Escuela de Hábitat y Sostenibilidad, Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental

Día de la Antártida Argentina: ciencia, desafíos y un regreso al continente blanco

Micaela Díaz pasó parte de su infancia en una base argentina de la Antártida acompañando a su padre. Muchos años después regresa para estudiar el impacto de los contaminantes en el ecosistema antártico. En esta entrevista, desde la Base Carlini en la Antártida, comparte cómo es la vida en el continente blanco, los desafíos de su investigación y qué significa para ella ser parte de la Campaña Antártica de Verano 2024/2025 que le permitirá volver a este territorio clave para la ciencia y la soberanía argentina.

 “Parece que vivimos una semana en un solo día”

¿Cómo es un día en la Antártida? Desde lo cotidiano hasta tu trabajo en el campo, ¿qué es lo más desafiante y qué es lo que más disfrutas de esta experiencia?

Un día en la Antártida depende en gran medida de las condiciones climáticas: el viento, las precipitaciones y nuestra tan preciada nieve. Ningún día es igual al otro, y en las horas que estamos despiertos suceden tantas cosas que parece vivir una semana en un solo día.

Una jornada de muestreo comienza temprano en la mañana con el desayuno en la casa principal, en compañía de los demás miembros de nuestra dotación. Si tenemos suerte, ese día los cocineros nos sorprenden con unas deliciosas facturas caseras. Luego, con la autorización del jefe científico, nos dirigimos al área de buceo, donde nos colocamos el traje antiexposición para protegernos de la gélida temperatura de la caleta.

 

 

Una vez en el bote y con la ubicación georreferenciada correctamente, tomamos muestras de agua superficial y de profundidad. Simultáneamente, los buzos se sumergen para recolectar sedimentos con los corers y capturar laternulas. Todo el material se rotula rápidamente y, al regresar, las laternulas se colocan en el acuario con agua de mar recirculada por nuestra bomba. Luego, los individuos se exponen a distintas dosis del analito y se registran las variables ambientales diarias. Este estudio se extiende por cuatro días, al término de los cuales las laternulas son diseccionadas y catalogadas para su posterior análisis en el continente.

Después del almuerzo, procedemos a filtrar las muestras de agua, que luego serán preconcentradas por extracción en fase sólida para su análisis en el HPLC-MS/MS en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental.

En estas latitudes, los grupos científicos llevan a cabo diversas actividades, y el ingenio es clave en sus metodologías, ya que no contamos con la facilidad de un comercio o una ferretería a la vuelta de la esquina. Por eso, es fundamental una preparación meticulosa de la carga y prever cualquier imprevisto. Sin embargo, gracias al apoyo de la dotación, el compañerismo entre colegas y la colaboración de quienes nos asisten desde el continente, nos esforzamos día a día para llevar adelante nuestro trabajo de la mejor manera.

Lo que más disfruto de estar aquí no se puede reducir a una o dos cosas. Sin importar dónde me encuentre, las vistas son impresionantes, majestuosas e imponentes. Por ejemplo, en los primeros días teníamos a elefantes marinos descansando a pocos metros de nuestro laboratorio; ellos, tranquilos al sol, y nosotros, fascinados con su presencia.

La compañía en la base es otro aspecto invaluable. Frente a cualquier adversidad, sabemos que podemos contar con el apoyo de los demás. Todos están dispuestos a ayudar con excelente predisposición. Además, tenemos la suerte de compartir momentos únicos: peñas musicales con guitarras dejadas por antiguos invernantes, salidas de campo, noches de cine o, simplemente, un mate y una buena anécdota.

 

 

La Antártida: un territorio clave para la investigación ambiental

¿Podrías contarnos más sobre tu proyecto específico?

Nuestro estudio se enfoca en la detección y análisis de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) en el entorno de la base Carlini, situada en la península Potter de la isla 25 de mayo, en la Antártida. Específicamente trabajamos con ibuprofeno, paracetamol y diclofenaco. Estos compuestos, de uso frecuente entre el personal de las estaciones científicas, son excretados en altos porcentajes y pueden persistir en el ambiente debido a las condiciones extremas de la región, que podrían afectar la eficiencia de las plantas de tratamiento de efluentes. Como consecuencia, los AINEs pueden acumularse en el agua, los sedimentos y los organismos de la zona.

Para abordar esta problemática, estamos desarrollando y optimizando métodos analíticos que permitan detectar y cuantificar estos fármacos en diversas matrices ambientales. Utilizamos cromatografía líquida de alta eficacia acoplada a espectrometría de masas, precedida de una etapa de preconcentración mediante extracción en fase sólida. Este procedimiento mejora la detección en muestras complejas y garantiza una sensibilidad adecuada en los análisis.

A lo largo de la investigación, también evaluaremos la bioacumulación de los AINEs en organismos expuestos a distintos niveles de impacto antrópico. Este estudio nos permitirá identificar especies centinelas en función de su capacidad de acumulación y sus respuestas biológicas tempranas. Los resultados obtenidos contribuirán al conocimiento sobre la dispersión de estos contaminantes en el ecosistema antártico y su posible impacto ecológico, proporcionando información clave para futuras estrategias de monitoreo y gestión ambiental.

 

Regresar a la Antártida desde otro lugar

La infancia de Micaela estuvo marcada por la Antártida. A los ocho años, invernó en la base Esperanza junto a su familia, en un entorno único donde la vida cotidiana y la ciencia se entrelazan. Aquel año dejó una huella imborrable en su historia y sembró en ella un sueño: regresar algún día. Hoy, dos décadas después, lo hace desde la investigación científica, estudiando la contaminación en las aguas del sexto continente.

 

 

Estás en la Antártida trabajando como científica, pero también tenés una historia personal con este lugar. ¿Cómo se siente volver ahora como investigadora después de haber pasado parte de tu infancia en la base argentina?

Ser parte de la Campaña Antártica de Verano 2024/2025 en la base conjunta Carlini es, para mí, un verdadero honor. Es una experiencia que me llena de alegría, satisfacción y un profundo sentido de superación. Desde aquella dotación de 2004 en la base Esperanza hasta el presente, este camino ha estado marcado por desafíos y aprendizajes, y me siento enormemente agradecida.

 

 

Aprecio profundamente el apoyo de la Dirección Nacional del Antártico y del Instituto Antártico Argentino, que, a través de nuestro proyecto conjunto con el 3iA-EHyS, me brindan la oportunidad de formar parte de la comunidad de mujeres científicas que han dejado su huella en más de 120 años de soberanía argentina en la Antártida. 

Además quiero agradecer a quienes me acompañan en este camino. A mi jefe de proyecto, el Dr. Martín Ansaldo, a mi director, el Dr. Marcos Tascón, y a mi codirector, el Dr. Roberto Candal, por su apoyo y guía. También a mi increíble equipo de trabajo: a la Dra. Sofía Domínguez, a quien le deseo mucho éxito en el sur; a nuestro futuro ingeniero ambiental Francisco Gonzales Bianco; y a todos los integrantes y grandes profesionales del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la EHyS-UNSAM.

Por supuesto acá en la Antártida, compartiendo el día a día en el laboratorio, un agradecimiento especial a Juan Prechi, futuro biólogo de la UBA. ¡Lo mejor para todo lo que viene!

 

 

Si tuvieras que describir en una imagen o sensación lo que significa para vos estar en la Antártida, ¿cuál sería y por qué?

Hace unas semanas, tuvimos la oportunidad de presenciar un atardecer verdaderamente mágico. En ese instante, volví a sentir lo que la Antártida siempre ha despertado en mí: paz.

El cielo, completamente despejado, dejaba que el sol reflejara su luz sobre el mar, formando un sendero dorado que se extendía hasta donde estábamos. A lo lejos, el sonido de los pingüinos, los elefantes marinos y algún gaviotín rompía el silencio. Detrás de nosotros, el imponente cerro Tres Hermanos; frente a nuestros ojos, la inmensidad del continente blanco.

En este lugar, todo parece posible. Para mí, estar acá es como regresar a casa.

 

 

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Nota actualizada el 21 de febrero de 2025

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