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Arte e industria: Una vuelta por el consumo popular porteño de la primera mitad del siglo XX

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Postales, figuritas, marquillas de cigarrillos, figuras de vidrio, cartografía ferroviaria, manuales, porcelanas y algunos ejemplares de la mítica revista Caras y Caretas. Investigadoras de nuestra Escuela de Arte y Patrimonio estudian la cultura visual masiva que, hace cien años, circulaba por la ciudad de Buenos Aires. Un acervo popular invaluable, ninguneado por el arte hegemónico.

Por Gaspar Grieco. Fotos: Pablo Carrera Oser

Postales y figuritas a todo color, marquillas de cigarrillos, tapices, muebles, porcelanas, figuras de vidrio e ilustraciones satíricas de la revista Caras y Caretas animaban la vida cotidiana de lxs porteñxs de la primera mitad del siglo XX. Este acervo de la cultura visual argentina completamente ninguneado por la tradición artística nacional es el objeto de la investigación “Arte e industria. Materialidades y discursos en la cultura visual argentina en la primera mitad del siglo XX”, llevada adelante por investigadoras del Centro de Investigaciones en Arte y Patrimonio (CIAP) de la Escuela de Arte y Patrimonio (EAyP) de la UNSAM.

“La idea es estudiar la relación entre el arte y la industria, lo masivo y los procesos de producción, que involucran diversos actores”, explica Sandra Szir, investigadora responsable del proyecto y directora del CIAP. “Se trata de objetos que eran consumidos por las grandes mayorías, y que producían experiencias visuales y culturales significativas y afectivas”.

 

Todos estos productos, que se adquirían en kioscos barriales, puestos de diarios y locales comerciales, llenaban de color las calles de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, para el arte canónico y el mundo académico nunca se trataron de verdaderas ‘obras de arte’. “El arte canónico tiene que ver con la pieza única, la obra firmada por un artista, producida con materiales nobles y que circula por determinados circuitos. Estos objetos que estudiamos, en cambio, fueron reproducidos más rápidamente, en soportes menos nobles, con menos costo y para el consumo cotidiano”, detalla Szir, para quien el relato canónico “es un rechazo de lo masivo.”

Debido a su origen comercial y sus circuitos de distribución específicos, muchas de estas producciones se perdieron y otras no fueron conservadas en forma adecuada. Si bien existen repositorios públicos que las conservan, el acervo con el que trabajan las investigadoras proviene, sobre todo, de colecciones privadas de aficionados, que archivaron estos materiales por su importancia estética y documental.

 

Revistas, figuritas y cigarrillos

El semanario Caras y Caretas de la primera mitad del siglo XX logró una masividad tan grande que llegó a repartirse en tiradas de 100 mil ejemplares por suscripción y de forma directa en los kioscos porteños. Con ilustraciones satíricas a todo color y gran cantidad de fotos, fue la primera revista en dirigirse al público de manera informal. “Produjo un fenómeno importante que, incluso, cambió los modos de comunicación periodística”, explica Szir, que también estudia otros periódicos de fines del siglo XIX como El Mosquito y Don Quijote —repletos de ilustraciones políticas y con tiradas de 20 mil ejemplares—, además de libros y manuales escolares,  producciones gráficas de carácter ornamental —figuritas, postales, etiquetas y estampitas— e, incluso, marquillas de cigarrillos de las más de cien fábricas que movían los engranajes porteños antes del arribo de los oligopolios del tabaco.

 

“Con la consolidación de las técnicas de reproducción llegaron el fotograbado y la cromolitografía, lo que permitió una reproducción más masiva del color. Aparecen muchísimos productos que hoy están presentes en todos los campos de la vida cotidiana y que se consumen masivamente. Todos estos objetos tenían una vocación estética, pero no fueron valorados ni por el relato de la historia del arte, ni por la investigación académica, ni tampoco socialmente”, cuenta la investigadora.

Szir realiza sus investigaciones con el apoyo del proyecto de mecenazgo “La persistencia de lo efímero en la memoria gráfica. Clasificación, digitalización y exhibición virtual del Archivo Profumo, patrimonio del Museo de la Ciudad de Buenos Aires”, centrado en la descripción, catalogación y análisis del Archivo Profumo, un fondo que reúne la producción gráfica de la Imprenta Profumo & Hno. Completan el equipo de investigación Andrea Gergich, Catalina Fara, Aldana Villanueva y Ana Bonelli, todas especialistas de la EAyP.

Parte de los resultados de esta línea de investigación pueden verse en la muestra gratuita Las conquistas de lo efímero. Gráfica e industria en tiempos de Caras y Caretas, abierta en el Museo Nacional del Grabado hasta el 1 de octubre de 2023.

 

Los vidrios de Lucrecia Moyano

Lucrecia Moyano, pionera del diseño industrial en Argentina, fue la creadora de una serie de obras artísticas en vidrio para la Cristalería Rigolleau. La reconocida fábrica de Berazategui, fundada a fines del siglo XIX, inauguró su sección artística en la década del treinta. Allí Moyano se desempeñó como directora, aprendió el oficio de los maestros vidrieros y se convirtió en la única mujer del país en dedicarse al trabajo con vidrios.

Los objetos únicos diseñados por Moyano —jarrones con figuras antropomorfas y figuras coloridas de diversas formas y tamaños, entre otros— se producían en la fábrica y se vendían a la par de los vasos, las copas, las fuentes y los platos. Si bien no tenían tantas ventas como los objetos utilitarios, esas piezas contribuyeron a otorgar más visibilidad y prestigio a la fábrica. A tal punto, que llegaron a participar de exposiciones nacionales e internacionales.

 

“Me interesan estos objetos que están entre la artesanía y la industria, y que no están superseriados. Son piezas que parecen utilitarias, pero que no lo son del todo. Parecen una especie de jarrón, pero son figuras antropomorfas o animales. Si las mirás mal parecen jarras”, dice Larisa Mantovani, investigadora del CIAP y encargada del estudio de la obra de Moyano. “Ella jugaba mucho con las transparencias, las burbujas, las formas y el color. Son un poco experimentales porque no conocía el trabajo con el vidrio y lo fue aprendiendo con los maestros vidrieros que sabían la técnica”.

Al igual que las producciones gráficas, estas obras que florecieron entre las décadas del treinta y el sesenta no son consideradas ‘artísticas’ por el campo del arte canónico. “Estudiar estos objetos es muy interesante porque dan cuenta del desarrollo de la industria nacional. Podemos indagar sobre la producción de una fábrica que buscaba no solo vender un montón de producción utilitaria, sino también difundirse desde un plano artístico”, explica Mantovani.

Las obras de Lucrecia Moyano pueden verse en la muestra gratuita Diseño, arte e industria argentinaabierta en el Museo Nacional de Arte Decorativo hasta el 28 de enero de 2024.

 

Vajilla de porcelana

Las artes decorativas y sus modos de circulación y consumo reciben la atención de Florencia Rodríguez Giavarini, que estudia las vajillas de lujo de la emblemática fábrica Porcelana Tsuji y la evolución de la revista Cerámica y Cristal, fundada en 1961 y actual órgano de difusión de la Asociación Técnica Argentina de Cerámica (ATAC).

Los muebles y las vajillas de lujo europeas llegaron a la Argentina en enormes cantidades a fines del siglo XIX y principios del XX. Si bien las producciones seriadas de las fábricas argentinas en un principio emulaban aquellos objetos, en esas producciones había una cuota de argentinidad que se colaba para producir algo nuevo y diferente. “Los objetos decorativos permiten pensar el arte por fuera del canon y reflexionar sobre el hacer, que no es un hacer restringido a ciertas personas tocadas por la varita mágica del arte, sino que hay un despliegue artístico más divulgado, difundido y para nada incompatible con lo utilitario. Son dos vertientes que conforman objetos con distintas características, en algunos prevalece la cuestión utilitaria y en otros la cuestión artística”.

El proyecto de investigación cuenta con la participación activa de las investigadoras Sandra Szir, María Amalia García, Catalina Fara, Isabel Plante, Carolina Vanegas Carrasco, Ana Bonelli, Romina De Lorenzo, Cecilia Durán, Milena Gallipoli, Andrea Gergich, Larisa Mantovani, Giulia Murace, Ayelén Pagnanelli, Florencia Rodríguez Giavarini y Aldana Villanueva.

 

Nota actualizada el 8 de septiembre de 2023

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