Escuela de Economía y Negocios
En la mesa del viernes por la mañana, científicos/as y funcionarios/as dialogaron sobre el rol del estado para la soberanía tecnológica y la productividad. Se resaltó el valor de la gestión y los casos de éxito durante la pandemia, que demuestran porqué las políticas públicas basadas en ciencia universitaria son las más efectivas para dar soluciones a la demanda de un país.
Más de mil doscientos espectadores siguieron en vivo por el canal de YouTube de la Escuela de Economía y Negocios la mesa de diálogo “Transferencia del conocimiento: Casos de éxito en tiempos de pandemia” moderada por Diego Kampel, secretario de Extensión de la Universidad. María Apólito y Mariela Balbo de Desarrollo Productivo, Christian Asinelli de Asuntos Estratégicos, Diego Comerci del CONICET-UNSAM y Santiago Rodríguez del RENAPER indagaron sobre cómo se gestiona el vínculo entre el conocimiento científico, las soluciones prácticas aplicadas a la sociedad y las líneas de financiamiento.
Entre los ejes principales, se manifestó que el sistema científico está dando soluciones inmediatas a los desafíos que impuso el Covid, pero que el proceso de transferencia de tecnología no se da naturalmente: “Es cada vez más complejo y necesita que todos los involucrados lo acompañen, por eso el desafío es sistematizarlo mediante la gestión”, dijo María Apólito, politóloga, investigadora de la EEyN en el Centro Pyme y actual subsecretaria de Economía del Conocimiento en el Ministerio de Desarrollo Productivo. Diagnosticó que es necesario que los organismos que generan conocimiento tengan gestores capacitados para reconocer cuándo un resultado de investigación es susceptible de avanzar en este proceso, “en los que el Estado tiene que estar a la cabeza del esfuerzo con inversión. No es solo una cuestión de recursos sino de gestionar de manera eficaz”, sintetizó.
Más adelante, Diego J. Comerci, microbiólogo molecular, investigador CONICET-UNSAM y propulsor del Chemtest Argentina, acordó en que falta gestión, políticas claras y contar con las instituciones adecuadas: “no han sido pensadas para la transferencia exitosa del conocimiento y ahora estamos viendo un cambio”, respondió. “No hicimos un test de detección de Covid en 45 días porque somos genios, sino porque tuvimos diez años de historia apostando a la ciencia y la tecnología”, advirtió.
Un ejemplo de la operatoria necesaria lo aportó Christian Asinelli, politólogo, subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales para el Desarrollo de Presidencia de la Nación, contó cómo se genera innovación con financiamiento del exterior a través de los organismos multilaterales de crédito. Mencionó, entre otros, el ejemplo del Banco Interamericano de Desarrollo que, a partir de la pandemia, flexibilizó estándares en función de coordinar el trabajo en distintas regiones del mundo. “Se está reviendo cómo modificar los mecanismos para mejorar el esparcimiento del conocimiento: somos dueños de esas instituciones, tenemos voz y voto, tomamos decisiones con ellas y son excelentes medios para trabajar con otros países”, explicó.
A su vez, Santiago J. Rodríguez, economista, ex secretario de ciencia, tecnología y producción en el Ministerio de Defensa y actual director del Registro Nacional de las Personas, dio cuenta de la innovación aplicada antes y durante la pandemia en industrias estratégicas como la salud, la defensa y la seguridad. “En el sistema científico es difícil pasar de la investigación aplicada a un producto vendible e incluso utilizado por el mismo Estado. Las normas de los procesos de compra están pensadas para un mundo de mercados perfectos y homogéneos, cuando el mundo de la transferencia y la innovación es imperfecto”, resaltó. Y profundizo la importancia de que el Estado tiene que apropiarse del conocimiento para la soberanía tecnológica, entendiéndola como grados de libertad para la toma de decisiones, capacidad de modificar sobre lo que se construyó, para hacerlo operable y evolutivo.
Otra cuestión que se destacó fue la potencia que alcanza la transferencia de conocimiento cuando se hace con inteligencia colectiva, según estableció Mariela Balbo, economista, investigadora del Centro Pyme de la EEyN-UNSAM y actual subsecretaria de Emprendedores del Ministerio de Desarrollo Productivo. Citó el término redarquía, acuñado por la Universidad de Salamanca para definir la potencia de trabajar en red que tienen las organizaciones, a lo cual Comerci respondió que se trata del embrión donde todo empezó a gestarse y se refirió a la nueva figura del híbrido del investigador – empresario en la Argentina: “toda gente surgida de la universidad pública y del CONICET pero con la visión empresarial de que no podemos regalar el conocimiento para que se lo lleven otros países. Contamos con la capacidad de apropiarnos de él para transformarlo en valor y que este círculo virtuoso – productivo siga impactando en la sociedad, para ello las universidades jóvenes como la UNSAM son el lugar ideal”, defendió el científico del IIB-UNSAM.
En relación con esta articulación en la que coincidieron todos/as los/as expositores, Apólito concluyó: “La innovación derivada de la ciencia y la tecnología es un factor de competitividad. El Estado tiene que motivar al privado para que éste invierta en investigación y desarrollo con organismos que producen conocimiento”. También mencionó una serie de financiamientos por los cuales el empresario podrá apoyar un desarrollo de su interés, como por ejemplo a través de la Ley del Conocimiento, que ya tiene media sanción de Diputados y sobre la cual el decano Marcelo Paz invitó a la funcionaria a brindar más detalles en una próxima reunión virtual.
Ver charla completa: https://www.youtube.com/watch?v=cxlCP-m-FhI