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Crímenes de familia: Un éxito nacional dirigido por un profesor de la UNSAM

El largometraje de Sebastián Schindel, docente de la Licenciatura de Cine Documental, es una de las películas más vistas en Netflix Argentina y Cine.Ar. Basado en hechos reales, el policial devela la violencia machista y clasista de la sociedad argentina. Romina García Hermelo y María Méndez, especialistas de la Dirección de Género y Diversidad Sexual de la UNSAM, y Alejandro Tullio, decano del Instituto de Ciencias Jurídicas, analizan la producción.

Por Florencia Maseda y Solana Camaño

Gladys se despierta confusa en un hospital. Se encuentra sola y esposada a la cama. Llegó desde Misiones para trabajar como empleada doméstica “cama adentro” para una familia porteña de Barrio Norte. Ahora la acusan de un crimen que pareciera no comprender del todo.

El personaje interpretado por Yanina Ávila muestra con contundencia la realidad de muchas mujeres jóvenes que son trasladadas a casas “de familia” como mercancía para dedicar su vida a cuidarlas. Para Romina García Hermelo, especialista en educación en géneros y sexualidades de la Dirección de Género y Diversidad Sexual (DGyDS) de la UNSAM, este personaje “visibiliza lo que la teoría feminista denomina la ‘simultaneidad de opresiones’: cómo los sistemas de opresión —patriarcado, capitalismo y colonialismo— se combinan en las existencias de las mujeres”.

Alicia, interpretada por Cecilia Roth, es una mujer de clase media alta cuya posesión más preciada es su buen nombre. Su reputación, que cuida con recelo, es mancillada por el encarcelamiento de su hijo, acusado por su expareja de intento de homicidio. El personaje de Roth hará todo lo que esté a su alcance para sacar a Daniel (Benjamín Amadeo) de la cárcel.

A lo largo del relato, su personaje atraviesa un proceso de transformación. Primero, Alicia niega rotundamente la posibilidad de que su hijo pueda ser capaz de violentar a su expareja y está convencida de que Marcela, interpretada por Sofía Gala Castiglione, utiliza la vía judicial para “castigar” a Daniel. Bajo esta creencia y la imperiosa necesidad de salvar la imagen de su familia, Alicia apela a todos sus recursos para probar la inocencia de su hijo.

A diferencia de Amadeo, Gladys no tendrá los mismos privilegios de clase y su destino se resolverá sin objeciones: será encontrada culpable por asesinar a un bebé que no recuerda haber parido y será sentenciada a 18 años de prisión.

La figura legal de Homicidio Agravado por el Vínculo tiene una pena mínima de 8 años y reclusión perpetua de máxima. El decano del Instituto de Ciencias Jurídicas (ICJ) de la UNSAM, Alejandro Tullio, señala: “Si Gladys hubiera hecho lo mismo en 1984 o en 1924, el máximo de la pena hubiese sido de 3 años”.

Al crimen se lo denomina infanticidio y, hasta 1994, estuvo incluido en el Código Penal Argentino (Artículo 81, Inciso 2) como homicidio atenuado, dados los elementos psicológicos y de clase implicados. “Cuando se elaboró el proyecto de norma en 1872, la sexualidad previa al matrimonio era motivo de estigmatización, por lo que la ley atenuaba la pena de quien cometiera un homicidio en el momento del nacimiento o en forma inmediata posterior”, explica Tullio. Para el especialista, si bien el concepto tenía fundamentos patriarcales y buscaba reproducir un modelo de femineidad maternalista y un tipo de familia dado, “su derogación en 1994 por presión de sectores clericales produjo una injusticia flagrante”.

 

En el caso del personaje de Gladys, la defensa basa su argumento en la negación: producto de una violación, ella no comprende su embarazo y, por lo tanto, no puede tener noción de sus actos. En la película, este mecanismo es explicado por una psicóloga social —interpretada por Paola Barrientos— durante el juicio. “Se trata de un mecanismo de defensa para mantener lejos algo de la realidad exterior que se percibe amenazante. En otras palabras, se pretende evitar el impacto psíquico de la realidad externa porque se la percibe como angustiante”, amplía María Méndez, psicoanalista de la DGyDS.

Gladys no tolera la angustia de una maternidad que puede costarle su único medio de subsistencia y Alicia niega la posibilidad de que su propio hijo sea un violador. Para Méndez, es importante destacar que no se rechazan los hechos, sino sus consecuencias: “Se reemplaza una realidad por otra, la recíproca, y se evitan las consecuencias de la primera”.

Con respecto al abordaje judicial —real y ficcional—, Tullio observa que los elementos referidos al estado psíquico de la acusada y a sus dificultades expresivas no se consideran en ningún momento. “La defensa oficial —aún con buenas intenciones— no confronta con la calificación del hecho y la legislación vigente no otorga muchas herramientas para hacerlo”, dice.

En ese sentido, el abogado y docente señala la necesidad de visibilizar el problema y promover la puesta en marcha de mecanismos que permitan restablecer la figura atenuada del infanticidio, adecuada a nuestros días. “En lugar de fincar la finalidad del homicidio en ocultar la deshonra —que en sus orígenes habrá sido bienintencionada, pero es anacrónica— debería considerarse el origen violento del embarazo proveniente de una violación y las condiciones psicológicas de personas que, aún en condiciones de saber lo que están haciendo, no pueden representarse internamente la comisión de un delito”, argumenta.

La película de Sebastián Schindel convoca a dejar de pensar la maternidad como un destino inobjetable. A su vez, muestra los matices presentes en el acto de ser madre. “La película inspira a reflexionar acerca de las múltiples maneras de habitar la maternidad. Lo ideal sería que el Estado acompañe las decisiones de no maternar, que también son decisiones políticas”, señala García Hermelo.

El personaje de Gladys no solo pone el foco en los privilegios que existen entre mujeres de distintas clases sociales: también propone interrogar y poner en juego los mensajes que se construyen desde los feminismos. García Hermelo señala que el personaje de Ávila encarna una mujer totalmente contraria a la que hoy postulan los feminismos. “Si bien hay una línea que viene tratando de potenciar el plano de las sexualidades, las autonomías, la gestión del goce y el empoderamiento, las realidades de muchos feminismos se contraponen o hay existencias que, de alguna manera, están un poco invisibilizadas”, asegura.

La relación entre las tres mujeres del film es tan compleja como las condiciones y los sucesos que las atraviesan. Por ese camino difícil y sinuoso transcurren los eventos narrados en Crímenes de familia (2020), una película que pinta los matices de una trama desigual y angustiosa.

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Nota actualizada el 9 de septiembre de 2020

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