No había espacios vacíos. El Auditorio Carpa estaba repleto. Cientos de personas fueron al Campus Miguelete para presenciar un gran concierto. El encargado de presentar a la Orquesta Sinfónica Nacional fue el rector Carlos Ruta: “Con este maravilloso concierto termina el año académico, un año de mucho trabajo. Queda por delante el desafío de consolidar una comunidad. El lema de estos años ha sido la potencia del talento; eso es a lo que ha apostado la UNSAM. Y esta orquesta es la mejor demostración de lo que puede el talento cuando construye en conjunto una comunidad, un trabajar unidos. Esto es lo que nos queda por delante: construir una comunidad que se haga cargo de nuestros jóvenes, de esta institución; atreverse al desafío de trabajar en conjunto en un país lleno de mezquindad, de mediocridad. Atreverse a trabajar en conjunto, a pensar con las manos, a unir la inteligencia con las manos, a pensar haciendo, creando, para que nuestros pensamientos dejen huellas en la realidad”.

Inmediatamente después, el director de orquesta Darío Domínguez Xodo comenzó a agitar los brazos y sonaron las primeras notas de la Obertura 1812 del compositor ruso Piotr Tchaikovsky, la pieza romántica con la que la Sinfónica comenzó el concierto. Le siguieron obras de Nicolai Rimsky Korsakov, Gioacchino Rossini, Georges Bizet y Alberto Ginastera.

La ovación mayor llegó cuando el tenor argentino Dario Volonté se subió al escenario para representar E lucevan le stelle de Giacomo Puccini; No puede ser, de Pablo Sorozábal; Canción a mi bandera, de Héctor Panizza; y el clásico O sole mio, de Giovanni Capurro.

Fueron casi dos horas de espectáculo durante las que estudiantes, profesores, autoridades académicas y la comunidad de San Martín se reunieron en un mismo ámbito para disfrutar en silencio del placer de la música.