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El Museo Sitio de Memoria de la Escuela de Mecánica de la Armada integra la lista tentativa para ser declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO. La UNSAM apoya la candidatura y varios de sus investigadores trabajaron en la confección e investigación histórica del espacio.
Entrar al Museo Sitio de Memoria ESMA produce sensaciones extrañas. El excasino de oficiales que funcionó como centro de detención, tortura, trabajo esclavo y muerte durante la última dictadura cívico-militar interpela a quienes recorren el lugar desde el comienzo de la visita guiada: las paredes descascaradas, las escaleras interminables, los pasillos, los retrato de lxs desaparecidxs, las frases de los sobrevivientes. “Cuando entro me meten a un lugar como un sótano. En ese cubículo me empiezan a hacer preguntas y como mis respuestas no eran convincentes porque yo no tenía militancia ni actividad política en Buenos Aires. No tenía nada… y los tipos no me creían. Empezaron por las buenas, luego cachetadas y empujones, hasta que me desvistieron y me ataron a un camastro y me empezaron con la picana eléctrica. No me acuerdo precisamente si fue un día o dos”, puede leerse en los paneles del sótano el testimonio de Ana María Isabel Testa en el Juicio ESMA.
Hoy, el museo integra la Lista Tentativa del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO como candidato para ser declarado Patrimonio de la Humanidad. La UNSAM apoya la candidatura e investigadorxs de la Escuela IDAES, la Escuela de Arte y Patrimonio y el Instituto de Arquitectura trabajaron en la elaboración de la muestra museográfica y el dossier histórico para presentar ante la UNESCO.
Ana Testa es una de lxs aproximadamente 140 sobrevivientes de la ESMA, lugar por donde pasaron 5000 detenidxs durante la dictadura. La víctima, querellante y testigo de la Megacausa ESMA destaca la presentación ante la UNESCO: “Que la ESMA sea patrimonio mundial es fundamental. La Argentina tuvo 600 campos de concentración, pero este edificio es emblemático por muchas razones. Cuando se habla del Holocausto lo primero que se te viene a la mente es Auschwitz, eso mismo pasa con la ESMA cuando se habla de terrorismo de Estado en la Argentina”.
Si el museo es seleccionado como Patrimonio Mundial por la UNESCO, entraría en el listado de los seis sitios que hoy reconoce el organismo internacional: Auschwitz-Birkenau (Polonia), campo de exterminio durante el nazismo; Barrio del puente viejo (Bosnia y Herzegovina), ubicado en el centro histórico del Mostar; Genbaku Dome (Japón), memorial de la paz en Hiroshima; Isla de Gorée (Senegal), símbolo de la lucha contra la esclavitud; Robben Island (Sudáfrica), cárcel en donde estuvo preso Nélson Mandela y símbolo de la lucha contra el apartheid; y Muelle de Valongo (Brasil), símbolo de la esclavitud africana en América.
“Pertenecer a un organismo internacional significa que hay cosas que ya no se pueden discutir”, dice Alejandra Naftal, directora del Museo Sitio de Memoria ESMA y amplía: “En la Argentina hay un consenso social realmente masivo del Nunca Más y una visión de este pasado reciente aceptada por la sociedad argentina, pero hay sectores minoritarios negacionistas. El símbolo de lo que fue el terrorismo de Estado en la Argentina y la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia tiene que estar representado en esta lista de patrimonios mundiales de UNESCO, como también una manera de demostrar al mundo que nuestro país dio un paso adelante y que este museo llegó para quedarse”.
Durante la última dictadura cívico-militar, que dejó 30 mil desaparecidxs, la ESMA no fue solo un centro clandestino de detención. Por sus pasillos y cámara de tortura se calcula que pasaron 5 mil detenidxs ilegales, algunos reconocidos internacionalmente, de los que solo lograron sobrevivir alrededor de 140. Desde este sitio desfilaron represores famosos, se pergeñó el plan político del almirante Emilio Massera y se organizaban los tristemente célebres Vuelos de la Muerte.
“La ESMA es el emblema del terrorismo de Estado en la Argentina y en el exterior”, dice Marina Franco, directora de la Maestría en Historia, docente e investigadora de la Escuela IDAES de la UNSAM que participó del proceso de musealización de la ESMA desde 2013, trabaja en el equipo que hizo el armado histórico de la muestra y realizó la parte histórica del informe que se presentará ante la UNESCO.
Franco señala cuatro particularidades que convirtieron al sitio en un ícono del horror: primero su locación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires “permitió que se generen vínculos muy estrechos entre el poder dictatorial, en particular la comandancia de la marina de Emilio Massera, y el centro clandestino, una particularidad que no existió con otros centros”. Segundo, la desaparición y muerte de detenidxs icónicos, como el periodista Rodolfo Walsh, las monjas francesas Alice Domond y Leonie Duquet y la estudiante sueca de 17 años Dagmar Hagelin que “hizo que la Esma adquiera visibilidad internacional durante la dictadura”. Tercero, la presencia de represores famosos como Alfredo Astiz, Jorge “el Tigre” Acosta y Adolfo Scilingo, entre otros. Y cuarto, la Megacausa ESMA: “las causas judiciales y el proceso de recuperación del sitio durante el kirchnerismo hizo que la ESMA adquiera una gran visibilidad pública en la Argentina y el exterior. Sobre una historia que explica su importancia, el proceso de memoria posterior y el proceso judicial aumentaron esa visibilidad”.
Un aspecto único del sitio ligado al plan político de Massera fue la condición de mano de obra esclavizada a la que se sometía a los detenidxs. En la planta alta del edificio, al lado del sector denominado “capucha”, en donde se alojaba a los detenidos en cubículos individuales de unos tres metros cuadrados, funcionaba una mini oficina que simulaba una redacción periodística llamada “pecera”. Allí se obligaba a lxs detenidxs a redactar comunicados a máquina de escribir, leer prensa extranjera, hacer recortes de diarios, falsificar documentos, impresión de fotografías, impresión de facturas, escrituras y firmas, entre otras tareas gráficas.
“Esa particularidad que los militares llamaban ‘proceso de recuperación’ es una de las más relevantes y espeluznantes de la ESMA. Las víctimas tenían que demostrar que estaban abandonando sus viejas convicciones militantes y esto se manifestaba en hacerlos realizar tareas vinculadas al proyecto político y económico de Massera”, explica Franco.
Ana Testa fue víctima y testigo de esa atrocidad: “Yo estuve parte del año ‘80 escribiendo a máquina y me hacían pasar muchas cosas a máquina. Estuve en la ESMA ‘79 y ‘80 y el genocida Ricardo Cavallo me decía constantemente ‘vos si que tuviste mucha suerte, porque fue un privilegio que estés acá. Allá (Campo de Mayo) te hubieran matado directamente’. Cuando me largaron me llamaban día por medio, me hacían ir a Buenos Aires y hasta vinieron a San Jorge (Santa Fe) para controlarme, para saber qué hacía y si seguía vinculada a la contraofensiva montonera”.
Otra de las atrocidades que se cometieron en la ESMA fue el martirio al que se sometió a muchas mujeres. No solo las abusaban sexualmente, también las obligaban a mantener relaciones de género que simulaban una cierta estabilidad de pareja con sus represores y las presentaban como ‘sus mujeres’ entre colegas. No hay registros ni denuncias de esas prácticas en otros centros clandestinos.
El Museo Sitio Memoria ESMA -que funciona bajo la órbita de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación- se inauguró el 19 de mayo de 2015 bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. En diciembre de ese mismo año se elevó un petitorio al Comité Argentino de Patrimonio Mundial para que el museo integre la lista tentativa argentina de los bienes que quiere declarar el país patrimonio ante UNESCO. En 2017 el comité argentino aceptó al museo en la lista tentativa y envió sus cuestionarios y requerimientos administrativos, burocráticos, políticos y diplomáticos.
Los especialistas acaban de terminar el documento que piensan presentar voluntariamente ante UNESCO en septiembre de este año. “Nosotros nos presentamos con un valor negativo que es el terrorismo de estado basado en el delito de la desaparición forzada de personas y el campo de concentración como una herramienta de esas practicas genocidas, y un valor positivo que es el consenso social en la búsqueda de justicia”, cuenta Alejandra Naftal, directora del museo.
Luego de la presentación formal, UNESCO cotejará que se haya respondido técnicamente a todo su cuestionario y enviará todas sus observaciones. Entre febrero y septiembre de 2022, los inspectores visitarían el museo para controlar que todo lo detallado en el Dossier se ajuste a la realidad. Si todo resulta positivo, en junio del 2023 se reunirían los representantes de los 21 países que conforman el Comité de Patrimonio Mundial de UNESCO para votar.
“El Museo es el resultado de muchos años de lucha del pueblo argentino, del movimiento de derechos humanos, de las Madres y Abuelas, y de las políticas públicas de memoria, verdad y justicia. La ESMA, por la historia que tiene en el campo de las denuncias de sus sobrevivientes, por la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por ser prueba judicial en los juicios que se llevan adelante y por ser transformada en un sitio de memoria sin alterar arquitectónicamente el edificio reúne un montón de condiciones simbólicas, prácticas, documentales y testimoniales para ser declarada patrimonio mundial”, dice Naftal.
La candidatura recibe el apoyo de más de 150 asociaciones y organismos nacionales e internacionales, entre los que se destacan la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, el Senado de la Nación Argentina, el Museo Memoria y Tolerancia (México), la Misión Permanente de Nicaragua ante las Naciones Unidas (Nicaragua), la Comisión de Ciudadanía y DDHH el Parlamento del MERCOSUR y la Federacion de Asociación de Personal de la Función Pública del Cantón de Friburgo (Suiza).
El Instituto de Arquitectura, la Escuela IDAES y la Escuela de Arte y Patrimonio de la UNSAM fueron convocados en 2013 como miembros del equipo encargado de llevar adelante la propuesta del Sitio Museo de Memoria de la ESMA. Todos los miembros del equipo mantuvieron reuniones constantes con diversos organismos de derechos humanos para lograr generar un espacio en el que todos se sientan representados.
Por parte del Instituto de Arquitectura participaron los docentes Roberto Busnelli, Fabián de la Fuente, Martín Capeluto y Alberto Fainstein. “El edificio es prueba judicial, por ende no se puede alterar en su estructura. Hay testigos de la causa ESMA que siguen yendo con el juzgado a hacer reconocimientos, entonces eso nos impuso características especiales al momento de encarar el proyecto”, cuenta Busnelli.
No fue una tarea sencilla. Cada avance del proyecto debía ser reportado a la unidad de fiscales y al juez de la causa para que aprueben cada movimiento dentro del sitio y todas las fotos, audios y testimonios que figuran en el museo son extraídos de los expedientes de los juicios de la megacausa. “Esa fue una idea estratégica para blindar al proyecto, porque esto está sujeto a discusiones ideológicas que lamentablemente hoy se siguen manteniendo. Para evitar que el museo sea tomado solamente como ideológico y atacado en su contenido se decidió que todo lo que esté ahí haya pasado por el juicio. Si el testimonio está en la causa, está validado por la Justicia”, explica Busnelli.
Ana Testa, quien también es arquitecta y militante por los derechos humanos, integró el equipo del proyecto del museo desde su formación. “Siento una gran alegría. Yo me considero protagonista desde el primer día que surgió la idea, cuando un grupo de organismos me llamaron para contarme que querían hacer un museo y yo pensé al instante que no se les podría haber ocurrido una idea mejor”, comenta.
Carolina Vanegas Carrasco, docente de la Escuela de Arte y Patrimonio resalta la importancia del apoyo de la UNSAM a esta iniciativa: “La decisión de la UNSAM resulta de gran trascendencia para nosotrxs no solo como comunidad universitaria sino como ciudadanxs argentinxs y latinoamericanxs. En efecto, el Museo Sitio de Memoria ESMA sería el primer sitio de la región en ser declarado por la UNESCO dentro de la categoría que ha venido nombrándose como “Patrimonio del Nunca Más”. La creación del museo y la preparación de la candidatura, son fruto del trabajo de un equipo interdisciplinario amplio y diverso, en el que participaron varixs docentes de la UNSAM, y también son el resultado de una sostenida labor de consulta y participación, dos aspectos fundamentales en estos procesos y que dan cuenta de su representatividad”.
Desde su inauguración en 2015, el museo es visitado por grupos de colegios, universidades, organismos y toda la comunidad. Ana Testa acompaña a los visitantes en numerosas oportunidades y sostiene que la difusión del pasado reciente es el rol de los sobrevivientes: “A mi me fascina y me llena de emoción poder transmitir todo eso. Para algo servimos. Aunque ellos no lo hubieran querido, para algo pudimos quedarnos con vida”.