La directora del Centro de Estudios sobre Democratización y Derechos Humanos de la Escuela de Humanidades, Graciela Di Marco, reflexiona sobre la importancia de la demanda de la despenalización y legalización del aborto.
El hecho de que el movimiento feminista haya puesto en la arena publica la lucha por la despenalización y legalización del aborto y que se aprobara en la Cámara de Diputados muestra la demanda por la profundización del carácter laico del estado en la Argentina, como se vio con el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género.
Enarbolada en el cuestionamiento al orden patriarcal que vincula la sexualidad con la procreación, la demanda en torno a la despenalización y legalización del aborto se inscribe en el marco de la sexualidad como asunto político y de ampliación de la ciudadanía para las mujeres, lesbianas y trans. Está ligada al reclamo por el control de nuestros cuerpos gestantes y exige un enfoque de derechos humanos y de política pública desvinculado de las creencias religiosas que cada funcionario/a tenga, lo que indica la importancia de la profundización del estado laico —el cual, como la democracia, siempre puede ampliarse y perfeccionarse—. Estado laico que debe garantizar con políticas públicas el poder de las mujeres, lesbianas y trans, cuerpos con capacidad de gestar, para la toma de decisiones libres sobre sus cuerpos y sus propios proyectos de vida.
El proyecto de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito es producto de la historia de la movilización de mujeres y feministas y ha sido debatido colectivamente por más de doce años en la sociedad. Esta lucha no comenzó ahora, viene de hace 35 años. Tiene casi tantos años como el proceso de democratización iniciado en la Argentina en 1983. Y acompaño ese proceso.
La salida a la calle en las manifestaciones y el activismo en diferentes espacios tienen un potencial transformador de las identidades. Se amplificó en los Encuentros Nacionales de Mujeres (ENM), que son el punto nodal de la expansión y la articulación de una identidad política que hemos denominado “pueblo feminista”, y es lo que sucedió también en los últimos años con la emergencia y el desarrollo del Ni Una Menos. Ese proceso se fue profundizando. Observemos hoy las calles: miles de adolescentes y jóvenes de diferentes barrios, colegios, universidades, fábricas, etc. nutren las marchas y reclaman en forma cada vez más enérgica por la educación sexual integral, el libre acceso a la anticoncepción, la despenalización y legalización del aborto y la igualdad de género en todos los ámbitos.
Con el tiempo, el reclamo se construyó en discurso feminista y especialmente las jóvenes abrazaron la lucha por la legalización del aborto, como lo vimos en el 8M de 2017, en el pañuelazo del 19 de febrero de 2018, en la gigantesca marcha teñida de color verde en el 8M de 2018 y en el sinfín de manifestaciones demandando la aprobación en la Cámara de Diputados y ahora en el Senado.
Las jóvenes nos están demandando el reconocimiento de su derecho a decidir sobre sus propias sexualidades, emociones y cuerpos; su derecho a vivir sin violencia, a comenzar y continuar su vida sexual con disfrute, con educación sexual, con acceso a los anticonceptivos y con aborto legal, si se lo requiere. Esta concepción se basa en la demanda por el reconocimiento de la sexualidad sin vincularla necesaria y únicamente a la reproducción.
El miércoles 4 de julio a las 18, el Centro de Estudios sobre Democratización y Derechos Humanos (CEDEHU) invita al Seminario Permanente “Ley de aborto legal, seguro y gratuito Argentina 2018: Profundización del Estado laico, derechos sexuales y ampliación de la ciudadanía de mujeres, lesbianas y trans”. Más información, clic aquí.
ciudadanía, Derechos Humanos, despenalización y legalización aborto, Educación Sexual