#InvestigaciónUNSAM, Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, Notas de tapa
El equipo del IIB-INTECH coordinado por Sergio Angel, vicedirector del Instituto, y Laura Vanagas, investigadora asistente del CONICET, obtuvo 665.000 dólares de los Institutos Estadounidenses de Salud (NIH) para avanzar en la búsqueda de nuevos blancos terapéuticos contra la enfermedad parasitaria, que afecta a un 30 % de la población mundial.
Al interior de la provincia de Buenos Aires, frente a la laguna de Chascomús, se encuentra la Sede Raúl Alfonsín del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) de la UNSAM y el CONICET. Alrededor de ciento cincuenta personas —entre investigadores de carrera, becarios de posgrado, personal de apoyo y estudiantes de pregrado y grado— desempeñan sus actividades en un predio de 900 hectáreas destinadas a la experimentación y con más de 5000 metros cuadrados de laboratorios. Creado en 1989, el Instituto se completa con la Sede Rodolfo Ugalde del Campus Miguelete (San Martín), que tiene un plantel equivalente de especialistas y unos 4600 metros cuadrados de laboratorios.
“El conocimiento que producimos en el INTECH está orientado a los ámbitos agrícola, ganadero y de acuicultura, cuyas necesidades incluyen la mejora de los rindes de cultivos, el incremento de la reproducción y la calidad del ganado, la cría de peces y el estudio de hongos, parásitos y enfermedades, y la ecología de ambientes lacustres, entre otros temas”, explica Sergio Angel, vicedirector del IIB-INTECH y administrador delegado de la Sede Raúl Alfonsín.
Cada año, los investigadores de ambas sedes publican más de cien artículos científicos con reconocimiento de pares en revistas internacionales, lo que posiciona al Instituto como uno de los más destacados de la Argentina. Un gran porcentaje de esas publicaciones está dedicado al estudio de enfermedades causadas por parásitos, como la brucelosis, el chagas, la tricomoniasis y la toxoplasmosis. En particular, Angel dirige el Laboratorio de Biología Molecular y Celular de Toxoplasma gondii, dedicado al estudio del parásito causante de la toxoplasmosis (una infección animal y humana ampliamente distribuida en el mundo, cuyos porcentajes de infección varían del 25 al 90 % según la región y costumbres causando encefalitis, neumonía, micoarditis, problemas oculares y defectos en los recién nacidos con infección congénita). Cabe destacar que este tipo de estudios sobre Toxoplasma gondii se realiza en muy pocos países del mundo: el laboratorio del IIB-INTECH fue pionero en América Latina y, en los últimos años, se sumaron laboratorios de Brasil y Uruguay. Recientemente, junto con su equipo, Angel obtuvo por segunda vez un subsidio de los Institutos Estadounidenses de Salud (NIH), en este caso de 665.000 dólares para un período de 5 años.
“A mediano y largo plazo, aspiramos al avance de la federalización de la ciencia. En ese sentido, la sede Chascomús del IIB-INTECH puede crecer hasta convertirse en un centro regional. El objetivo es incidir aún más en la promoción del crecimiento económico, el mejoramiento de la productividad regional y la creación de empleos”, asegura el investigador principal del CONICET.
¿En qué año comenzó a estudiar la toxoplasmosis?
Comencé a investigarla en 1987 como parte de mi tesis doctoral. El proyecto inicial era desarrollar un sistema de diagnóstico molecular previo a la existencia de la técnica de PCR (una técnica actual de la biología molecular que permite multiplicar fragmentos de ADN). Se trató de una investigación pionera en el área. Años después, la llegada de la técnica de PCR impulsaría el desarrollo del diagnóstico molecular en todo el mundo.
¿Qué aprendieron o descubrieron en estos 30 años?
Identificamos un blanco molecular de ADN repetitivo que fue utilizado por muchos laboratorios para la técnica de PCR junto con otros genes blancos. Más tarde, nuestros estudios básicos permitieron observar diferencias intramoleculares y de cepas que desaconsejaban el empleo de dicho blanco. En 1996, luego de una estadía en España, volví al país y retomé los estudios de desarrollo de sistemas de diagnóstico, esta vez del tipo serológico (que mide la presencia de anticuerpos en la sangre), para generar proteínas recombinantes, tema que hemos retomado en colaboración con el Hospital Alemán, el Hospital Municipal de Chascomús y la Universidad Nacional de San Luis.
¿Cómo fue la incorporación al IIB-INTECH y la obtención de financiamiento de NIH?
Nos mudamos a la sede de Chascomús del Instituto en 2004 y comenzamos a realizar estudios de biología molecular y celular en diversos modelos. La idea era encontrar vías alternativas de señalización y regulación génica que pudieran ser atacadas por nuevas drogas. Tuvimos muchos tesistas doctorales cuyas investigaciones nos acercaron a la vía de reparación del ADN como potencial blanco de terapias y que, al mismo tiempo, nos valieron el reconocimiento internacional. Siempre estuvimos a la vanguardia de la investigación, algo que nos permitió establecer colaboraciones con grupos norteamericanos que se interesaron en el tema y aportaron grandes capacidades de infraestructura y financiación.
¿Cuál es el objetivo del proyecto con el que obtuvieron financiamiento de NIH?
La idea es encontrar nuevas vías moleculares del parásito que sean esenciales y cuyos componentes puedan ser inhibidos por drogas, tanto para el caso de infecciones agudas como crónicas.
¿Cómo surgió la idea del estudio epidemiológico en Chascomús? ¿El IIB-INTECH tuvo alguna participación?
Se trata de un proyecto que desarrollamos junto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. La idea es realizar un estudio más relacionado con la problemática actual, de corto plazo y que permita incorporar nuevas capacidades al Hospital San Vicente de Pauls de Chascomús. Hay profesionales que, gracias a este proyecto, se están formando en el área de epidemiología y que serán de vital importancia para la salud pública gestionada en el partido. Además, el proyecto contribuyó a la incorporación de equipamiento de gran relevancia para el laboratorio del hospital.
¿Es posible diseñar una vacuna contra la toxoplasmosis?
Si bien en el mundo hay varios grupos que buscan una vacuna contra la toxoplasmosis, no parece una tarea fácil. En la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM está el grupo de Valentina Martín, exbecaria doctoral mía, que hizo la tesis en ese tema, y en el INTECH está el de Marina Clemente, que trabaja en biotecnología vegetal y que, a partir del modelo de la toxoplasmosis (que es de infección oral), estudia la optimización del uso de plantas como biorreactores productores de vacunas.
¿Cómo articula los roles de investigador y administrador responsable de la sede de Chascomús del IIB-INTECH?
La doctora Laura Vanagas, que es investigadora asistente, colabora con el manejo del laboratorio, sobre todo cuando las tareas de administrador delegado me demandan mucho tiempo. No obstante, me hago un lugar para discutir los avances de los proyectos con los doctorandos. Efectivamente, cumplir con los dos roles obliga a que los becarios doctorales deban tener un perfil de trabajo más independiente. Respecto a mis funciones como vicedirector, rol que vengo cumpliendo desde hace varios años, mi interés fue siempre impulsar proyectos que den lugar a nuevos desarrollos y mejoras en el campo de la investigación, además de aportar al mantenimiento y funcionalidad del Instituto. Mientras fui vicedirector, Alberto Carlos Frasch, actual vicerrector de la UNSAM, me dio su confianza para el cargo. Fueron años de aprendizaje y trabajo que hicieron crecer al INTECH y permitieron su integración a la actividad académica de la UNSAM, creo que de forma exitosa, por la expansión de grupos en el Instituto y la creación de la Tecnicatura Universitaria de Laboratorio y la Ingeniería en Agrobiotecnología.
Sergio O. Angel es especialista en biología molecular y celular de parásitos protozoarios. Reconocido internacionalmente por sus aportes al diagnóstico de la toxoplasmosis y neosporosis mediante el uso de proteínas recombinantes, también lideró aportes a la comprensión del papel de la vía de proteínas de choque térmico en el proceso de diferenciación de estadio del Toxoplasma gondii así como al descubrimiento de una nueva histona variante de T. gondii (H2B.Z) y a la comprensión del papel del mecanismo epigenético en los procesos de regulación de la expresión génica, la replicación y la reparación de ADN.
Es investigador principal del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH), donde también se desempeña como vicedirector y administrador delegado de la Sede Raúl Alfonsín (Chascomús), y como docente y director del Laboratorio de Parasitología Molecular.
Ha publicado 68 trabajos científicos en revistas internacionales con referato y 4 capítulos de libros, y obtenido varios subsidios nacionales e internacionales, como el subsidio RO1 de los Institutos Estadounidenses de Salud (NIH). Ha integrado comisiones asesoras del CONICET y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
Es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Buenos Aires. Además, realizó un posdoctorado en la Universidad Autónoma de Madrid.
IIB INTECH, investigación, toxoplasmosis