Escuela de Economía y Negocios
El sector de la biotecnología en Argentina ha construido a lo largo de los años importantes capacidades científico-tecnológicas, productivas y regulatorias que lo convierten en un jugador de peso regional y mundial. Lilia Stubrin (CENIT-EEyN-UNSAM / CONICET), coordinadora académica del nuevo Doctorado en Economía de la Innovación, cuenta por qué es importante pensar desde un marco interdisciplinario el desarrollo de este conjunto de tecnologías para el sistema productivo y científico del país.
En el Seminario de Investigación del mes de junio, Lilia Stubrin, investigadora del Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT- EEyN – UNSAM / CONICET) presentará avances de sus estudios acerca de la actividad biotecnológica en Argentina. En el Seminario indagará sobre los motivos de crecimiento del sector, el tipo de actores que participan, y los desafíos y tensiones asociados al dinamismo de la actividad. Dialogamos con ella para conocer un poco más sobre sus estudios y cuáles son los vínculos con la economía de la innovación, el enfoque interdisciplinario que forma parte de la nueva propuesta académica de la Escuela de Economía y Negocios, inédita en la Argentina y que Stubrin acompaña desde la coordinación académica.
¿Qué es la biotecnología? ¿Está presente en productos de la vida cotidiana fundamentales para la propia existencia?
LS: No hay una única manera de definir lo que es la biotecnología, de hecho co-existen múltiples definiciones. Podría decirse que la biotecnología es en realidad un conjunto de tecnologías cuya aplicación a organismos vivos permite producir nuevos productos, nuevo conocimiento o nuevos servicios. Una característica de la biotecnología, que hace a su vez difícil su definición estricta, es su horizontalidad. Se debe a que la biotecnología no es una industria en sí misma (como la aeronáutica o la farmacéutica) ni se relaciona estrictamente con un conjunto de productos determinados. Una misma tecnología biotecnológica puede utilizarse en distintas actividades económicas para producir una variedad de productos. Por ejemplo: la tecnología de ADN recombinante puede usarse para producir moléculas en la industria farmacéutica, crear nuevas variedades de cultivos para el sector agrícola o modificar microorganismos para producir enzimas industriales en el sector químico. Por eso, la biotecnología es esencialmente transversal, y no puede encasillarse o acotarse a un sector, actividad o grupo de productos determinado. Esta característica es también lo que le da un atractivo particular, dado que potencialmente puede utilizarse para desarrollar nuevos productos en distintos sectores de la economía.
¿Cómo puede caracterizarse al sector de la biotecnología en el país?
LS: Argentina es un país que tiene una industria biotecnológica de larga data. El primer estudio que se realizó sobre la actividad productiva en biotecnología en la Argentina fue en la década del ‘80 y en ese entonces se identificaron 32 empresas que trabajaban a partir de estas tecnologías. Hoy estamos hablando de más de 200 firmas que desarrollan productos, procesos y servicios en sectores de la salud humana y animal, el sector agrícola, el de alimentos, entre otros. Hay que destacar que este sector tiene su origen, y se alimenta, de capacidades científicas en biotecnología en disciplinas afines como agronomía, biología, medicina, entre otras. En Argentina hay más de 50 instituciones científicas que realizan investigación en biotecnología, a lo que se suman la formación de estudios de grado en estas temáticas. Esta base científica es crucial para la emergencia de un sector como la biotecnología, pero es cierto que no es suficiente. Para llevar un desarrollo científico al mercado se necesitan también otro tipo de capacidades como las productivas y regulatorias, acceso a financiamiento y capacidad de vinculación o articulación de las distintas capacidades. Así como el país tiene una estructura productiva con firmas que han acumulado conocimiento y capacidades en el desarrollo y producción de semillas, de alimentos, de productos farmacéuticos y/o veterinarios -logrando en algunos casos dar el salto y/o diversificarse hacia productos biotecnológicos-, también cuenta con agencias regulatorias con importantes capacidades. Es decir, se conjugan capacidades científicas, productivas, regulatorias y también de financiamiento de manera crítica en este sector; si bien en términos internacionales, al compararse con países líderes en biotecnología como Estados Unidos, aún se trata de un sector chico. En términos de cantidad de empresas, ventas, patentes o exportaciones, es un sector pujante que viene creciendo y diversificándose.
¿Por qué es importante observarlo?
LS: En las últimas décadas las denominadas nuevas tecnologías, entre las que se encuentra la biotecnología, como también las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) o los nuevos materiales, fueron percibidas como ‘ventanas de oportunidad’ para que países con estructuras productivas sesgadas a bienes de bajo valor agregado y baja sofisticación tecnológica pudieran diversificarse hacia bienes diferenciados e innovadores. Además el estímulo a la biotecnología se relaciona también con su potencialidad para generar valor en otros sectores. Pensemos en el caso de las semillas genéticamente modificadas, lo que impacta no sólo en las capacidades del sector de semillas para ofrecer bienes diferenciados e innovadores, sino también en una mayor productividad de la producción agrícola. El paradigma de la bioeconomía, muy difundido en nuestro país, tiene también en el centro a la biotecnología como una herramienta para sumar valor a los recursos biológicos disponibles. En Argentina la biotecnología es considerada una actividad prioritaria, señalada como estratégica por los distintos Planes Estratégicos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, por ejemplo.
¿Cómo es la vinculación entre el desarrollo de la biotecnología con el sistema científico?
LS: La biotecnología es una actividad que puede caracterizarse como “basada en ciencia”. Para que haya desarrollo biotecnológico tiene que haber capacidad científica, tanto en el sector público como en el privado. Hay múltiples canales y vías por las que el sistema científico se vincula con la industria biotecnológica en el país: generando recursos humanos altamente calificados, brindando servicios al sector empresario, desarrollando o co-desarrollando conocimientos que pueden ser útiles para innovar en productos y/o procesos, transfiriendo conocimiento formal o informalmente, generando empresas a partir de nuevos descubrimientos e incluso participando en proyectos o consorcios con el sector productivo.
Por mencionar un caso, durante la pandemia, la creación de la iniciativa Unidad Coronavirus entre el MINCyT y el CONICET dio un impulso inédito a la colaboración entre el sistema científico y el sector privado en el campo de la biotecnología para enfrentar la crisis sanitaria. Esto permitió el desarrollo de kits de diagnóstico del COVID 19, vacunas nacionales y tratamientos como el suero hiperinmune.
Desde la perspectiva de la economía de la innovación, ¿cuáles son las áreas de estudio o temas relevantes vinculados al desarrollo de la biotecnología en Argentina? ¿Por qué es relevante?
LS: El herramental conceptual de la economía de la innovación permite ayudarnos a comprender cómo se produce el cambio técnico tomando a la empresa como epicentro del proceso innovativo, y considerando el ecosistema en el que la empresa se inserta. En este sentido, desde la economía de la innovación podemos aportar a entender cómo las empresas locales construyen capacidades tecnológicas y productivas en este sector, qué tipos de competencias e innovaciones se construyen, qué tipos de esfuerzos realizan las firmas, en qué medida las vinculaciones con otros actores del entorno colaboran en la construcción de esas capacidades y qué obstáculos encuentran a la hora de innovar, entre otros ejes de estudio. Este conocimiento es crucial para poder diseñar políticas tanto productivas como científico-tecnológicas que contribuyan a fortalecer la capacidad de innovación y crecimiento del sector.
El Seminario de Investigación se realizará el jueves 30 de junio a las 11 a través de la plataforma Zoom. Inscripción.
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