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Adriana, Gabriela y Luca estudian Administración Pública y Educación en nuestra universidad. Conocé la historia de esta familia sanmartinense unida por el orgullo de pertenecer a la UNSAM y por su compromiso con la educación pública y gratuita.
Gabriela Cristiano trabaja por la mañana en la Escuela Nacional de Comercio de Villa Ballester como auxiliar. Un día, mientras pasaba el lampazo, detectó el aburrimiento de su hijo y de sus compañeros en el aula y pensó: “Yo quiero cambiar esto”. Fue así que, aprovechando sus conocimientos de inglés, se convirtió en “educadora”, como ella misma se define, en el Instituto La Salle de San Martín y en el Programa de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (FinEs). Pasaban las clases, las pruebas y los exámenes orales, pero la profesora de Inglés no estaba conforme con su carrera, aún no había cumplido el sueño que la desvelaba desde chica: ser estudiante universitaria.
Oriunda del partido de San Martín, Gabriela decidió iniciar su carrera universitaria en la UNSAM, la casa de altos estudios del barrio que la vio nacer. Primero probó con la Licenciatura en Administración Pública de la Escuela de Política y Gobierno (EPyG), pero finalmente se decidió por la Licenciatura en Educación de la Escuela de Humanidades (EH). “Como buena educadora me importa que todos puedan acceder a la educación, más teniendo educación pública de calidad como en la UNSAM”, cuenta la futura licenciada, que logró convencer a su hijo Luca y a su mamá Adriana para que también se anotaran en la Universidad. “Formé a un hijo con la convicción de que hay que estudiar, de que lo que nos salva es la educación. Después convencí a mi mamá de que, a pesar de la edad, también se puede estudiar”.
Adriana Cristiano siempre quiso ser universitaria. En 1978 intentó cursar Medicina en la UBA, pero los mandatos sociales impuestos a las mujeres embarazadas desviaron ese recorrido. Sin embargo, pasaron los años y su sueño siguió intacto. “Yo siempre pasaba por la Avenida 25 de Mayo, miraba la UNSAM y pensaba ‘nunca voy a poder’, pero un día dije ¿por qué no?”, cuenta Adriana, flamante estudiante de la Licenciatura en Administración Pública de la Escuela de Política y Gobierno (EPyG). “Entendí que no soy menos por tener más años. Sé que lo puedo lograr y que me voy a sentir orgullosa de lograrlo. Vengo con todas las expectativas, como una locomotora albiceleste con todas las ganas de arrancar, de aprender”, dice la abuela de Luca, ansiosa por cursar algunas materias junto con su nieto.
Luca Stábile tiene 19 años y llegó a la UNSAM gracias a la insistencia de su mamá. Luego de un paso fugaz por la Facultad de Derecho de la UBA, decidió anotarse en la misma licenciatura que su abuela. “En la UNSAM se sienten la comodidad y la convivencia con los profesores”, destaca. “Ahora estoy haciendo el CPU y estoy más enganchado que nunca. Siento el ida y vuelta con el docente de manera muy humana”.
Abuela, madre y nieto no solo comparten el Campus Miguelete como lugar de estudio, también lo viven como un “espacio de encuentro”, donde volvieron a encontrarse, por ejemplo, con Emiliana Folch, antigua profesora y compañera del Comercial de Villa Ballester, conocida en la UNSAM como “la abuela de psicopedagogía”.
Otro rasgo que une a esta familia de estudiantes UNSAM es su compromiso con la educación pública y gratuita. “A veces está la idea de que la portera de la escuela no puede hacer una carrera universitaria. Esta noción naturalizada de que algunos no pueden estudiar es una mentira. Estudiar es un derecho adquirido y lo tenemos que defender”, dice Gabriela. Para Luca, “venir a la UNSAM es un placer. Es una política pública fascinante”.
“Aprendizaje”, “inclusión”, “encuentro” son algunos de los valores que la familia universitaria pronuncia cuando habla de la UNSAM. “Es accesibilidad, amistad y aprendizaje. Es cumplir sueños como el mío de poder ser educadora. Es para todos y todas”, dice Gabriela. “Para mí es un lugar de encuentro, un lugar lleno de afecto y comprensión para poder lograr lo que te propongas”, continúa Luca. “Es amor, derechos, superación y conocimiento”, concluye Adriana. “Estoy muy feliz de transitar el Campus, de visitar las aulas. Estoy muy feliz de haber elegido la UNSAM como mi casa de estudio acá en San Martín, de donde somos los tres”.