Escuela de Economía y Negocios
“Diario de una temporada en el Quinto Piso”, del sociólogo argentino Juan Carlos Torre, es tal vez uno de los fenómenos más inesperados del género no ficción y el ensayo de los últimos tiempos. El libro circula en manos de políticos, economistas, cientistas sociales, estudiantes y público en general interesado en recordar o entender el pasado reciente. Cruzando la crónica, con la memoria y el ensayo, el libro reavivó las discusiones sobre la política económica actual y sobre la “imposibilidad argentina”, aquella que conduce al país por los mismos infortunios económicos, políticos y sociales, una y otra vez, como en un espiral, un ciclo que finaliza pero que siempre vuelve a comenzar.
Adjetivado como un libro de una “inusitada actualidad”, Torre recorre sus memorias como Subsecretario de la Secretaría de Planificación en el gobierno de Raúl Alfonsín, aquel que inauguró un nuevo proceso político en la Argentina: la vuelta a la democracia. Entre cartas, anotaciones y grabaciones que su misma hermana pasó a papel, el autor describe las vicisitudes a las que se enfrentó la gestión y fundamentalmente el equipo económico. Ejemplo del panorama complejo y la extrema actualidad del libro, es una de las notas del 23 de marzo de 1984, donde repasa un “Inventario de la crisis” enviado al mismísimo Presidente:
(Torre, 2022, p. 70 y 71)
El libro fue y es leído buscando claves para entender la situación que vive actualmente la Argentina. Además, a través de sus páginas se puede conocer a las personas detrás de las decisiones, delinear sus perfiles, entender sus matices y comprender las pujas. Entre quienes formaron parte del equipo económico (Adolfo Canitrot, José Luis Machinea, Mario Brodersohn, Bernardo Grinspun, entre otras) un nombre destaca por sobre el resto: se trata de Juan Vital Sourrouille, quien fue en un primer momento Secretario de Planificación del gobierno (1983-1985) y en una segunda instancia, Ministro de Economía (1985-1989).
Los sucesos a los que se enfrentó por la delicada situación del paìs, junto a las diferentes internas y formas de comprender el fenómeno por los involucrados, también fueron recorridas por el propio Sourrouille en una extensa entrevista realizada en la Escuela de Economía y Negocios y en el primer episodio del Podcast “Voces de Economía” producido por la misma casa de estudios. En la voz del ex ministro se destacan los puntos más excepcionales de una gestión que aún hoy enciende el debate en las aulas universitarias, por ejemplo las discusiones todavía vigentes por la aplicación de políticas de shock como el Plan Austral y el Plan Primavera.
Tanto el libro de Juan Carlos Torre (2021) como las entrevistas a Juan Vital Sourrouille (2017) permiten poner la lupa sobre fenómenos políticos, económicos y sociales que, casi 40 años después, tienen una actualidad que invitan a reflexionar sobre los puntos en común y las diferencias entre el pasado y el presente de la Argentina.
Estabilidad institucional
Ambos hacen referencia a la poca estabilidad institucional con la que tuvo que desarrollarse el gobierno de Alfonsín, allì la corporación militar aparece como un actor que pone permanentemente en jaque la gobernabilidad. Aunque la sociedad pretoriana ya no forme parte de nuestra cotidianeidad, los mecanismos desestabilizadores que enfrentan los gobiernos permiten pensar las dificultades en la ejecución de programas de largo plazo:
“El presidente quiere hablar del futuro, tiene gente ahí que convocó porque quiere hablar de esas cosas pero, cuando tenía un rato para pensar, pasaba esto, que hubo que pasar a retiro a no sé cuántos oficiales porque se estaban levantando en armas contra el gobierno” (Sourrouille, 2017).
“Los golpes militares que fueron capaces de fundar un régimen contaron con la aquiescencia de casi el 50% de la población, en 1955, en 1966, en 1976. Hoy esos apoyos no existen pero los cielos de la vida política no están totalmente despejados porque subsiste el recurso de presión virtual que puede ejercer una corporación unificada en la defensa de sus años en el poder (Torre, 2021, p. 46)”.
Programa económico y gobernabilidad
Si las dificultades económicas como la inflación y los compromisos que el Estado Argentino tenía con los acreedores externos aparecen en las narraciones de Torre y Sourrouille desde el principio, lo más interesante en ambos relatos son los modos en que aparecen representadas estas discusiones y las diferentes miradas que tensionaban a las distintas filas de la Unión Cívica Radical que, aunque persiguiesen los mismos objetivos, entraban en tensión a la hora de definir las políticas: las posturas orgánicas y aquellas más técnicas, chocaban constantemente. Esto generaba extremos inconvenientes en la gobernabilidad y en la imagen que los otros actores percibían del gobierno. Algunas citas que respaldan el estado de situación:
“¿Cómo es posible pensar una política económica sin saber si al cabo de ese ejercicio habrá una autoridad política capaz de llevarla a la práctica? Porque lo que está bloqueando la búsqueda de alternativas no es sólo la incertidumbre técnicamente formulada. También gravita el hecho de que cuando miramos alrededor, tanto en el gobierno como en el partido radical, no se ve quién comparta con nosotros la gravedad del momento que vivimos” (Torre, 2021, p. 79).
“El Austral tuvo un episodio inaudito y repetido: una inflación de más de 2 dígitos mensuales pasó a ser prácticamente de un 1% en los meses siguientes (…) Entonces no se puede negar la satisfacción del primer objetivo que es hacer el shock. Lo que es difícil de transmitir es cuánto uno puede asegurar de la aplicación subsiguiente de las medidas y hacia dónde ellas conducen. Eso no está en ningún plan, uno tiene idea por dónde moverse pero no tiene idea de lo contingente de la situación” (Sourrouille, 2017).
La deuda y el FMI
En tiempos donde la Argentina vuelve a negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para establecer un plan de pagos respecto de la deuda por 45 mil millones de dólares tomada en el 2018 por el ex presidente Mauricio Macri, los entretelones de las discusiones con el Fondo en la década del ‘80 aportan una serie de elementos que permiten pensar: la ciclicidad de la política económica argentina; el lugar de los actores que participan en las negociaciones; los programas económicos necesarios para satisfacer los requerimientos de los acreedores (que distan de los deseos de gobernantes y de sus pueblos); entre otras. Algunos fragmentos que permiten dar cuenta de ello:
“La Argentina estaba en cesación de pagos, en esa época los acreedores eran todo bancos y por préstamos bancarios, no había títulos en el mercado (…) El cartel de bancos estaba ubicado en los Estados Unidos y era, en todos los casos, administrado por el Citibank y contra eso había que luchar” (Sourrouille, 2017).
Equilibrar las cuentas siempre implica empobrecer, Torre lo dice de este modo:
“la contradicción entre la lógica del tributario y esclavo de sus promesas, y la lógica de los técnicos económicos que tratan de colocar bajo control las variables económicas. En ese impasse se encuentra la situación hoy día y la pregunta es ¿cómo se va a llegar un acuerdo con el FMI en estas condiciones?” (Torre, 2021, p.104)
“La Argentina seguía lidiando -como cabeza internacional del grupo- que pedía la quita en la deuda externa. Dado que no había forma posible de hacer una honrosa proyección de balance de pagos que, pudiera satisfacerla sin hacer menguar todas las demás. Todas terminaban en crisis, era insostenible el pago bajo cualquier figura. Las tasas de interés eran mucho más altas que las de hoy. (…) Me viene a ver el intermediario que nos habían asignado y me dice que vamos a ir a una reunión con los que deciden en estos casos, que no es el directorio del Fondo” (Sourrouille, 2017).
El rol del ministro de Economía
Otro de los nodos centrales en los archivos aquí recuperados permiten pensar la figura del ministro de Economía. Los pareceres de Torre en aquel entonces junto a las reflexiones de Sourrouille, más de 30 años después, problematizan el rol de un funcionario central para la vida de un gobierno. Allí aparecen algunos puntos que permiten explicar su importancia pero también la forma en que son siempre observados. Los documentos, una vez más, echan luz sobre las internas presentes en el gobierno de Alfonsín y las pujas por la gestión del Ministerio de Economía. Así lo señala Juan Carlos Torre, respecto de la gestión de Bernardo Grinspun:
“A mi juicio el ministro de Economía es hoy día, un hombre acorralado, presionado desde todos lados, que quiere desembarazarse de las cosas que tiene entre manos y no mira más allá de esta contingencia” (Torre, 2021, p. 96).
Pero también resulta menester el análisis retrospectivo que realiza Sourrouille sobre su función, las facultades que un ministro tiene y las herramienta que la economía provee que distan mucho de las “recetas mágicas” que en la Opinión Pública circulan:
“Bajar la inflación es un problema, pero bajar la inflación implica erradicar la pobreza y dignificar el empleo. Nadie tiene, que yo sepa, respuestas satisfactorias a este tipo de problemas. La ilusión de que un ministro de economía debe tener más poderes de los que convencionalmente ha tenido, inclusive la de ser un natural contendiente por la presidencia de la nación, al menos en la larga vida que yo llevo, está asociado a ese fenómeno que se dio de manera circunstancial en los años 90 y que terminó por instalar la noción del neoliberalismo como ejemplo (…) Eso no anduvo (…) Yo estoy convencido, y eso no me parece mal, si uno quiere ser Presidente de la República tiene que ganarse el puesto en una elección abierta y no a partir de sus antecedentes en el Ministerio de Economía. Yo creo en los partidos políticos, creo que habrá quedado claro a la luz de todas estas intervenciones. Creo que importa mucho más, para el futuro venturoso de un país, el tener partidos políticos sólidos que tener grupos de intereses sólidos, me parece que es una diferencia significativa” (Sourrouille, 2017).
“Hace 30 años dejé de ser ministro de economía, han pasado muchas cosas. Muchas de ellas demuestran que, en verdad, la influencia como ministro en la visión de largo plazo de la historia de este país es siempre circunstancial. Nadie ha logrado una transformación fundamental. Se ha intentado pero, en general, se van cuando deja de irles bien, eso también es cierto, entonces nadie los recuerda con mucho cariño” (Sourrouille, 2017).
“Hoy me comentaba mi hijo, que es economista, las proyecciones que el Fondo dio para Argentina, entonces está la inflación de 2023 en la cartilla ¿Y qué querés que te diga? Si alguien puede acertar la inflación de la Argentina en 2023 es de pura casualidad, no hay conocimiento disponible para imaginar una cosa así” (Sourrouille, 2017).
Sin excepciones
Los pasajes previamente citados demuestran que ambos documentos son materiales imprescindibles para problematizar el presente. La inflación, la deuda con el FMI y otros acreedores externos, la inestabilidad institucional, las expectativas sobre la función del ministro de economía y las responsabilidades que su cargo porta, son sólo algunos de los puntos que muestran coincidencias con muchos de los problemas que enfrenta la Argentina actualmente. Sin embargo, hay otras tantas preocupaciones y discusiones que aparecen en ambos relatos y permanecen vigentes: como la economía bimonetaria; la evasión millonaria; el rol de los empresarios; las dificultades para comunicar los programas de gobierno y generar confianza; los condicionantes externos como los cambios en la tasa de interés a nivel internacional, entre otras. Ambos documentos permiten revisitar el pasado y comprender que no hay excepcionalidad en los hechos, la imposibilidad argentina tiene historia, por lo tanto, para analizar la coyuntura se trata de archivos de vital importancia y consulta obligada.
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