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El viernes 24 de julio se firmó la licencia que permitirá comercializar los superbarbijos de uso común Atom-Protect. Del convenio participan la empresa KOVI, el CONICET y la universidades que desarrollaron las telas antivirales: la UNSAM y la UBA. La mascarilla tiene triple capa de protección —antibacterial, antiviral y antihongos— y una durabilidad equivalente a 15 barbijos descartables.
En tiempo récord, investigadorxs del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA) de la UNSAM y del Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA -UBA) desarrollaron telas tratadas con activos antivirales para la confección de tapabocas y barbijos de uso común. El proyecto avanzó en asociación con la empresa KOVI SRL, interesada en producir barbijos de calidad con propiedades antimicrobianas y antivirales para toda la población.
La transferencia fue expeditiva: el viernes 24 de julio se firmó la licencia que permitirá comercializar los superbarbijos Atom-Protect en todo el país. Del convenio participan la empresa KOVI, el CONICET, la UBA y la UNSAM. La licencia se firmó luego de un testeo de calidad que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) realizó en la tela obteniendo excelentes resultados.
“La experiencia fue vertiginosa. Apenas comenzó la pandemia, nos reunimos de manera virtual con un grupo de investigadores del 3iA y el IFIBA —con quienes llevamos mucho años trabajando juntos— y nos pusimos a pensar cómo ayudar desde la ciencia de los materiales para mitigar o disminuir los efectos de la enfermedad”, cuenta Lucas Guz, unx de los integrantes del equipo integrado por físicos, químicos y microbiólogos de la UBA y la UNSAM. “Pensando qué materiales generar para inactivar el virus o disminuir el riesgo de infección surgió la idea de armar barbijos con compuestos activos con efecto antibacterial y virucida”, detalla Guz.
En el contexto actual de la pandemia es muy difícil conseguir materiales, kits de diagnóstico o tratamientos para el virus en el exterior. Cada país acopia y reserva para su propia población. “En casos de emergencia extrema, es muy importante contar con recursos propios, tanto intelectuales como materiales. Poder generar ese tipo de desarrollos en el país es soberanía nacional”, dice Guz, que fue parte del proceso en todas sus etapas. “No solo tuvimos que pensar la parte científica y de innovación, sino también el escalado y la producción masiva. En solo un mes, pasamos de experimentar en retazos de tela de 10 x 10 centímetros a producir rollos de 1500 metros. Además, tuvimos que adaptar ensayos de laboratorio que solíamos usar para otros materiales”.
Belén Parodi, otra de las investigadoras UNSAM que integra la iniciativa, señala que la cuestión de la soberanía nacional es clave en tiempos de pandemia. “La Argentina incorpora muchos productos que vienen de China y otros países porque, en muchos casos, son más económicos que los que se fabrican acá. El tema es que así van destruyéndose nichos. Necesitamos que el Estado apueste a proteger líneas estratégicas. Por ejemplo: la producción de barbijos. Un país no puede quedarse sin barbijos o materiales de primera necesidad que, en cuanto el mundo se cierra, faltan”.
A partir del nuevo convenio, KOVI comercializará la nueva tela antiviral por un período de 10 años. Esto significa que podrá utilizarla para el desarrollo de otros productos, además de los barbijos. Durante ese período, la UNSAM y la UBA recibirán regalías por la transferencia de tecnología.
El grupo de científicxs que lideró el desarrollo está integrado por Silvia Goyanes, Ana María Llois, Griselda Polla y Roberto Candal. Por el 3iA son parte lxs investigadorxs Patricio Carnelli, Lucas Guz, Belén Parodi y Alicia Vergara Rubio.
Las telas son de algodón y poliéster adicionadas con un polímero ambientalmente amigable que facilita la retención de agentes activos basados en plata y cobre (de reconocida eficiencia antimicrobiana). La combinación es muy atractiva porque reúne tecnología avanzada y materiales tradicionales y accesibles en el mercado local.
Sobre la caracterización del material producido, Candal explica: “Hicimos un análisis morfológico de las telas fabricadas con componentes industriales por microscopía electrónica de barrido, lo que nos permitió comprobar la regularidad en la aplicación de los activos. Para determinar la actividad antimicrobiana de la tela activa realizamos ensayos basados en normas internacionales”.
Las propiedades antivirales y fungicidas del producto fueron testeadas en el INTA con resultados excelentes. “Nuestro grupo de trabajo asesoró y acompañó a las empresas destinatarias en la implementación de las buenas prácticas de fabricación, la confección del registro maestro del producto y la gestión del riesgo”, señala Polla, orgullosa con los resultados. “A modo de pago por la transferencia de tecnología, la empresa donará el 10 % de la tela producida para la confección de barbijos de entrega gratuita”.
Por el momento, los barbijos pueden adquirirse en la fábrica al por mayor o a través de su tienda en línea. Se envían por correo o vía cargo a todo el país.
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