LICH - Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas
Desde la apertura democrática, la crítica literaria ha recorrido un camino lleno de debates apasionantes. Se multiplicaron los espacios de discusión que intentan dar respuestas a las crisis políticas y sociales del nuevo milenio a partir de la articulación con otras disciplinas, principalmente la Historia, las Artes, el Cine y la Filosofía.
Gonzalo Aguilar* y Daniela Dorfman**
Imagen: Mariela Scafati, Windows (2011)
En 1983 con el retorno de la democracia, muchos intelectuales volvieron a las aulas de la carrera de letras en la Universidad de Buenos Aires: Enrique Pezzoni, Beatriz Sarlo, Noé Jitrik, David Viñas, Ricardo Piglia y Josefina Ludmer entre otros. Algunos volvían del exilio, otros de la experiencia con cursos privados y participando en revistas críticas con la dictadura como Punto de Vista, dirigida por Beatriz Sarlo. La llegada de la democracia coincidió con el giro textual y la teoría postestructuralista fue una innovación en los estudios literarios con los textos de Barthes, Kristeva, Foucault, Deleuze y Derrida. Este giro venía a revigorizar la crítica textual que tenía una larga tradición en la crítica latinoamericana y que en la Argentina estaba representada por Noé Jitrik y Josefina Ludmer. En ese contexto, estas lecturas llevaron a poner el foco en las construcciones discursivas que fueron fundamentales en el cambio social que se estaba produciendo. En polémica con esta corriente y siguiendo el magisterio del crítico uruguayo Ángel Rama, estaba la sociocrítica, según la denominación de Sarlo y Altamirano, que se proponía renovar la lectura sociológica con la introducción de los aportes de Walter Benjamin, Pierre Bourdieu y Raymond Williams. Fue una década de apertura y debates apasionantes después de los años oscuros de la dictadura.
En la década del noventa con las reformas neoliberales que imponía el gobierno de Menem, hubo una globalización de la academia y los debates estuvieron atravesados por la agenda que, si bien se impulsaba desde la academia norteamericana, recibía inflexiones locales. Tal vez el hecho más importante de esta década, además del crecimiento de la crítica sobre la literatura argentina y latinoamericana (con revistas, congresos y encuentros) fue la creación del Instituto de la Mujer en la Facultad de Filosofía y Letras que inició los estudios de género y que recuperó a muchísimas escritoras mujeres y lanzó una serie de conceptos que en principio estuvieron restringidos al ámbito universitario pero que en el siglo siguiente estarían en la calle y en las marchas contra la violencia machista. En los años noventa también comienza una producción escrita creciente que se expresa en editoriales como Beatriz Viterbo, creada en Rosario por Adriana Astutti, Marcela Zanin y Sandra Contreras, que llevó al libro las tesis de doctorado que comenzaron a defenderse a fines de la década en un ritmo creciente que continúa hasta el día de hoy.
El siglo XXI comenzó con una crisis sin precedentes y la crítica literaria ya no se piensa como un campo específico sino articulado con otras disciplinas, principalmente la historia, las artes, el cine y la filosofía. Las tesis se escriben con un trabajo intenso de archivo y se hace una revisión profunda del pasado y se desempolvan textos, documentos y autores ignorados, olvidados o excluidos. Fue como si la crisis del 2001 nos llevara a formularnos preguntas sobre los fundamentos del orden político y social y a buscar algunas respuestas en la literatura. Cada vez más, en el contexto cambiante de la globalización y las redes sociales que acortan distancias y conectan culturas, latinoamérica como entramado está en permanente redefinición.
En 2015 se abrió en la Universidad de San Martín la maestría en literaturas de América Latina. Imaginada en un principio a partir de los debates sobre literatura mundial, migraciones y ciudadanía y crítica feminista. Tanto en la narrativa como en la crítica se percibe una presencia cada vez mayor de la primera persona, índice de que nuevas voces se expresaban y reafirmaban sus identidades. Con el paso del tiempo, cada vez estuvieron más presentes los estudios sobre diversidad sexual, culturas indígenas, los debates sobre colonialidad y las preguntas siempre presentes sobre literatura, arte y comunidad. La literatura como campo abierto, en relación con otras artes y dialogando con otras disciplinas, incorpora ahora problemáticas ambientales y preguntas por afroamericanismos y nuevas perspectivas nativas. Ecocrítica, geografía, antropología como parte de los debates de la crítica literaria y cultural sobre problemáticas universales desde América Latina.
En consonancia con este 40 aniversario, la maestría y la revista Transas que elaboran los estudiantes con publicaciones sobre temas de su interés y preocupación, apuestan por la producción colectiva del conocimiento y, comprometidas con la democratización del saber, son una apuesta por la pluralidad de ideas y los encuentros afectivos.
*Doctor en Letras. Director de la Maestría en Literaturas de América Latina de la UNSAM.
**Doctora en Letras. Codirectora de la Maestría en Literaturas de América Latina de la UNSAM.
40 años de Democracia y las Humanidades
Esta nota forma parte de una serie de reflexiones impulsadas desde la Escuela de Humanidades con motivo de los 40 años de democracia.
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América Latina, Crítica Literaria, Democracia40EH, disciplinas artísticas, LETRAS
Buenas noches. Quiero inscribirme pero no está la maestría en el link
¡Hola! Podés encontrar información acá: https://www.unsam.edu.ar/escuelas/eh/317/humanidades/literaturas-america-latina. Si tenés alguna consulta, por favor escribí a mliteraturasal@unsam.edu.ar. ¡Saludos!
Cómo puedo acceder a las condiciones para hacer la maestría? Muchas gracias
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