Leandro Losada es historiador, investigador del CONICET, profesor de la Escuela de Política y Gobierno (EPyG) y director del Instituto de Investigaciones Políticas (IIP) de la EPyG-UNSAM/CONICET. En esta entrevista, reflexiona sobre los dilemas y los problemas irresueltos desde 1983 hasta hoy, y adelanta algunos de los temas que se abordarán en las VIII Jornadas de Investigación en Política y Gobierno, que tendrán lugar el 18 y 19 de abril en el Campus de la UNSAM.

¿Qué importancia tiene esta nueva edición de las jornadas en el marco del 40.° aniversario del retorno de la democracia en la Argentina? ¿Qué aportes puede hacer la Universidad a la reflexión sobre los legados de la democracia restaurada?

La importancia está planteada en la misma pregunta: este año, las jornadas tratarán sobre la experiencia democrática iniciada hace 40 años. Es una jornada importante, entonces, por el tema y por el tiempo transcurrido desde 1983. Los aportes de nuestras jornadas tienen que ver con la singularidad de la EPyG, que es la interdisciplinariedad. Habrá presentaciones sobre aspectos cruciales de la historia y la situación actual de nuestra democracia —derechos, representación, desigualdad, estado y políticas públicas— a cargo de especialistas en ciencia política, estudios internacionales e historia. De hecho, las temáticas de las jornadas reflejan las líneas de investigación que estructuran el proyecto de investigación del IIP, la unidad ejecutora de CONICET con sede en nuestra Escuela, que desde 2020 nuclea toda su actividad de investigación.

¿Cuáles son los principales dilemas y desafíos de la democracia en los órdenes local y global?

Los paneles tratarán sobre temas que, en mi opinión, definen las luces y las sombras de nuestros cuarenta años de democracia. En un momento histórico en el que la democracia se fundamenta principalmente en una renovación de las demandas por ampliación de derechos y los avances logrados en algunas áreas en los últimos años, que conviven con la vulnerabilidad que apareja la desigualdad económica y social. En este contexto, la representación, un dilema estructural de la política democrática, afronta desafíos novedosos, impactados además por la mutación en las estructuras partidarias y los liderazgos. A su vez, las insatisfacciones con la representación afectan el vínculo entre la clase política y la sociedad civil, y desde allí, la legitimidad de las políticas estatales. Semejante panorama muestra reconfiguraciones de la política democrática que trascienden la Argentina: la polarización, la ampliación de agendas de derechos, la multiplicación de movimientos sociales, etc., son rasgos y fenómenos que no pueden definirse como exclusivos de nuestro país.

Como historiador, ¿qué reflexión te merecen estos 40 años de democracia?

En una mirada amplia y panorámica, el fenómeno que más resalto es el impacto de la crisis de 2001, al que, de hecho, dedicamos la edición pasada de las jornadas. Esa crisis económica, social y política es un antes y un después de la historia iniciada en 1983, un punto de inflexión que, por lo demás, corta estos cuarenta años justo por la mitad, en gran parte porque los problemas que allí se manifestaron —crisis de representación y crisis económica— no han sido resueltos desde entonces.

Después de tantas ediciones, las Jornadas ya son un clásico de la Escuela. ¿Por qué es importante sostenerlas, darles continuidad y que sigan creciendo?

Cada jornada es una de las ocasiones anuales más importantes que tenemos para poner en diálogo las investigaciones que hacemos en la Escuela y los aportes de investigadoras/es de otras casas de estudio. Entiendo que por ello se han convertido en un punto de encuentro reconocido en las ciencias sociales argentinas. Muestra además que la EPyG hace contribuciones de referencia en temas centrales no solo del debate académico, sino también del debate público.

Toda la info sobre las Jornadas, acá.

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