el mundo, en Argentina estaba mal visto pasar de la academia a la industria. Hoy no sólo no está mal visto, sino que la misma universidad y los sistemas científico-tecnológicos promueven el surgimiento de emprendimientos. Es decir que esa mirada cambió y hace que tenga más sentido cubrir este salto entre la formación académica puramente científica y la oportunidad de armar una pequeña o mediana empresa. Llevar el conocimiento al mercado.

Esteban Corley

A diferencia de cuando empezamos nuestra carrera en la industria, hoy hay aceleradoras de startups y grupos dispuestos a financiar proyectos. Y no se trata sólo de acceso a inversiones, sino también de una red de apoyo. Ahora, los emprendedores reciben capacitación para, por ejemplo, armar su plan de negocios y son entrenados a la hora de hablar con nuevos inversores. Son todas cosas que contribuyen a formar una masa crítica de actores.

La Cámara Argentina de Biotecnología (CAB), en cuya fundación participamos hace 10 años, y que está integrada por grandes empresas como Grupo Insud, Ledesma, Arcor, Molinos Río de la Plata, Laboratorios Richmond, Laboratorios Bagó y Laboratorios Elea, entre otros, abrió un espacio para las startups e incorporó a 34 a la Cámara.

Existen varios emprendimientos argentinos que han conseguido financiamiento de venture capital en USA. Uno de estos emprendimientos que diseña fermentadores por microfluídica consiguió una inversión de 17 millones de dólares y emplea a unas 150 personas. Estos logros generan entusiasmo y dan cuenta de la efervescencia de la biotecnología en Argentina.

Hace más de una década no nos querían dar subsidios para desarrollo tecnológico porque estábamos en el sector privado. Hace años se creó desde la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica los instrumentos FONTAR y FONARSEC, o los beneficios fiscales de la Ley de Bio y Nanotecnología que obtuvo media sanción en el Congreso. No es el mismo país que en el que nosotros empezamos.

El sector biofarmacéutico atraviesa un auge y tiene un potencial que no tenía 30 años atrás. Hay una serie de herramientas tecnológicas y un conocimiento mucho más detallado. La primera tecnología farmacéutica fue, básicamente, sustituir fármacos de origen biológico por proteínas recombinantes: por ejemplo, la insulina de cerdo fue reemplazada por insulina de laboratorio. Después se empezaron a desarrollar proteínas nuevas como los anticuerpos monoclonales, pero hoy todo eso parece antiguo o tradicional. Hoy se piensa en enviar, además de proteínas, un mensajero, un ARN, en modificar o editar genes y personalizar terapias, y todo con una precisión tecnológica que no existía.

Las técnicas más avanzadas que usábamos en el laboratorio de la industria cuando empezamos, como por ejemplo para clonar un virus, hoy son utilizadas por los estudiantes de licenciatura en trabajos prácticos. Asociado con todo esto hay un acceso a la información que no existía. Una anécdota que ilustra este punto: una vez un amigo que estaba en Estados Unidos nos trajo un página manuscrita desde allá y nos dijo “este es el protocolo para purificar rápido”. Hoy el acceso a la información es más inmediato.

Pasar de la investigación a la industria fue un camino difícil, pero nos abrió un mundo. El desafío fue incorporar dimensiones más allá de lo científico: las buenas prácticas con las que no estábamos familiarizados, los presupuestos más grandes, conversaciones con inversores, desafíos regulatorios y de propiedad intelectual, entre otras. Sacar un producto al mercado es una carrera de obstáculos y cada obstáculo es una especialidad. La clave es ser consciente de que uno no sabe todo y recibir información de los que saben sobre cada especialidad.

Un ejemplo: en un Congreso conocimos a un grupo de jóvenes cuyo proyecto consistía en expresar (producir) una proteína con ciertas propiedades terapéuticas, utilizando como plataforma productiva una bacteria llamada Salmonella. Es difícil imaginar que alguna autoridad, aunque pueda demostrarse que en el producto no quedó nada de la Salmonella, vaya a aceptar que se utilice un organismo patógeno en la producción. Desde el punto de vista biotecnológico era fantástico, pero no lo era desde el punto de vista regulatorio.

Mauricio Seigelchifer

Una de las claves por la cual en muchos proyectos industriales nos fue bien es porque dijimos que determinada técnica o proyecto no los sabíamos hacer y nos asociamos con un tercero que tenía experiencia en eso. Otros grupos parecidos a nosotros han dicho “eso es fácil” y todavía lo están intentando hacer.

La formación académica, el conocimiento técnico y científico y biotecnológico es una parte. Hay que cubrir otros aspectos para adquirir una mirada de 360 grados. Además, la producción sobre biotecnología en libros y artículos científicos está en un 99% fuera del país, en países como Alemania y Estados Unidos. Las biotecnologías de esos países tienen cosas en común con nuestras posibilidades y otras que no. Es bueno saber lo que se hace en el mundo, pero también saber qué posibilidades hay acá.

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Nota actualizada el 12 de septiembre de 2022

2 comentarios

  1. ´J-Raúl Benhabib dice:

    Buenas Tardes, soy Farmacéutico y me gustaria asistir al curso sobre Biotecnologia, Muchas Gracias

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