Escuela de Humanidades, Notas de tapa

400 años de Shakespeare

A cuatro siglos de la muerte del creador de “Romeo y Julieta”, la UNSAM organizó un ciclo especial que incluyó cine, música y espectáculos teatrales inspirados en el universo del autor isabelino. En esta nota, la directora de la Licenciatura en Lengua Inglesa, Gabriela Leighton, reflexiona sobre su legado y aporta algunas pistas para comprender a una de las figuras más cautivantes de la historia de la literatura universal.

Por Magalí Fernández | Fotos: Pablo Carrera Oser

Uno de los muchos misterios que envuelven a William Shakespeare aparece asociado a la vigencia de su obra: casi 400 años después de haber sido forjada, su escritura sigue fascinando a lectores de todo el mundo. Los especialistas sostienen que la universalidad de los temas elegidos por el dramaturgo inglés permite que cada una de sus piezas pueda ser leída e interpretada en cualquier geografía o tiempo, sin perder potencia ni originalidad.

Con un interés siempre renovado, a lo largo de cuatro siglos, las obras de Shakespeare han sido recreadas y traducidas a infinidad de idiomas, géneros y formatos: teatro, poesía, cine, radioteatro, programas de televisión, performances musicales, videoclips y más.

Quienes conocen su trabajo saben que, además de renovar el teatro y la poesía de su tiempo, Shakespeare buscó transgredir los límites de la lengua inglesa creando más de 1700 palabras y expresiones que son utilizadas hasta hoy, como assassination (‘asesinato’), lonely (‘solitario’) o generous (‘generoso’), o las populares to break the ice (‘romper el hielo’), the naked truth (‘la pura verdad’) o much ado about nothing (‘mucho ruido y pocas nueces’), entre otras.

En mayo, la UNSAM decidió conmemorar los 400 años de la muerte del genio isabelino con un ciclo en el Campus Miguelete dedicado a su vida y su obra, además de actividades en la Feria del Libro, en las que especialistas de la Licenciatura en Lengua Inglesa analizaron distintos aspectos de su legado. Allí, la directora del Centro para el Estudio de Lenguas (CEPEL) y directora de la carrera, Gabriela Leighton, definió a Shakespeare como “uno de los escritores más actuales que tiene la literatura mundial, dueño del ‘no lugar’ y el ‘no tiempo’, y creador de una nueva manera de hacer literatura”.

Lectora e investigadora apasionada del consagrado “inventor de lo humano”, Leighton convence: “Sin importar la carrera que uno estudie, siempre hay que leer a Shakespeare. Sus obras proponen un instante de meditación sobre los grandes temas (el amor, el poder o la verdad), con un abordaje que hace que uno se pregunte: ‘¿Quién soy?’”.

¿Qué significa William Shakespeare hoy?

Diría que es el escritor más actual que tiene la literatura mundial. Justamente por esto, es difícil darnos cuenta de lo disruptiva que fue su obra al momento de ser escrita: es muy actual. Ya en el siglo xvi, fue tremendamente innovador. En pleno Renacimiento y pasando al Barroco, puso un énfasis muy grande en el texto, en las ideas y en la profundidad psicológica de los personajes. Yo siempre digo que todo estalla con Shakespeare. Si pensamos en la posmodernidad, su primer antecedente es Shakespeare: el ‘no lugar’ y el ‘no tiempo’, los soliloquios, las opciones múltiples, las tramas paralelas, todo lo que pareció ser el gran invento de la posmodernidad ya lo tenemos en Shakespeare. En cuanto al poscolonialismo, fue un escritor muy arriesgado. Por ejemplo, en El mercader de Venecia, hace una defensa del pueblo judío; en La tempestad, da cuenta de la invasión británica de América. Se trata de un escritor cuyos temas aún hoy siguen siendo los grandes temas que preocupan a la literatura, sobre todo los presentes en sus grandes tragedias. En ellas, la profundidad de tratamiento y de dialogismo que tienen algunas situaciones es increíble; no hay personajes completamente buenos o malos. Esta idea de la búsqueda de la situación compleja, en la que las cosas no son A o B, sino que también hay C.

¿Su vigencia se debe solo a la elección de los temas?

No solo a eso. También inventa un modo de hacer literatura que tiene que ver con la complejidad del tratamiento de los personajes, una manera bastante “real”, entre comillas. Cuando leemos a Shakespeare, no sentimos que estamos frente a un escritor superantiguo o frente a una obra concluida, como sí pasa con otros autores. Con él, en cambio, pareciera que nos hablaran desde hoy para el hoy. El tratamiento de lo femenino en sus obras, por ejemplo, es otro elemento actual. Aparecen los temas de la violencia de género, de la igualdad de las mujeres e, incluso, de su necesidad de parecerse más a los hombres para acceder a otros espacios. Lo que hace con la cuestión del género es muy abarcativo: aparecen personajes homosexuales, tendencias homosexuales femeninas, travestismo; todas cuestiones que en esa época no se hablaban. En Shakespeare hay también una concepción del amor muy interesante: el amor, el abandono y la muerte son tratados en términos muy modernos. Para el público de la época fue un aprendizaje gigante, un teatro totalmente despojado, sin escenografía ni vestuario, orientado a la imaginación y al intelecto. Todavía en esa época, la literatura estaba atada al calendario religioso, a la institución católica; después, estaban las universidades, que tenían a sus autores academicistas, sumamente aristotélicos y esquematizadores. En ese contexto, aparece Shakespeare, que abre teatros públicos. Eso representó tres cosas: la profesionalización del teatro; la separación definitiva del teatro del calendario religioso (Shakespeare era un profundo ateo); y, por último, la inclusión de todo tipo de público, desde campesinos y artesanos hasta burgueses.

En Shakespeare. La invención de lo humano (2002), Harold Bloom dice que cuanto más se leen las obras de Shakespeare, más se comprende que la actitud adecuada ante ellas es la del “pasmo”. ¿Por qué para la crítica y para muchos de sus lectores Shakespeare sigue siendo un enigma insoluble?

El pasmo es el asombro ante el genio. Y Shakespeare es el genio sin reglas. Al siglo xviii le resulta muy difícil comprender al sujeto que no sigue las reglas, que no es obediente. Su texto es tan poderoso que supera toda actuación, incluso con actores malos; después de ver cualquier puesta te vas diciendo: “¡Qué actores! ¡Qué obra!”. Siempre hay suspenso, no te aburrís. Eso es lo que rescata Bloom. Las nuevas generaciones, que están inmersas en la tecnología, siguen apreciando a Shakespeare. Luego de su muerte, y con la llegada de las plagas, los teatros cerraron durante 40 años. En ese lapso, Shakespeare fue olvidado, pero luego los románticos lo rescataron (alemanes e ingleses se pelean por la autoría de este rescate).

Bloom también afirma que en escritores como Shakespeare, Cervantes o Dante hay “sabiduría”, “partes de la verdad”. ¿Qué tienen en común estos autores?

Bloom busca desde hace tiempo conformar un canon occidental europeo con las mayores plumas de todos los tiempos entendiendo que su fortaleza es esa: lo grandes autores tocaron partes de la verdad, alcanzaron la sabiduría y la transmitieron. La noción de “verdad” en literatura es difícil; Bloom elige a Shakespeare para el centro de su canon porque, según él, es el único que puede hablarle a todos: ricos, pobres, nobles, campesinos y artesanos. En Romeo y Julieta, por ejemplo, por un lado hay escenas de comedia que tienen un humor muy bajo y fácil, casi pornográfico, y, por el otro, tiene el alba, que es una construcción poética erótica. Se trata de una obra que puede ser disfrutada por cualquier audiencia, no hay obra para los “cultos” y otra para los “no cultos”. Había mucha gente que no sabía escribir, y él fue muy democratizador en ese sentido. El universo de Shakespeare es inmenso, representa el teatro del mundo.

Bloom dice que Borges es “un escritor fascinante, pero no un creador”…

Bloom se refiere a Borges en términos posmodernos, como autor que hace reflotar viejas maneras de hacer literatura. Por supuesto, Borges incorpora elementos como el laberinto y el espejo, pero Shakespeare inventó la manera de “decir” algunas cosas. Borges retomó viejas maneras, las puso fuera de contexto, mezcladas, y logró una especie de “literatura antigua” del siglo xx. Shakespeare fue distinto; en ninguna de sus obras cuenta nada nuevo: él dice de una manera distinta lo que todo el mundo sabía. Mezcla tragedia con comedia, crea personajes que son a un tiempo héroes y villanos, inventa un idioma (el inglés no estaba estandarizado, era un híbrido, no había una lengua oficial ni una “real academia”; la escritura la encontrabas de distintas maneras). Shakespeare inventó 1700 palabras que se usan en el inglés actual y refranes que usamos como frases en cualquier idioma. Es un autor que inventó la manera de hablarle a todo el mundo.

¿Cuáles son los “grandes temas” de las obras de Shakespeare?

Los grandes temas de Shakespeare son los que luego fueron los grandes temas de la literatura universal; el primero es el amor (entre amantes, entre amigos, entre padres e hijos); la muerte, que para Shakespeare es la nada (la idea cristiana de la vida después de la muerte queda completamente anulada); el dolor y el abandono, ya sea el de una amante, el de un padre o el de un hijo; y el poder, por supuesto, al que considera de muchas formas: el poder del Estado, del dinero, del género, del amor y de la literatura del sueño (para qué sirve ese poder y quiénes son los que lo poseen; los poderosos terminan mal en sus obras, como Lady Macbeth que termina suicidándose).

¿Cómo define el estilo “shakesperiano”?

El estilo shakesperiano es muy característico; casi nadie sabe que sus obras fueron escritas en verso. Shakespeare tiene un gran estilo, ha hecho siete modificaciones al verso blanco [N. de la E.: Forma poética dotada de métrica regular y carente de rima]. Toma el verso y hace una mezcla magistral. Su escritura parece prosa, nadie diría que es en verso. Propone una manera de escribir prosa y verso totalmente innovadora, que tiene la apariencia de un estilo libre.

¿Romeo y Julieta es una de sus obras más populares?

Es una obra que se hizo muchas veces, el cine la tomó, y hay varias versiones. Habla del amor adolescente, de la incomprensión de los padres y de la lucha del amor, del verdadero amor, temas que siempre están presentes. Además, tiene una escritura muy poderosa. Sin embargo, creo que compite con Hamlet, pieza que también tiene el tema de la incomprensión materna con el hijo, pero que agrega las cuestiones de la traición, la venganza y el amor vinculado al sexo. Son las dos obras que más impacto han tenido en el siglo xxi, y nadie las desconoce, haya leído o no, a Shakespeare.

¿Qué opina sobre la puesta en duda de la autoría de sus producciones?

Para mí, eso viene de la imposibilidad que tuvo el siglo xviii de entender a un genio. En esa época no existían los derechos de autor, es decir que Shakespeare no publicó sus obras en vida. Entonces era muy común que el público tomara nota de sus obras para luego venderlas o robarlas y mostrarlas en otros teatros. Shakespeare escribía las partes de cada personaje por separado, para evitar que se robaran la obra. En vida, le publicaron varias ediciones pirata, los llamados quartos, en los que el papiro estaba doblado en cuatro partes, con división en actos y escenas, con todo tipo de inventos y errores. Cuando Shakespeare se retira a Oxford, Ben Johnson (otro genial dramaturgo con el que tenía una relación de amor-odio) comienza a visitarlo y le propone hacer una edición completa de sus obras. Pero Shakespeare muere antes. En 1623, finalmente se publica la obra, pero editada por Ben Johnson. Hoy día, sí se sabe que, en algunos pasajes, está la pluma de Johnson (como en Enrique VIII), que corrigió y modificó.

¿Qué le recomendaría a los que recién empiezan a leer Shakespeare?

La edad ideal para leer a Shakespeare es, sin duda, la adolescencia. Muchas de sus obras son entendidas mejor por los adolescentes que por los adultos, como Romeo y Julieta o Sueño de una noche de verano. Hay que comenzar por las comedias porque son mucho más amigables que las tragedias, aunque no se puede leer a Shakespeare si no se lee una tragedia. Mucho ruido y pocas nueces, El mercader de Venecia, Hamlet, Macbeth. A esas lecturas, hay que encararlas desde el punto de vista de “qué producen en mí esas obras, qué me generan cada vez que termino de leer un acto, en qué me cambian o qué me hicieron ver distinto”. Shakespeare tiene una literatura fuerte, creativa, y aborda todos los temas desde una mirada abierta y sin miedo. Eso es lo más interesante de sus obras.

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Nota actualizada el 16 de septiembre de 2016

2 comentarios

  1. MARCELA DIANA SANSALONE dice:

    Una síntesis perfecta del gran autor y su obra.
    Felicitaciones!

  2. Gustavo javier perez dice:

    Excelente nota. No se menciono a Seneca en relacion con la autoria del Hamlet. Hamlet me parecio mas interesante que la tragedia (comedia mejor dicho) de romeo y julieta.

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