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El director del laboratorio de Virología Molecular del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas contribuyó con el desarrollo de un ensayo que permite diagnosticar a personas con anticuerpos contra SARS-CoV-2. Se llama CovidAr IgG y es una herramienta útil para el tratamiento más prometedor contra la enfermedad COVID19.
Los medios nacionales celebraron el logro del grupo de investigadores de la Fundación Instituto Leloir, la UNSAM y el CONICET que desarrollaron el primer test serológico argentino de COVID19, en conjunto con la pyme tecnológica LEMOS. El kit diagnóstico se llama CovidAr IgG, fue probado con éxito en más de 5 mil muestras en Centros de Salud de la ciudad de Buenos Aires y ya está registrado en la ANMAT. Diego Álvarez, director del laboratorio de Virología Molecular del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB) de la UNSAM, integró ese grupo y en esta entrevista cuenta cuál es la importancia del desarrollo y en qué consistió su participación.
¿En qué consiste el test CovidAr?
Es un test indirecto que detecta la respuesta del sistema inmune frente a la enfermedad COVID19. Ante la presencia de un cuerpo extraño, como el virus SARS-Cov-2, el organismo de los seres humanos reacciona generando anticuerpos que lo atacan. Cuando una persona es infectada, puede tener síntomas o no, pero su recuperación depende en buena medida de la generación de los anticuerpos. Si se recupera, el virus es eliminado y los anticuerpos permanecen en el torrente sanguíneo. Nuestro test lo que hace es diagnosticar personas ya recuperadas o que fueron infectadas hace más de 14 días.
¿Cómo funciona?
Funciona con la tecnología Elisa y usa muestras de suero de pacientes. El suero es un derivado de la sangre. Se requiere muy poca cantidad, pero de todas formas para obtener el suero se requiere hacer una extracción de sangre. Una vez preparadas las muestras, la tecnología ELISA permite ensayar hasta 96 sueros que se depositan en cada uno de los pocillos de una placa de plástico de Elisa. En esta placa, cada pocillo tiene proteínas del virus que son reconocidas específicamente por anticuerpos contra SARS-CoV-2. Entonces si el suero de un paciente tiene estos anticuerpos, éstos reconocen a las proteínas y quedan retenidos en los pocillos. El resto de los anticuerpos que pueden ser contra otros virus o bacterias no se quedan pegados y se van cuando se lavan los pocillos. El siguiente paso es determinar cuántos anticuerpos quedaron pegados en cada pocillo. Para eso se necesita un segundo anticuerpo, que está unido a una proteína que da una reacción de color. Mientras más anticuerpos hayan quedado pegados, la señal de color va a ser mayor. El paso final es medir esa reacción con un lector.
¿Cuál es la mayor utilidad de CovidAr?
Los test serológicos son útiles para hacer estudios epidemiológicos. Esto implica aplicar el test a cientos de miles de personas. Hay otros test serológicos que funcionan a partir de una gota de sangre y no requieren utilizar la placa Elisa, sino que son tiras reactivas y se hacen de a uno. Esos test son una alternativa interesante para estudios epidemiológicos. Lo más importante de nuestro test es que no sólo indica la presencia de anticuerpos, como el de la gota de sangre, sino que mide la cantidad de anticuerpos, la cuantifica. Esta información es vital para identificar a donantes de plasma. Por el momento, la transfusión de plasma de pacientes recuperados a pacientes infectados es una de los tratamientos más prometedores contra COVID19. Pero no es cualquier plasma. Tiene que ser uno con la mayor cantidad de anticuerpos. Entonces con nuestro test y un test adicional que verifica que los anticuerpos puedan bloquear la infección del virus, ya se puede crear un banco de plasma para tratamientos contra COVID19 en Argentina.
¿Cuál es la importancia de tener un test nacional?
Tiene una importancia en términos de soberanía sanitaria, de no depender del suministro externo en el contexto de esta crisis, en la que los países se disputan estos bienes escasos. También significa un ahorro de divisas y tiene una importancia simbólica: somos unos de los pocos países del mundo capaces de desarrollar este tipo de tecnología.
¿Cuál fue tu contribución?
Mi contribución más importante fue la puesta a punto de la técnica Elisa y en la discusión de los resultados. Trabajé procesando muestras, junto con investigadores del Instituto Leloir, y en la discusión constante con Andrea Gamarnik y Marcelo Yanosky para la puesta a punto. La experiencia que tengo en esta técnica viene de haber desarrollado previamente un diagnóstico para dengue en la UNSAM.
¿Qué significa la “puesta a punto”?
En este caso en particular significa definir qué cantidad de proteínas, qué cantidad de muestra y del segundo anticuerpo (el que se usa para revelar) se va a usar. Esto hay que ajustarlo para alcanzar el mejor desempeño diagnóstico: que el ELISA no se pierda muestras positivas y que no de por positivas muestras que son negativas. Es como hacer una receta de cocina. Si no mezclas bien los ingredientes, aunque tengas los huevos, la harina, el agua y la levadura, la masa no se forma adecuadamente. En nuestro caso, si la técnica no está a punto, implica no distinguir el suero de un paciente que tiene anticuerpos, de otro que no los tiene.
¿Hay algo más que te parezca importante destacar?
Es un proyecto que se hizo entre la FIL y la UNSAM con apoyo y financiamiento del CONICET y del Ministerio de Ciencia. Además la empresa Lemos contribuyó la capacidad de producción de ensayos de Elisa. El resultado son kits que se ponen a disposición del Ministerio de Salud al costo, en esta situación de pandemia. Esto implica un ahorro importante para el Estado argentino, porque los puede adquirir invirtiendo en pesos, y a un valor entre cinco y diez veces más bajo que los kits importados.
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