Escuela de Política y Gobierno
A un día de la elección presidencial en Estados Unidos, el analista político y profesor de la Maestría en Política y Gobierno de la Escuela de Política y Gobierno de la UNSAM evalúa el escenario electoral, los estados clave y la posibilidad de que Donald Trump no reconozca una eventual derrota.
El martes 3 de noviembre tendrá lugar la quincuagésimo novena elección presidencial en Estados Unidos. En un contexto particular, marcado por la pandemia y el estallido de la cuestión racial, el profesor de la Maestría en Política y Gobierno de la Escuela de Política y Gobierno (EPyG) de la UNSAM Juan Negri nos ayuda a entender las claves de este proceso electoral protagonizado por al actual presidente Donald Trump —que busca la reelección— y el contendiente demócrata, Joe Biden.
¿Cuáles fueron los temas de discusión más relevantes de la campaña y más influyentes de cara a la elección?
Los temas que dominan la campaña para los votantes duros de Trump tienen que ver con el giro conservador: la promesa cumplida de reducir los impuestos y poner jueces conservadores en la Corte Suprema. En cuanto a los votantes anti Trump, los intereses apuntan a sacar de la presidencia a un líder divisivo y polarizador. Sin embargo, para la gran mayoría de la población estadounidense —el votante medio—, el tema sobresaliente es la gestión de la pandemia, la respuesta caótica y desordenada de la gestión Trump y los efectos económicos. Posiblemente, ese sea el tema que domine la elección y que dominó las preferencias electorales. Hasta fines de 2019, Trump era el favorito para ganar las elecciones, pero su desempeño frente a la avanzada del COVID-19 terminó inclinando la balanza. Hoy, el candidato demócrata cuenta con una ventaja, no abrumadora pero significativa, en varios de los estados.
¿Cómo considerás que va a impactar el conflicto racial? ¿Jugará un rol relevante en la movilización de votantes negros a favor de Biden?
La cuestión racial es un tema muy sensible en ese país. Estados Unidos es una sociedad construida sobre el racismo estructural, sobre la necesidad de integrar el país a una región esclavista, y este conflicto no empieza con Trump. Pero su manejo de esta cuestión generó amores y odios. Sin dudas, el Black Lives Matter atraviesa toda la campaña. El Partido Demócrata suele beneficiarse con la mayor parte del votante afroamericano, con lo cual, no deberían verse demasiados cambios en ese sentido. Sí es probable que haya una mayor movilización de votantes afroamericanos que, ante la situación que está viviendo el país, decidan ir a votar, y esto puede jugar a favor de Biden.
Pese al contexto de la pandemia, hubo un número récord de voto anticipado. ¿Cómo se explica este fenómeno?
La percepción en Estados Unidos es que esta elección es muy importante, que hay mucho en juego, tanto para los sectores conservadores como para los más progresistas. La presidencia de Trump fue un factor divisivo muy importante. Cuando la percepción es que hay mucho en juego, la participación aumenta. Esto ocurrió, por ejemplo, en 2008, con la elección de Barak Obama en el contexto de la guerra en Irak y la crisis económica. En este sentido, la mayor participación de voto por correo tiene que ver con eso y también con la pandemia. Es decir, sectores que prefieren votar anticipadamente antes que ir a alguna de las estaciones de votación, como medida preventiva. Pero, sobre todo, tiene que ver con la alta polarización. Estamos frente a una muy alta participación y la pregunta es si será récord, si llegará al sesenta y pico por ciento, como la elección de 1960, que fue la más alta de los tiempos modernos.
¿Cuáles serán, en tu opinión, los estados clave (swing states) en esta elección?
Señalaría, en primer lugar, a Pensilvania, acompañado en segundo lugar por Wisconsin y Michigan. Estos tres estados del medio oeste de los Estados Unidos son tradicionalmente demócratas por su alto peso obrero pero, sin embargo, en 2016 le dieron el triunfo a Trump. La ventaja de Biden y del Partido Demócrata en Wisconsin y Michigan es significativa y parecen ser favoritos. En Pensilvania, la ventaja que tiene Biden es clara, pero no es abrumadora. Por lo tanto, todo parecería indicar que Wiconsin y Michigan serán demócratas y que Pensilvania en principio también, pero son claves para mirar a la noche. Si Trump hace una buena elección en esos estados, probablemente Biden tenga una mala noche y Trump una muy buena.
Otros estados tradicionalmente muy competitivos son Florida, Carolina del Norte y Ohio, que están para cualquiera. Si Biden hace una muy buena elección allí, esto también posiblemente le anticipe una muy buena elección. Hay un tercer conjunto de estados que tradicionalmente eran republicanos y hoy están más competitivos: Texas, Georgia y Arizona. Estos estados hoy están en juego y, si a Biden le va bien allí, probablemente también anticipen una buena performance en la elección.
Trump dijo varias veces durante la campaña que los votantes republicanos deben cuidar su voto, y alertó sobre un posible fraude electoral (sobre todo por el voto por correo). ¿Se corre el riesgo de que el presidente de los Estados Unidos no reconozca un eventual triunfo de su adversario?
Lamentablemente, estamos viendo cosas que en Estados Unidos antes eran bastante impensadas, y algunas de ellas son las declaraciones del presidente de no reconocer un eventual triunfo de Biden o las dificultades que tuvo para reconocer que podría perder. Esto abre la puerta a una serie de inconvenientes que podrían darse en la noche de la elección.
En estados donde la elección se dirima por muy poco, podríamos llegar a ver casos de supresión del voto, de impugnación del voto, impugnaciones de los votos por correo, pedidos de recuento y, eventualmente, judicialización del resultado y definición de la Corte Suprema o las cortes estaduales. Todo esto genera un halo de ilegitimidad al resultado, de conflicto, de polarización que no anticipa algo bueno y que no es bueno en sí mismo.
Ocurra o no todo eso, la elección va a transcurrir en un clima hostil que es bastante inédito en los siglos XX y XXI estadounidenses —este clima de violencia era más común en el siglo XIX—. Lo que caracterizó a Estados Unidos en el siglo XX fue cierta civilidad en los procesos electorales, algo que parece estar en juego en esta elección. Pensemos que, en el año 2000, un presidente —Al Gore— que sacó más votos que el otro —George W. Bush— aceptó perder a través de un fallo de la Corte Suprema y no hubo violencia. Hoy no parece que estén dadas las condiciones para que algo así ocurra de modo pacífico.
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