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ARVAC, la clave de ingreso al mundo biofarma

La especialista en inmunología que desarrolló el proyecto de la primera vacuna 100 % nacional, el funcionario de la agencia estatal que invirtió 8,5 millones de dólares para la realización del proyecto y el director del laboratorio que financió parte de la investigación y ahora escala el producto para su comercialización y eventual exportación nos cuentan cómo esta vacuna segura, de calidad y adaptable a posibles variantes del COVID-19 demostró que en la Argentina se puede diseñar, producir y fabricar productos biológicos avanzados que generan conocimiento, soberanía y divisas.  

Por Gaspar Grieco. Fotos: Pablo Carrera Oser. Ilustraciones: Carla Carrara e Iván Tiscornia

El 17 de octubre de 1945 una gran movilización obrera y sindical marchó hacia Plaza de Mayo para exigir la liberación del general Juan Domingo Perón. Trece años después se creó el CONICET por iniciativa de Bernardo Houssay, investigador argentino y primer premio Nobel de Medicina de Latinoamérica. En 2013 se concretó el lanzamiento del ARSAT-1, el primer satélite geoestacionario construido en América Latina. Casi una década más tarde, Lionel Messi condujo a la Scaloneta hacia el premio más grande del fútbol mundial. Estos acontecimientos comparten dos características comunes: se convirtieron en hitos históricos e inauguraron un nuevo mundo de posibilidades para la Argentina. De igual modo, el desarrollo 100 % nacional de la vacuna ARVAC Cecilia Grierson se suma a la lista de hechos que cambiaron para siempre la historia de nuestro país.

En tiempos en los que algunos vociferan que “el Estado hace todo mal” y se siembran dudas sobre las capacidades del pueblo argentino, la UNSAM, el Laboratorio Pablo Cassará, los ministerios de Ciencia y de Salud, y todos los organismos y empresas nacionales que trabajaron en el proyecto ARVAC responden con el desarrollo de una vacuna segura, de calidad y adaptable a todas las variantes del COVID-19 que demuestra que en la Argentina se puede diseñar, producir y fabricar productos biotecnológicos complejos de principio a fin.

“ARVAC inaugura en el país la convicción de que sí podemos hacerlo”, celebra Juliana Cassataro, investigadora de la Escuela de Bio y Nanotecnologías de la UNSAM y directora del proyecto. “Cuando empezamos, muchas personas nos dijeron ‘es una buena idea, pero en Argentina no la vas a poder hacer’. Ahora podemos decir ‘sí, se hizo’. Para los próximos desarrollos va a ser más fácil convencer a los que se tenga que convencer”.

¿Por qué generar una vacuna contra el COVID si la pandemia está terminada? Porque si bien los casos y las muertes descendieron tras la pandemia, el virus SARS-COV-2 continúa circulando y se necesitan vacunas como la ARVAC para reforzar el sistema inmune.


 

El poder de la articulación público-privada

Cassataro destaca el valor de la universidad pública en su formación, la de sus compañeras y la de sus becarixs —“sin los investigadores clínicos, los médicos y nuestra formación de 20 años, no lo hubiéramos podido hacer”— y valora especialmente el trabajo conjunto entre la UNSAM, las empresas privadas y los organismos del Estado: “La relación con el Laboratorio Cassará y el equipo de Gonzalo Pérez Marc, y entre los ministerios de Salud y Ciencia yo no la vi tantas veces. El éxito de nuestro proyecto es fruto de esa sinergia”.

El Laboratorio Pablo Cassará tiene una larga tradición en la producción de medicamentos. La empresa, conformada por científicos y emprendedores, se hizo parte del proyecto ARVAC desde su inicio financiándolo con 7,5 millones de dólares y escalando la producción industrial en su planta en Parque Avellaneda. Su gerente general, Jorge Cassará, también destaca la articulación de las capacidades del sector científico y la industria y resalta la importancia de la generación de una nueva visión de “innovación local”: “Tenemos un sistema científico/tecnológico tremendo, médicos con una formación excelente, una industria farmacéutica muy buena y, aún con estas capacidades, no hay muchos productos locales. Los casos de medicamentos innovadores desarrollados íntegramente en la Argentina son excepcionales. El caso ARVAC es tan fuerte que muestra que eso es posible y a gran escala”.  

La Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), organismo del Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación de la Nación dedicado al financiamiento y seguimiento de proyectos científicos, invirtió 8,5 millones de dólares para la realización del proyecto ARVAC, lo que equivale al 1 % del presupuesto 2024 destinado a la vacunación en todo el país.

Fernando Peirano, presidente de la Agencia, adelanta que, el año que viene, “13 millones de argentinos van a necesitar vacunarse frente a la circulación del virus SARS-CoV-2, que es cuarenta veces más letal que el virus de la gripe”, y celebra la posibilidad que representa para el país la vacuna ARVAC: “Ahora podemos producir con pesos vacunas argentinas, un producto biológico de alta sofisticación que nos genera conocimiento y soberanía y nos puede generar divisas. Además, se trata de una tecnología que reduce los costos logísticos de una campaña de vacunación: el hecho de poder conservarla en una heladera convencional y no tener que recurrir a un ultrafreezer es un diferencial muy importante, un ejemplo de un nuevo concepto de tecnología conveniente”.

El financiamiento público-privado total para el diseño y producción de la ARVAC fue de 16 millones de dólares, lo que la vuelve uno de los desarrollos más económicos de vacunas anticovid de todo el mundo. En comparación, solo Estados Unidos realizó una inversión de 5 mil millones de dólares para la producción de las vacunas Pfizer y Moderna.

Cabe destacar que la evaluación en Fase 2/3 de la seguridad e inmunogenicidad de las fórmulas estuvo a cargo del médico clínico Gonzalo Pérez Marc, quien puso a disposición todos sus laboratorios y sus capacidades al costo para que el proyecto avanzara rápido y pudiera consolidarse a la altura de cualquier investigación clínica internacional.


 

Cuando el Estado acompaña proyectos “imposibles”

Según Cassará, la mejor forma de consolidar la red público-privada que se formó alrededor del proyecto ARVAC sería garantizar una demanda previsible de vacunas por parte del Ministerio de Salud de la Nación para vacunar a quien lo necesite. “Una demanda garantizada permitirá mantener y consolidar esta red, solventar las tareas de vigilancia epidemiológica y seguir haciendo secuenciación de los virus circulantes. Hay que sostener eso para poder adecuar la variante. Por otro lado, para salir a exportar más rápido obviamente hay que fortalecer la parte industrial”.

Al respecto, Peirano confirma las posibilidades de exportación de la vacuna y adelanta las negociaciones que se están llevando adelante desde el Estado para lograrlo: “Si bien hay diálogos fluidos con Brasil y México, abrimos una vía altamente prometedora que es el reconocimiento de la Organización Panamericana de la Salud, que administra el principal fondo de oferta de vacunas para países en desarrollo. Un fondo que hoy está prácticamente conformado por vacunas que llegan de Asia, del cual podríamos empezar no solo a ser usuarios sino también oferentes”.

Lejos de descansar y contemplar el hito alcanzado, Juliana Cassataro y su equipo ya están pensando en el diseño y producción de nuevas vacunas contra la gripe y el virus sincicial respiratorio a partir de la plataforma de proteínas recombinantes ya desarrollada. “Si con esta tecnología ya tenemos una vacuna aprobada, validar una próxima vacuna va a ser mucho más fácil. Los ensayos clínicos habrá que hacerlos, pero crear un nuevo antígeno será mucho más sencillo”. Para Cassará, lo importante ahora es mantener la calma y reconocer que el equipo ARVAC domina la tecnología de principio a fin. “Estas tecnologías demostraron que son más eficaces y más fáciles de industrializar a gran escala, a diferencia de las de virus inactivado”.


 
A pesar del desarrollo de este hito que marcó un antes y un después en la producción argentina de medicamentos, hay sectores que desprecian las innovaciones que podrían salvarles la vida. “Las vacunas y los grandes desarrollos no tienen que ver con un régimen político particular, sino con la decisión de desarrollarnos como país y tener soberanía, que es la capacidad de decidir sobre nosotros mismos”, cierra Juliana Cassataro.

Por su parte, Peirano es categórico: “Cuando un proyecto parece imposible, el único que puede llevar la iniciativa es el Estado. Cuando hay un problema y sabemos que la solución no va a llegar a quien la necesita por no tener los recursos, es el turno de las políticas públicas, que deberán alentar ese desarrollo, pero también garantizar su acceso haciendo que esa solución se provea como bien público o generando los recursos para que todos puedan adquirirlo”.

Nota actualizada el 16 de noviembre de 2023

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