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¿Se puede intervenir un diploma emitido por el Ejército cambiando el nombre de la persona que lo recibió? ¿Es trabajo de una restauradora sobreescribir “Tahiana” donde antes decía “Gustavo”? Alejandra Gómez, docente e investigadora de la Escuela de Arte y Patrimonio de la UNSAM, acualizó el diploma de la jura a la bandera de Tahiana Marrone, una veterana intersex que estuvo en la guerra de Malvinas y transicionó de género en 2016. “Fue muy emocionante: cada letra que ponía en esa nueva identidad era un sudor especial, no solo por lo que estaba modificando, sino por lo que sentía que estaba reajustando”.
Alejandra Gómez es profesora de Artes Visuales y Restauración y Conservación en el Centro TAREA de la Escuela de Arte y Patrimonio (EAyP) de la UNSAM, donde ejerce la docencia desde 2004. En 2022 llevó adelante una intervención del diploma de la jura a la bandera de Tahiana Marrone, una veterana intersex que estuvo en la guerra de Malvinas y transicionó de género en 2016. El trabajo consistió en reemplazar, a través de un proceso técnico, el nombre Gustavo Osvaldo y actualizar el documento con el nuevo nombre que la veterana eligió: Tahiana.
El diploma pertenece a Tahiana Marrone, quien estuvo en combate en las Islas Malvinas cuando tenía apenas 17 años y todavía se llamaba Gustavo Osvaldo. El 26 de abril de 1982, Tahiana prestó juramento a la bandera en el Punto de Apoyo Topo, Bahía Fox, de las Islas Malvinas. De la guerra quedaron historias, pérdidas, transformaciones y un diploma amarillento del momento de la jura que quedó apilado en la esquina de un cuarto en la casa de Tahiana en Chañar Ladeado, Santa Fe.
En esta intervención se plasman muchas aristas: la razón de ser de la restauración como disciplina, los límites en los que choca con una intervención artística, las dudas y preocupaciones de lxs colegas de la restauradora y la necesidad de que transformaciones como estas se multipliquen.
“Fue muy emocionante, lo viví con mucho compromiso. Cada letra que ponía en esa nueva identidad era un sudor especial, no solo por lo que estaba interviniendo sino por lo que sentía que estaba reajustando”, recuerda Alejandra Gómez respecto al aporte simbólico que este trabajo representa para la lucha de los derechos de las identidades disidentes en una fecha tan significativa para el país como lo es el Día del Veteranx y de lxs Caídxs en la Guerra de Malvinas.
“Lo único que tenía en mente fue tratar de sobrevivir al otro día. Mi cuestión de género no se me cruzaba. Pasábamos hambre y frío en los pozos. Nos bombardeaban constantemente desde los buques, se sentía como si te pegaran una piña en el pecho. Se sacudía todo como en un sismo”, contó Tahiana al artista Alexis Minkiewicz y la periodista Kinga Sandén.
Minkiewicz y Sandén se propusieron en 2022 contar la historia de Tahiana Marrone a través de un encuentro con ella que dio como resultado una ilustración de la veterana de Malvinas y un relato. Durante el encuentro, no pudieron evitar notar que un cuadro se escondía en una pared de la casa de Santa Fe: “Me da lástima no poder mostrarlo, es que figura mi nombre viejo”, dijo la veterana a Sandén. Alexis le pidió el diploma, lo llevó a Buenos Aires y convocó a Alejandra.
“Me preguntaron si se podía hacer ese trabajo. ¿Se puede restaurar? ¿Se puede cambiar el nombre anterior por su nombre actual, que es el que verdaderamente le corresponde?”, recuerda la restauradora Alejandra Gómez. “Me apasionó la historia, sabía que era un desafío desde todo punto de vista, pero enseguida acepté. Cuando me fui con el diploma bajo el brazo fue cuando empezó el derrotero de la duda, ¿en qué me metí?”.
En el proceso de toma de decisión de Gómez aparecieron muchas dudas que la llevaron a consultar con colegas, estudiantes y compañerxs. “Hacé una restauración digital”, “No deberías hacerlo”, “El original no se interviene, no hagas repinte”, fueron algunos de los comentarios que recibió la restauradora.
La incertidumbre inicial correspondía a la parte legal del proyecto: ¿podía haber algún inconveniente frente a la eventual restauración del diploma original? Alejandra Gómez consultó con una abogada que le aseguró que, al tratarse de un documento personal, no habría obstáculos legales para su intervención.
Una vez atravesada esa primera instancia, llegó el momento de definir qué tipo de intervención iba a realizar: ¿Era una restauración? ¿Era lícito llamarlo restauración? ¿Estaba dentro de los cánones y los preceptos que tan profundo nos han calado a todos los restauradores? ¿Estaba más cerca de ser una intervención artística? ¿Podría considerarse un objeto patrimoniable para una sociedad?
“Una restauración tiene que tener un objetivo: por qué se hace, para qué se hace, para quién se hace. Partimos de la idea de eficiencia. Ese nombre no tenía ninguna eficiencia, no correspondía a nadie en la actualidad. Esa persona ya no tenía ese nombre, con lo cual no era eficiente, ameritaba una reactualización sobre el mismo objeto”, se posiciona Alejandra Gómez.
La restauradora y el artista Alexis Minkiewicz reflexionaron en conjunto sobre las implicancias de trabajar sobre un original y coincidieron en que una restauración ameritaba pensar en lo que significa el procedimiento, en la relevancia que tienen los objetos para una sociedad y, en este caso, para Tahiana. Gómez enmarca su trabajo en las nuevas teorías de la filosofía contemporánea de la restauración que sostienen que la motivación de lxs restauradorxs debe estar puesta en los objetos que tienen un propósito y una carga de sentidos para el ser humano, la sociedad, las comunidades o grupos sociales.
“La restauración debe estar dedicada a los usuarios. Una restauración bien hecha no es la que esté realizada mejor técnicamente. Es la que conforme, la que deje satisfecha y feliz a una mayor cantidad de usuarios, a los que esos bienes patrimoniales son los legítimos destinatarios. Una de las justificaciones es la satisfacción reflejada en la sonrisa de Tahiana”, dice Alejandra Gómez.
Si la restauración como disciplina trabaja sobre las faltas, los espacios vacíos o ausentes, ¿cómo interpreta la restauradora el proceso de intervención técnica que llevó adelante en un diploma que estaba materialmente completo e intacto? “Esas letras que conforman el nombre de Osvaldo Gustavo son un agujero, son una merma, son una faltante. Ella tiene un nuevo nombre, una nueva identidad que amerita ser reconocida también en ese recuerdo tan sensible para ella que es ese diploma”, explica Gómez.
Aún viendo esas letras como una falta, la restauradora decidió no borrar el nombre anterior, sino reintegrar en materia y cromatismo la identidad de género que Tahiana había elegido sobre esa merma simbólica que era su antiguo nombre. Alejandra cuenta que “en ningún tramo borré ni desgasté ninguna de esas palabras. Sobrepuse con un sistema de puntos, las fui tapando en varias capas. Primero para mitigar el color negro de la tinta, y luego con lo que es muy común y diario: una reintegración pictórica cromáticamente”.
Insertar el nuevo nombre requirió la búsqueda de los instrumentos de la época: las letras estaban realizadas por algún escriba del ejército argentino a través de un letrógrafo —un tipo de regla con letras como las que se utilizaban en la escuela—. Alejandra Gómez logró encontrar las plantillas que coincidieran con la dimensión y letra utilizada en el diploma original y pudo reintegrar una por una cada letra.
En el laboratorio de imágenes de TAREA logró ver lo que ella llama “la convivencia de los tiempos presente, pasado y futuro”. Gracias a una cámara multiespectral pudo acceder visualmente a las capas de la intervención en el diploma. Con el registro ultravioleta, se podía observar la superficie y ver las palabras del nombre anterior bien repasadas y de color negruzco. Con radiación infrarroja se observó el nombre Osvaldo Gustavo superpuesto por el nombre Tahiana. Gracias a esa tecnología se observaron ambas escrituras en convivencia, el objetivo principal de la restauradora.
Alejandra Gómez sostiene que el trabajo aún no está terminado, que si bien concluyó la parte material y el diploma está hoy en las manos de Tahiana Marrone, aún queda poder escribir, repensar y reflexionar sobre el vínculo de este proceso con las teorías contemporáneas de la restauración.
Si bien la metodología técnica utilizada, la reintegración pictórica de una superficie, es cotidiana para la restauradora, ella sostiene que: “Este trabajo es y fue muy importante por el cruce de emociones, de tensiones y de decisiones que iba muchísimo más allá de un trozo de material”.