Escuela de Política y Gobierno, Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental, Notas de tapa
Las investigadoras de la UNSAM Priscila Minotti y Ximena Simpson explican las causas y las consecuencias del desastre que quema a Brasil y calienta al planeta Tierra.
Pasan los días y la Tierra no sale de su asombro. Contradicciones, dedos acusadores, caprichos, oportunismos y hasta exigencias de pedidos de disculpas indignan a todos y todas. En medio de tanto humo, el Amazonas sigue incendiándose. Entre enero y septiembre de este año, el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil registró 87.257 focos de incendios, un 80 % más que en el mismo período de 2018.
Mientras el fuego arrasa la selva tropical amazónica —hábitat de 40 mil especies de plantas, 1.300 tipos de aves y 426 mamíferos— el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, dijo que el avance de los incendios se debe “al tiempo seco, el viento y el calor”. Sin embargo, los especialistas niegan esta versión e indican que los focos fueron provocados de manera intencional.
Priscila Minotti, docente e investigadora del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA), explica que es muy poco probable que los bosques amazónicos se incendien naturalmente: “Las hojas y cortezas contienen aceites que les otorgan protección. El interior está sombreado, tiene muchos estratos de vegetación con distintas especies y el suelo suele estar húmedo, factores que no favorecen el desarrollo de altas temperaturas ni la propagación del fuego”.
Al respecto, Ximena Simpson, docente e investigadora de la Escuela de Política y Gobierno (EPyG), dice que el agronegocio y el presidente Jair Bolsonaro son los principales responsables: “El avance de la frontera agrícola en la región amazónica no es nuevo, pero en los últimos años la explotación pecuaria y las grandes plantaciones de soja crecieron mucho. Bolsonaro asume con un apoyo muy fuerte de la bancada de los ruralistas, con un discurso muy antiambientalista y antiindigenista. Con este discurso, la fiscalización disminuye y lleva a los empresarios a creer que no van a ser punidos por las quemadas”.
El INPE difundió que solo en el mes de julio se deforestaron más de 1.864 kilómetros cuadrados de selva, más del triple que en el mismo mes del año anterior. Como respuesta a la difusión de estos datos, Bolsonaro destituyó a Ricardo Galvao, director del Instituto y físico reconocido en el mundo.
Ante este panorama, Minotti explica que las zonas afectadas podrían llegar a recuperarse. “Siempre y cuando el suelo no termine ‘esterilizado’ por las altas temperaturas, puede iniciarse un proceso de sucesión secundaria en el que aparecen especies ‘cicatrizantes’. Estas especies podrían cubrir rápidamente el suelo creando condiciones favorables para que rebroten las especies de leñosas del bosque”, dice, y advierte: “En general, una vez que el bosque empieza a recuperarse suele haber también repoblamiento y aumento de las especies animales que migraron a otras zonas del bosque para refugiarse. El tema es que, si esos relictos de bosque desaparecen, el repoblamiento ya no es posible”.
Los pueblos originarios y los pequeños productores que activan las economías regionales en los estados de Mato Grosso, Pará y Amazonas son los más afectados. Pero ahora no solo están soportando las pérdidas de sus estilos de vida: también tienen que bancarse, al igual que los movimientos ambientalistas, que los señalen como los responsables de los incendios. “Los pequeños productores queman a muy pequeña escala para limpiar los campos, lo cual es una actividad ancestral. No se los puede culpar por sus quemas. Los culpables del incendio son el agronegocio y las multinacionales”, opina Simpson.
Pero no solo las economías regionales sufren pérdidas, también los grandes productores de commodities se ven afectados por la reacción internacional ante el desastre. La empresa estadounidense VF Corporation —que fabrica las zapatillas y la ropa de las marcas Vans, Kipling y Timberland— anunció que no comprará cuero de las curtiembres brasileras hasta que el Gobierno tome una actitud responsable respecto del incendio. Al mismo tiempo, varios países europeos y árabes anunciaron que frenarían el comercio con Brasil por la misma causa.
“Bolsonaro podría haber evitado la crisis internacional si hubiera sido más hábil en términos diplomáticos, pero él decide fogonear la bronca internacional en un contexto en que la agenda ambientalista entró en pauta a nivel mundial”, explica Simpson.
Uno de los casos más resonantes fue el escándalo diplomático entre Bolsonaro y el presidente francés Emmanuel Macron, quien culpó al brasileño por los incendios en la selva amazónica y lo acusó de mentir sobre su política contra el cambio climático. Como respuesta, Bolsonaro dijo que no aceptaría la ayuda económica ofrecida por la cumbre del G-7 hasta que el francés se disculpara, e incluso se burló de su esposa y anunció que dejaría de usar lapiceras Bic por ser francesas. Según las últimas noticias, ahora estaría dispuesto a aceptar la ayuda internacional.
Pero, ¿qué hay detrás de esta disputa? Para Simpson, a la ayuda internacional ofertada por Francia “hay que tomarla con pinzas”. “El Amazonas no es solo el pulmón del planeta, tiene enormes riquezas. Hay mucho interés en la región y hay que saber cómo negociar para proteger la soberanía. Francia propone una internacionalización de la frontera amazónica, pero si eso ocurre vamos a tener que definir qué tipo de explotación proponen. Macron está lanzando los dados, él también tiene intereses económicos”, advierte.
Al interior de las fronteras brasileras, el Gobierno también entró en una situación crítica: los gobernadores ejercen presión para que se acepte la ayuda internacional, el ministro de Economía, Paulo Guedes, pierde poder por la situación económica, Bolsonaro pierde influencia en el Congreso Nacional y su discurso reaccionario se alinea con el de su ministro de Ambiente, Ricardo Salles.
Si bien el conflicto genera rispideces dentro y fuera de Brasil, Simpson señala que el presidente aún cuenta con el apoyo del 30 % del electorado brasilero. “El apoyo a Bolsonaro puede disminuir en los sectores que lo votaron para que no ganara el Partido de los Trabajadores, pero su núcleo duro se nutre de la cada vez mayor radicalización de su discurso. Además, los partidos de oposición están muy desunidos y las derechas, cada vez más unidas”, concluye.