Escuela de Hábitat y Sostenibilidad, Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental

Dra. Ana Tufo: Compromiso con la Ciencia y el Ambiente

En el marco del Día del Investigador Científico, conversamos con la Dra. Ana Tufo sobre su trayectoria, los desafíos de hacer ciencia en Argentina y las oportunidades que ofrece la investigación en temas ambientales. Ana se graduó como Licenciada en Biotecnología en la Universidad Nacional de Quilmes en 2007 y obtuvo su doctorado en Química en la Universidad de Buenos Aires en 2013. Actualmente orienta su trabajo al estudio de la contaminación por metales pesados y al desarrollo de estrategias de remediación ambiental, con especial foco en la Cuenca del Río Reconquista. En esta entrevista, nos cuenta cómo nació su vocación científica, cuál fue su recorrido académico y profesional, y qué la motiva a investigar y buscar soluciones para mejorar el ambiente.

De la Inspiración Escolar a la Biotecnología Ambiental

¿Qué te llevó a elegir la biotecnología como carrera y luego especializarte en química y remediación ambiental?

Realicé mis estudios secundarios en la Escuela Técnica N°1 de San Antonio de Areco, donde tuve la oportunidad de participar en varios talleres prácticos. Hubo dos que me gustaron mucho. En uno, tomábamos muestras del Río Areco y hacíamos análisis básicos de calidad de agua. En el otro, realizamos experimentos sencillos para entender de qué se trataba la ‘Biotecnología’. Fue a partir de este último taller que me interesé por la Biotecnología y decidí estudiar la Licenciatura en la Universidad Nacional de Quilmes. Luego, en el final de la carrera, cursé materias optativas relacionadas con temas ambientales, como Biorremediación. Durante esa cursada, estudié nuevamente la calidad del Río Areco, y esa experiencia fue muy significativa para mí, ya que en la campaña de muestreo participaron docentes y estudiantes de mi antigua escuela secundaria. Esa instancia fue la que reafirmó mi interés por las ciencias ambientales. Cuando me recibí, ya tenía claro seguir una carrera científica, por lo que empecé a buscar posibles temas de doctorado. En esa búsqueda, encontré un doctorado en Ciencias Químicas con aplicación ambiental que me resultó súper interesante, ya que implicaba formarme en un área (química) que estaba bastante alejada de mi formación de grado, aunque después, con el tiempo, me di cuenta de que fue un gran complemento a mi formación. Durante el posdoctorado, me enfoqué específicamente en la temática ambiental, estudiando sistemas naturales contaminados. Finalmente, cuando ingresé a la carrera de investigador, elegí trabajar en remediación ambiental porque creo que integra tanto herramientas de la biotecnología como de las ciencias químicas y ambientales.

 

Una Visita Escolar que Marcó el Rumbo

¿Hubo algún momento o experiencia clave que definió tu vocación por la investigación?

Sí, hubo una experiencia clave que fue reveladora, y ocurrió cuando era chica. Durante un programa de visitas a escuelas secundarias, aún en la primaria, tuve la oportunidad de visitar la Escuela Técnica N°1 de mi ciudad que ya mencioné. En esa visita, tuve la suerte de conocer el laboratorio y ver los experimentos y proyectos que realizaban los estudiantes. Fue en ese momento en el que supe que quería estar ahí, en ese laboratorio, y que quería estudiar para aprender y descubrir muchas cosas más. Esa experiencia fue tan impactante para mí que llegué a mi casa y le dije a mi mamá que quería cambiarme de colegio. Y así fue: me cambié a esa escuela técnica y, a partir de ahí, encontré mi vocación.

 

Desafíos Ambientales y Sociales en la Cuenca del Río Reconquista

Trabajás en la movilidad de metales pesados en aguas y sedimentos, especialmente en la Cuenca del Río Reconquista. ¿Cuáles son los principales desafíos ambientales y sociales que enfrenta esta zona?

La cuenca del Río Reconquista enfrenta múltiples desafíos ambientales y sociales, los cuales están interrelacionados. Desde el punto de vista ambiental, uno de los principales problemas, por ejemplo en la cuenca baja, es la alta carga de contaminantes (metales pesados y materia orgánica) en aguas y sedimentos. Esto se debe a descargas industriales, vertidos cloacales sin tratamiento y escorrentía urbana. Estos contaminantes ingresan a las aguas y con el tiempo se acumulan en los sedimentos. Luego, los contaminantes pueden movilizarse, generando riesgos a largo plazo tanto para el sistema acuático como para la salud humana. En cuanto a los desafíos sociales, la cuenca del Reconquista atraviesa varias ciudades del conurbano bonaerense densamente pobladas. Muchos barrios de la cuenca media/baja conviven directamente con cuerpos de agua contaminados y no cuentan con el acceso adecuado a servicios básicos como agua potable, red cloacal o recolección de residuos, entre otros. Es decir, son sectores de la población muy vulnerables que además están directamente expuestos a los impactos de la contaminación. Generalmente, en los sitios donde estudiamos, ambos desafíos están presentes; por eso, las estrategias de remediación para esta cuenca tienen que ser pensadas no solo desde el desarrollo científico sino incorporando a los vecinos del barrio como parte activa del proceso.

 

Biorremediación y ciencia aplicada: soluciones desde el laboratorio al territorio

¿Cómo impactan los resultados de tu investigación en posibles soluciones para mejorar la calidad del agua y el suelo en el conurbano bonaerense? ¿Qué rol juega la biorremediación en estos procesos y qué avances han logrado en tu equipo de trabajo?

Los resultados de mis investigaciones y del grupo de trabajo al que pertenezco son importantes para el diseño de procesos de biorremediación más eficientes. Buscamos entender los procesos que gobiernan la movilidad de metales pesados en aguas y sedimentos contaminados. Nos enfocamos en comprender las interacciones que ocurren entre los contaminantes metálicos, los microorganismos y los sedimentos durante los procesos de biorremediación, ya que queremos optimizar los tratamientos, analizar el escalado e implementar en el territorio. En los últimos años, uno de los aportes más prometedores fue haber observado que el tratamiento por biorremediación mejora significativamente las características fisicoquímicas de los sedimentos, convirtiéndolos en suelos tratados que podrían ser reutilizados en el contexto barrial. Además, pudimos demostrar que los microorganismos involucrados en la biorremediación crecen óptimamente formando biofilms. A partir de esto, modificamos los parámetros de la bioestimulación del proceso con lo que pudimos alcanzar mayores porcentajes de biolixiviación. También realizamos un análisis fisicoquímico de los sedimentos a lo largo del proceso con el que pudimos identificar ventajas y desventajas asociadas a la geometría de los reactores, lo que permitió mejorar el diseño de futuros reactores a escala piloto. El rol de la biorremediación en nuestras investigaciones es central. Esta técnica aprovecha el potencial de microorganismos especializados (en nuestro caso, comunidades bacterianas nativas del Río Reconquista) para movilizar los contaminantes metálicos que están en los sedimentos y biolixiviarlos a solución. Este tipo de tratamiento necesita espacio, tiempo y cuidado a largo plazo, pero su mayor ventaja es que no requiere grandes cantidades de insumos extras; solo son necesarios los sedimentos contaminados, los microorganismos y el medio de cultivo. Esto es clave en zonas urbanas vulnerables como las de la cuenca del Reconquista, donde no se pueden aplicar tecnologías costosas.

 

 

Puentes necesarios: ciencia, comunidad y políticas públicas

En tu experiencia, ¿cómo es la comunicación entre investigadores, comunidades y tomadores de decisiones?

Este es un aspecto muy desafiante. Por un lado, los que investigamos generamos el conocimiento para planear, diseñar y poner en marcha soluciones prácticas que puedan impactar positivamente en la comunidad. Pero esta información en general no llega de forma clara y directa hacia quienes son los que toman las decisiones. Por otro lado, involucrar activamente a la comunidad y trasladar todo el conocimiento científico adquirido requiere mucho esfuerzo de adaptación y necesariamente debe ser a través de redes vecinales, instituciones o entes de gobierno, entre otras. A pesar de estas dificultades, en mi experiencia, tanto personal como grupal, hemos logrado últimamente una buena interacción con ciertos sectores de la Municipalidad de San Martín. Estas áreas se mostraron interesadas en participar activamente en nuestros proyectos y nos facilitaron el acceso a barrios ubicados en la cuenca media-baja del Reconquista, que están en condiciones de alta vulnerabilidad. En estos proyectos pretendemos diseñar e implementar soluciones ambientales efectivas que sean sostenibles y por eso necesariamente se abordan de forma interdisciplinaria, interaccionando con otras escuelas de la UNSAM. Esto nos permite ampliar nuestros objetivos y enfocarnos en comprender por ejemplo la problemática ambiental desde la perspectiva social conociendo cómo conviven la comunidad barrial con el río o el arroyo contaminado. Esto nos ayuda a comprender sus necesidades y a desarrollar estrategias que los incluyan directamente, ya que son quienes realmente habitan y conocen el territorio.

 

Hacer ciencia en Argentina hoy: entre vocación y obstáculos

¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentás como investigadora en el país?

En el último tiempo, ser investigadora en el país es una situación bastante estresante. El mayor de estos desafíos es el financiamiento, como investigadora joven actualmente no cuento con recursos económicos para sostener mis investigaciones y dependo en parte del apoyo del grupo de trabajo. Estoy en un continuo presentarme a las escasas convocatorias de financiación de proyectos que existen y que por ende son muy competitivas. 

Otro desafío que me atraviesa, es en la formación de recursos humanos, ya que la posición política actual respecto a la ciencia en el país y por sobre todo las condiciones salariales, hace que los becarios terminen su formación (en el mejor de los casos) y decidan abandonar la investigación o la formación académica de postgrado. Esto genera una pérdida muy significativa de recursos y tiempo de formación que van debilitando a los grupos de trabajos que estamos en un continuo iniciar y que no nos permite fortalecernos. 

Por último, a nivel personal, uno de los mayores desafíos que enfrentó como investigadora en Argentina es ser, además, mamá de un hijo con discapacidad. Esto implica sostener a diario los estándares exigentes de la carrera científica, al mismo tiempo que enfrentó un sistema de salud con políticas que muchas veces resultan sumamente desafiantes para las familias que atravesamos situaciones de discapacidad.

 

Mirar hacia adelante: futuro y oportunidades en remediación ambiental

¿Cómo ves el futuro de la investigación en remediación ambiental en Argentina y qué oportunidades creés que hay en el campo?

Dadas las condiciones actuales en relación a las políticas ambientales en Argentina me cuesta imaginar un futuro prometedor. El contexto actual del país y la posición del gobierno nacional respecto a la ciencia, la tecnología y las políticas ambientales van en contraposición al desarrollo de este campo. El futuro en temas como la remediación ambiental no es muy prometedor, a pesar de que es una herramienta muy valiosa por su bajo costo relativo, su enfoque integral y su potencialidad para ser aplicada. Sin embargo, el avance en el desarrollo tecnológico y de las investigaciones locales y a nivel mundial generan herramientas e información de calidad que son una gran oportunidad para seguir investigando en la optimización de los procesos de remediación. El estado de degradación de ciertas zonas urbanas vulnerables como el conurbano bonaerense demandan soluciones de manera urgente que puedan adaptarse a la comunidad que habita estos sitios. Creo que la investigación en remediación ambiental es clave para dar respuestas a esta problemática.

 

Si pudieras soñar con un impacto a largo plazo de tu trabajo, ¿cómo te gustaría que se viera el ambiente en el que trabajás dentro de 20 años?

Mi mayor deseo es que dentro de 20 años ya no sea un tema de investigación tener que ver cuán contaminados están los sedimentos de un río ni planear cómo remediarlo. Sé que este sueño es muy ambicioso ya que casi siempre vamos detrás del problema, es decir siempre estamos tratando de resolver un problema de contaminación que ya se generó. Pero, espero encontrarme dentro de 20 años con que todo el conocimiento científico aportado haya servido para generar herramientas que permitan recuperar los ecosistemas acuáticos contaminados. También sueño con que no sea un gran desafío incluir en la recuperación ambiental la participación comunitaria, científica y de políticas públicas. Por sobre todo, espero que dentro de 20 años ya no existan políticas de desfinanciamiento de investigaciones dedicadas a cuidar, recuperar y proteger el ambiente en el que todos habitamos.

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Nota actualizada el 9 de abril de 2025

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