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En el marco del proyecto “Caracterización ambiental y relevamiento de biodiversidad de humedales antárticos”, las becarias Yanina Sica y Luciana Burdman permanecieron dos meses en la base antártica Primavera y recolectaron datos sobre los distintos tipos de humedales existentes en una zona especialmente protegida.
Por Gaspar Grieco. Fotos: Pablo Carrera Oser y cortesía 3iA
Junto con otros tres investigadores y nueve militares del Ejército Argentino, las científicas del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA) de la UNSAM Yanina Sica y Luciana Burdman partieron en diciembre de 2016 hacia Río Gallegos, con destino final Antártida. Luego de dos días de vuelo a bordo del mítico Hércules, seguidos de dos días de navegación en los barcos ARA Islas Malvinas y Puerto Argentino, las biólogas arribaron a la Base Primavera —que permanece cerrada casi todo el año— para la Campaña Antártica de Verano.
Luego del tradicional “bautismo antártico”, en el que las investigadoras quedaron cubiertas de nieve y risas, el equipo de la UNSAM puso manos a la obra. Vestidas con ropa térmica y rompevientos ultragruesos, Sica y Burdman iniciaron su recorrido por la zona antártica especialmente protegida (ZAEP) N.o 134 Punta Cierva —administrada por la Argentina—en busca de humedales para relevar. La travesía se realizó para el proyecto “Caracterización ambiental y relevamiento de biodiversidad de humedales antárticos”, dirigido por los investigadores del 3iA Gabriela Mataloni y Rubén Quintana.
Los humedales en la Antártida pueden apreciarse en la forma de lagunas someras, arroyos temporales o “chorrillos”; en pequeñas depresiones en la roca o el suelo que forman “charcas”; o retenidos en el musgo, anegados. “Estos humedales se alimentan del derretimiento de la nieve y los glaciares –explica Sica–, ya que el agua se encuentra en estado líquido solo en verano”.
Al respecto, Burdman comparte detalles de algunas de las tareas que realizaron durante la campaña: “El objetivo era relevar y caracterizar todos los tipos de humedales presentes en el área. Los localizamos, estudiamos sus propiedades fisicoquímicas y su vegetación, y recolectamos muestras para el análisis de comunidades de microorganismos y artrópodos”.
Los humedales antárticos están repletos de vida. En ellos habitan millones de microorganismos, como diatomeas, tecamebas, cianobacterias y fitoplancton, pero también musgos, ácaros y hasta unas mosquitas sin alas que se mueven en grupo en pequeñas islas flotantes. La mayoría de estos organismos dependen del agua líquida para vivir, pero ¿qué sucede en invierno cuando el agua se congela? “Muchos tienen mecanismos de resistencia, tales como el enquistamiento durante el invierno. Cuando el medio recupera su estado líquido, los organismos vuelven a reproducirse”, explica Burdman.
Durante los dos meses que estuvieron allí, las investigadoras recorrieron parte de la ZAEP y tuvieron que soportar vientos gélidos y subir pendientes de más de 200 metros. Recolectaron cientos de muestras de vegetación y agua, y convivieron con militares y colegas en una base que conectaba sus cuartos por medio de pasarelas. “El paisaje es espectacular y muy cambiante. Interactuar con la fauna nativa fue fascinante; en particular, observar a los pingüinos armando nidos y luego cuidando a sus pichones. Estar rodeado de naturaleza poco intervenida es hermoso. Ya tenemos ganas de volver”, cuenta Sica.
Proteger el continente blanco
La península antártica es una de las regiones del mundo que más cambios ha experimentado en los últimos años. Desde el punto de vista climático, en los últimos 50 años se ha observado un aumento en la temperatura media anual del aire de unos tres grados centígrados. El derretimiento de los hielos y la desaparición o retirada de los glaciares como fenómenos asociados suponen cambios en las condiciones ambientales que pueden impactar significativamente en la biodiversidad.
Para conocer esos efectos e intentar contrarrestarlos, las investigadoras del 3iA plantean la necesidad de relevar los humedales antárticos, ya que la información científica disponible es escasa. “Los humedales son ecosistemas muy importantes por su alto nivel de biodiversidad y por los servicios ecosistémicos que brindan. El problema es que actualmente la Convención Internacional sobre los Humedales (Ramsar, Irán, 1971) no considera los humedales antárticos. Uno de nuestros principales objetivos es, justamente, generar información que permita sostener una protección más efectiva de estos ecosistemas”, declara Sica.
Hoy, las investigadoras del 3iA están realizando la caracterización fisicoquímica de algunas de las muestras que recolectaron durante la travesía. En paralelo, parte de las muestras que tomaron fue enviada al Instituto Antártico Argentino (IAA) y a las demás instituciones científicas que colaboraron con la expedición.