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Seminario de Mariana Eva Perez: “Propongo pensar la desaparición como una biopolítica de producción de espectros”

La especialista en producciones culturales de posdictadura, autora de Diario de una princesa montonera (2012), El pasado inasequible (2018) y Fantasmas en escena (2022), ofrecerá en abril el seminario “Manifestaciones espectrales de la memoria en producciones culturales contemporáneas”. En esta entrevista, comparte detalles de esta propuesta de posgrado en la que abordará una serie de producciones artísticas de posdictadura combinando aportes de los estudios de la memoria, culturales y de la espectralidad.

Por Raisa Giussi

Mariana Eva Perez es politóloga, doctora en Literatura y autora de los libros Diario de una princesa montonera – 110 % verdad (2012), El pasado inasequible (2018) y Fantasmas en escena (2022). También escribió teatro y, junto con Laura Kalauz, creó Antivisita. Formas de entrar y salir de la ESMA, una visita guiada experimental al Museo Sitio de Memoria ESMA que no acontece en ese espacio físico.

Su vida está atravesada por el terrorismo de Estado. El 6 de octubre de 1978, una patota de la dictadura secuestró y desapareció a su papá, Manuel Pérez Rojo, y a su mamá Patricia Julia Roisinblit, que en aquel entonces estaba embarazada de ocho meses. Mariana, que tenía quince meses, estaba con ellos al momento del secuestro, pero fue devuelta y entregada a su familia paterna. Por la desaparición de sus padres es querellante en la causa en la que se investiga la actuación de la Regional de Inteligencia Buenos Aires de la Fuerza Aérea (RIBA).

En abril ofrecerá en la UNSAM el seminario “Manifestaciones espectrales de la memoria en producciones culturales contemporáneas”, en el marco del Doctorado en Ciencias Humanas de la Escuela de Humanidades (EH). Una propuesta en la que abordará producciones artísticas de posdictadura desde una perspectiva que combina aportes de los estudios de la memoria, culturales y de la espectralidad (Michel Foucault, Giorgio Agamben, Jacques Derrida, Marc Angenot, Avery Gordon, Vinciane Despret, Rosemary Jackson, Tzvetan Todorov, Marianne Hirsch, Pilar Calveiro y Alejandro Kaufman, entre otros).
 
Pensar la desaparición como una biopolítica de producción de espectros, ¿qué significa esto?

Es la manera que encontré de ir un poco más allá de lo que algunos autores llaman “narrativa humanitaria”, discursos públicos que constituyen una forma de explicación sobre lo sucedido, o en los que subyace alguna forma de explicación de lo sucedido, que están centrados en la violación de los derechos humanos y que, complementariamente en el caso argentino, también se dan la mano con lo que Alejandro Kaufman llamó “el paradigma punitivo”, que es la idea de que se puede y se debe gestionar lo que pasó en términos de administración de justicia penal: dado que aquí hubo violaciones a los derechos humanos tipificables como delitos de lesa humanidad, lo sucedido puede ser tramitado ante los tribunales en estos términos. Ocurre que hay aspectos problemáticos, como la lucha armada, que van quedando fuera de ese discurso público. Este es el tipo de cosas que a mí me interesa ver cómo emergen bajo la forma de lo espectral.

¿De qué manera lo espectral de las desapariciones quedó latiendo en la sociedad?

Lo planteo como una biopolítica en los términos de Foucault, como una forma de administración de la población; en este caso, vía la reducción de una parte de la población a un estado espectral. Digo reducción a la espectralidad como quien dice reducción a la servidumbre, aunque no me termina de cerrar del todo porque me parece que no es un estado reducido, sino que es otro estado: la espectralidad es lo que no está ni vivo ni muerto, como perfectamente lo sintetizó Videla, pero también autores que me interesan más.

Dejar a una parte de la población en un estado espectral indefinido es algo que sigue actuando y que produce efectos hasta el presente, efectos en el duelo y, por lo tanto, en el tiempo; un aspecto siniestro de la desaparición que los discursos de memoria oficiales (políticas de memoria del kirchnerismo, organismos de derechos humanos, etc.) buscan exorcizar proponiendo el duelo como algo deseable, algo que, en el fondo, es renegar de esta experiencia, que es una experiencia extendida y que es lo que una de las autoras que vamos a trabajar, Avery Gordon, llama el “reconocimiento espectral”. Algo del orden de lo fenomenológico que tiene que ver con sentir que se está en presencia de aquello que no está ahí pero está ahí.

Una forma paradójica de estar del espectro que refiere, por un lado, a la figura del fantasma, que para el análisis que propongo de las producciones culturales es una idea que alcanza: esta noción del fantasma en la cultura popular que se nutre de aportes de la antropología (cómo nos relacionamos con los muertos, cómo los vivos piden cosas de los muertos y viceversa, etc.) y algunos aspectos de la psicología (lo siniestro en Freud). La idea de la figura del fantasma como aquel que ya no está vivo, pero tampoco se termina de ir y que vuelve porque tiene algún asunto pendiente (por lo general, injusticias no saldadas) y viene a reclamar que los vivos hagamos algo con eso. Esa es la figura que yo encuentro que aparece en películas, libros, obras teatrales y artes visuales en relación con los desaparecidos, nuestros fantasmas en común de la Argentina.

Por otro lado, lo espectral como una forma de funcionamiento en la que ya nos alejamos de la figura del fantasma para pensar en lo que retorna sin encontrar su lugar, sin poder ser localizado u “ontologizado” según Derrida. Me sirve esta forma de funcionamiento para pensar cómo rondan aquellas cuestiones que no terminan de ser problemas en la agenda de la memoria en la Argentina, que replica este funcionamiento de lo espectral, pero no como ejercicio voluntario de ir al pasado en función de las necesidades políticas del presente, sino en el sentido de lo que insiste involuntariamente, lo que vuelve, lo que se impone y, al mismo tiempo, no termina de tomar forma.

¿Qué cruces temáticos y estéticos elegiste para abordar estas dos nociones de lo espectral?

El acento está puesto en obras contemporáneas, sin dejar de linkear a obras que considero emblemáticas en cuanto a lo espectral como estrategia representativa, como Los murmullos de Luis Cano, que es bisagra en un montón de sentidos, pero también La Chira, de Ana Longoni, o Luisa se estrella contra su casa, de Ariel Farace, que iluminan aspectos centrales de la dimensión fantástico-espectral de la desaparición.

¿Te parece que el arte tiene una potencia particular para elaborar el horror?

Pienso que acá reside una de las grandes fuerzas del arte, la posibilidad de desbordar las narrativas establecidas para presentar nuevos problemas, figuras, personajes y formas de lidiar con la desaparición y con los efectos de la dictadura. Un montón de cosas que yo no encontraba en los discursos ni de los organismos de derechos humanos, ni de las autoridades en materia de derechos humanos cuando esto existía, ni tampoco demasiado en la academia, donde, por ejemplo, la cuestión de los espacios, la cuestión de los “hijos” en tanto segunda generación, sí había ganado mucho lugar.

Yo me corro de eso porque me interesa traer producciones de los llamados hijos o de aquellas infancias afectadas por la dictadura, que hoy somos grandes. Me interesa traerlos en tanto nos damos permisos y también socialmente nos lo dan para manejarnos más lúdicamente con estas cuestiones. De ahí quizás viene la originalidad de algunas de las cosas que hacemos.

Pienso que también hay algo en la recurrencia del par fantasma-hijo, como el fantasma-hijo que aparece en Hamlet, que está dando pistas sobre la memoria como una política de la herencia. Por eso también voy a trabajar con obras de la generación hija, de la “generación militante”, vamos a decirle así, porque me interesan también cosas que hacen, por ejemplo, Luciana Mastromauro, que dirige la performance La memoria futura. También creo que Laura Kalauz va a estar presentando en este tiempo una obra interesantísima para este momento de restauración neoliberal que estamos viviendo, que se llama Common Sense Project. También me interesa leer en clave generacional Cometierra, de Dolores Reyes, para rastrear cómo conecta la lucha feminista con la lucha por la memoria. Me voy a dar el gusto también de trabajar en profundidad algunas cosas de Mariana Enríquez: me gusta mucho la figura de los hijos o nietos-monstruos que traen tanto ella como Luciano Lamberti y Félix Bruzzone.

Seminario “Manifestaciones espectrales de la memoria en producciones culturales contemporáneas”

Inicia: 7 abril 2025
Docente: Mariana Eva Perez
Encuentros: todos los lunes de abril y mayo de 17 a 21
Fechas: 7, 14, 21 y 28 de abril y 5, 12, 19 y 26 de mayo
Modalidad: presencial
Programa completo

Para anotarte o realizar consultas, podés escribir a doctorcshumanas@unsam.edu.ar.

 

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Nota actualizada el 25 de marzo de 2025

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