Escuela de Economía y Negocios, Sin categoría
Una de las argumentaciones recurrentes por una parte del sector político vincula a la inflación con una explicación multicausal. Es decir, un fenómeno que no tendría sólo una razón o no sería sólo consecuencia de una medida. Conversamos con los economistas e investigadores, Florencia Fares (EEyN-UNSAM) y Gabriel Palazzo (IIEP-UBA-CONICET) para poder comprender este tipo de argumentos y profundizar en la problemática que más afecta la vida de las argentinas y argentinos hoy.
Hace años convivimos con índices de inflación que superan niveles conocidos y preocupan a toda la población. Sin embargo, en los últimos meses el proceso inflacionario se aceleró –según el INDEC, los precios al consumidor (#IPC) subieron 6,7% en marzo de 2022 respecto de febrero y 55,1% interanual- dejando al descubierto las dificultades que encuentran los equipos económicos técnicos para resolver el fenómeno.
En este artículo, buscamos profundizar en las respuestas que dan desde el gobierno, los equipos técnicos y la oposición o aquellos que critican la política económica ante la suba de bienes y servicios ¿qué significa hablar de multicausalidad? ¿Cuáles son los costos de operación? ¿Cuáles son los precios relevantes? ¿De qué se habla cuando se refiere al condicionamiento externo? Y la pregunta fundamental, ¿cuáles son las posibles salidas para desacelerar los procesos inflacionarios?
Para la becaria doctoral de la Escuela de Economía y Negocios, Florencia Fares (EEyN-UNSAM) la inflación claramente es un fenómeno multicausal: “el argumento que hay contra la multicausalidad es que hay una sola causa y que está ligada a la gestión fiscal y monetaria. Si bien es verdad que se observa que en los procesos de inflación moderada y alta siempre hay alguna cuestión ligada a lo fiscal y al financiamiento monetario. Es decir, un Estado que tiene un déficit fiscal muy alto, generalmente tiene problemas para financiarlo, porque sin mercado de capitales con el cuál se pueda endeudar e incrementar su gasto, no tiene otra alternativa que imprimir”. Según Fares, la cuestión de la emisión monetaria es endógena a la política fiscal, no es una cuestión exógena, porque responde a una necesidad del fisco. Por ello, se observa como causa y muchos la señalan como la más importante. Pero la investigación demuestra que, aunque haya períodos que permitan correlacionarlo, no es tan claro el vínculo. Siguiendo su línea, “eso no significa que una estrategia para desinflar no deba tener en cuenta la reducción, algunas experiencias muestran que bajar el déficit y reducir la monetización, ayuda a reducir los niveles pero no lo solucionan”. Aparte de la causal del déficit, Fares señala que la elevación en el precio de las commodities también repercute: “El número de marzo fue muy malo pero en el resto del mundo también hay inflación y lo que está pasando con los precios internacionales y toda la situación geopolítica también se traslada. Es innegable que estamos ante otra causa de la inflación y que va más allá de si los países tienen superávit o déficit”. A ello se suma lo que se señala como economía bimonetaria desde hace un tiempo y en la que la economista también enfatiza: “si se observan los altos cambiarios en la Argentina en los últimos años se da cuenta como la inflación se dispara luego de que sube el valor del dólar. Asimismo la existencia de un dólar blue, también indica una brecha y otro problema que hay que resolver. Acá también si vos lo pisas, puede ser un ancla nominal para hacer que la inflación se reduzca, se mantenga en cierto nivel pero si vos tenés mucha inflación y el dólar no se devalúa con esa inflación, perdés competitividad porque se atrasa el tipo de cambio real que es otro precio relativo importante en la economía”. Este caso explica la encerrona de la inflación y lo que Fares define como “costos de oportunidad”, tomar una medida -por ejemplo, mantener el tipo de cambio- puede resolver una situación pero perjudicar otras metas, afectando otros intereses. Este “tironeo de objetivos” prolonga la situación actual porque genera en algunos sectores la sensación de que no se están implementando medidas o de estancamiento.
Con respecto a la multicausalidad, Gabriel Palazzo (IIEP-UBA-CONICET) reflexiona que si las causas de la inflación son múltiples o tienen razones muy profundas, depende desde el plano que se está analizando: “Tenes causas que son las de corto plazo (tipo de cambio, tarifas y salarios), tenes shocks de oferta por otro lado, como aumento del precio de los alimentos internacionales o aumento del precio del petróleo, razones de política monetaria o de explicación institucional. Por eso, es inconducente el debate de las causas, uno podría pensar entre causas mediatas o inmediatas o de más largo plazo, siendo un poco distinto el enfoque a lo que se suele dar en la discusión pública”. De todos modos, ante una situación tan compleja con tantos escenarios que enfrentar, la pregunta urgente para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía se centra en cuáles son las estrategias de política económica que desinflen. Ese es el gran desafío para Florencia Fares y que tiene que ver más con la política que con la economía “¿Cómo llegar a un consenso entre las partes? Está claro que hay un acuerdo con el FMI con metas que hay que cumplir. Entonces, no está en discusión si hay que hacerlo o no, sino el cómo. Por lo que han dicho los funcionarios del gobierno, la estrategia para bajar la inflación busca ampliar la recaudación. Si observamos el precio de las commodities que han crecido mucho, los derechos de exportación que son los tributos que se computan a partir de eso, han aumentado consecuentemente. Esto ayuda a la recaudación. Pero también hay que analizar el gasto y uno de los temas alineados a esta reducción del déficit se vincula con las tarifas ¿qué vamos a hacer con los subsidios a la energía? Las tarifas están atrasadas con respecto a los precios del resto de la economía, eso es lo que llamamos precios relativos. Si estos están muy atrasados, también se genera un problema para el Estado. Al subir las tarifas, podés solucionar una parte pero te va a traer un problema por otro lado, porque ese aumento puede verse replicado en la suba de otros productos e impactar en la canasta básica. Se puede apostar a que sea un pico que después se estabiliza. Eso siempre y cuando el precio no se vuelva a atrasar.”
Del interrogante por las estrategias, se desprende la pregunta por las diferentes políticas públicas que vienen llevándose adelante pero que no muestran los resultados esperados. Para los economistas consultados, el desempeño económico de Argentina es ineficiente desde antes de la pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania. Entonces, ¿qué hay que mirar? Para Fares, “políticas como precios cuidados funcionan como parches, terminan siendo de poco alcance porque los efectos se agotan rápido y porque es muy difícil controlar que en cada negocio tengan los productos y cumplan con los precios. Es decir, es una política muy costosa”. Eso no quiere decir que la gente no elija los productos pero las investigaciones observan desabastecimiento, lo que indica que las personas toman el precio como referencia y cambia de marca si tiene que hacerlo. Del mismo modo se refirió al anuncio de bonos realizado por el Ministro Guzmán: “quizá es lo mejor que podés hacer en este contexto pero eso no soluciona el problema de fondo, porque te ata a que la gente esté esperando todo el tiempo el bono porque sino no llega. No es que vos generaste crecimiento, mayor capacidad de producir y más plata para todos, algo sostenible en el tiempo”.
Asimismo, Florencia Fares indica que las estrategias y políticas no deben perder de vista que “a medida que se va acelerando la inflación: las tarifas, el dólar, las políticas de precios que tienen que ver con la coordinación de precios y salarios, se van a retrasar muchísimo, muy rápidamente. Generalmente, una observa que cuando tenes muy alta inflación es más fácil estabilizar que cuando estás en este momento de inflación moderada/alta”. El problema es que en la Argentina, las experiencias de hiperinflación desembocaron en programas de convertibilidad que luego terminaron en estallidos sociales. Los fantasmas y el miedo con aquello que puede volver a suceder se hacen presentes como la sensación de estar viviendo todo nuevamente, una especie de loop constante. El panorama es extenuante y hasta ahora las medidas que se toman, no logran dar respuesta.
“Aún así una podría pensar que quizá las soluciones para distintos tipos de niveles de inflación son distintas, no hay por qué pensar que la misma receta funciona en todos los contextos, en todos los momentos. Eso también es parte del pragmatismo, entender, leer y tener un buen diagnóstico”, expresa Fares y lo hace en sintonía con Palazzo que reflexiona: “Más que pensar en políticas sectoriales para los sectores perjudicados, la estrategia tiene que pensar en cuál es el combo de política monetaria, fiscal y cambiaria que tiene que llevarse adelante para reducir la inflación con un plan de estabilización macroeconómico general. Las medidas circunstanciales para un sector específico son de corto plazo y no van a atacar a la raíz del problema. Si se puede pensar que, dentro de un plan de estabilización o desinflación, se tomen medidas que intenten cuidar de los efectos negativos a la población más vulnerable. La verdad es que si bien en el mundo se está acelerando la inflación, en ninguno lo hace como acá. Si bien el shock nos afecta, no es comparable con los niveles que tenemos. Si esto explica un 5 o 10% del total de nuestra inflación, todavía tenemos un 90% de cosas que explicar y encauzar para poder reducir la tasa de inflación. Es difícil, el contexto internacional agrega dificultad, la falta de cohesión política todavía más, dentro de toda la coalición gobernante, como la grieta general en la que está la sociedad argentina pero que nosotros no podamos resolver nuestros problemas inflacionarios tiene más que ver con nosotros que con el resto del mundo”.
A la búsqueda de soluciones políticas, también se enfrentan diversas consecuencias de los mismos programas económicos, en el medio, la aceleración de la inflación y la disparidad en los precios de los productos hace perder la referencia de los mismos, algo fundamental para el sostenimiento de la vida cotidiana. Evaluar bien, ser pragmático, no atarse a los dogmas ni a teorías, pensar qué economía tengo, que es lo que está pasando, revisar objetivos y metas, no tener miedo de volver a definirlos, son algunos de los puntos que señala Fares como parte de ese plan de desaceleración que debe elaborarse. Todo ello, sin perder de vista que el programa debe ser también creíble porque ante los intentos fallidos, la incertidumbre resulta la peor enemiga.
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