Agustina, Roy y Julián. Así se llaman lxs estudiantes de la escuela secundaria UNSAM que eligieron hacer su práctica profesional en el LabCo (Laboratorio de Construcción), de la Escuela.

Roy habla bajito, pero dice mucho. “Me parece muy linda la universidad, me gustan los talleres. En las dos semanas que pasó en el LabCo, hicimos un banquito de madera”, explica y aclara que le resultó fácil, porque ya habían trabajado con madera en la escuela. ” Cuando termine, voy a intentar hacer otro banquito en mi casa, con las herramientas que encuentre”. Está en el último año de escuela, y piensa que le gustaría estudiar arquitectura.  “Me gusta arquitectura porque me parece que me va a resultar fácil”, dice Roy y cuenta que, además de estudiar, trabaja como cajero en un supermercado, una actividad que le deja tiempo para ocuparse de la escuela.

Julián y su gorra son inseparables. Sus compañeros se ríen y le hacen chistes porque jamás se la saca. “Soy compañero de Roy, tengo 17 años”, se presenta con pocas palabras. “Me gusta estar acá”, contesta cuando se le pregunta si le gusta la universidad, aunque lo que más le gustaría es ser jugador de fútbol. No tiene claro si cuando termine el colegio va a trabajar o estudiar, que le gustó la experiencia de la práctica en el campus. “Me pareció interesante la experiencia, armar planos, usar las herramientas, hacer el banquito. Me gustaría hacer eso arquitectura. No soy bueno dibujando, pero me  gustaría”.  La experiencia de haber pasado dos semanas en el campus les permitió conocer las posibilidades que tienen por delante.

Agustina llega al taller y cuenta que aprendió “un montón de cosas”, que aprendió a usar distintas máquinas, y hacer varios trabajos en madera. Ella también se imagina siendo arquitecta. Cuenta que sabe que no es fácil estudiar en la universidad, porque su hermana está estudiando en la Universidad de Hurlingham. “Sé que lleva tiempo, esfuerzo, trabajo. Pero bueno, si se quiere, se puede”, dice y cuenta que ella repitió un año del colegio, pero que ahora es una de las mejores alumnas.

La experiencia de las prácticas fue de dos semanas, en las que lxs estudiantes – y también sus guías- aprendieron mucho más que cómo hacer un banquito y una cartuchera de madera. Se acercaron a la arquitectura, tomaron la responsabilidad de ir cada día a cumplir con su tarea, conocieron cómo es estudiar en el campus y se fueron contentos con sus creaciones. Y con la oportunidad de entender, además,  con la guía del coordinador, Federico Pastorino, y de los profesores Héctor Heredia y Gabriel Orellano, de qué hablaban cuando hablaban de Arquitectura.

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