Dirección de Género y Diversidad Sexual, Secretaría General Académica
A 46 años de la dictadura cívico-militar iniciada el 24 de marzo de 1976 en Argentina, la comunidad UNSAM participó de la jornada de lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia, en la que se visibilizó y reflexionó sobre las violencias perpetradas hacia el colectivo de la disidencia sexual.
Este año se cumplen 46 años del inicio de la última dictadura cívico militar en la Argentina. A partir de 1983 se sucedieron siete períodos de gobiernos elegidos por el voto, que tuvieron diversas aproximaciones a las causas de derechos humanos. Desde el silencio de las leyes de obediencia debida y punto final de 1986, hasta la nulidad de las mismas y la reapertura de los juicios, la sociedad argentina en su conjunto atravesó un proceso que ha ido de menor a mayor para el reconocimiento de la memoria y el juicio y castigo de aquellos crímenes.
Sin embargo, el retorno a la democracia en el ’83 no implicó necesariamente un reconocimiento de la memoria y la reparación de la comunidad LGBTTTIQ+. Desde hace años, activistas de la diversidad sexual vienen denunciando que los crímenes contra personas LGBTTTIQ+ no han sido aún visibilizados ni castigados. Una de las consignas emblemáticas, Fueron 30 mil (desaparecidxs), fue reapropiada por las organizaciones de los colectivos de la diversidad sexual. Fueron 30.400 es la consigna que visibiliza a las 400 personas LGBTTTIQ+ que se estima fueron víctimas del terrorismo de Estado.
En 1987, Carlos Jáuregui, primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) entre 1984 y 1987, publica “La homosexualidad en Argentina”, donde plantea una cifra icónica para representar a los desaparecidos homosexuales víctimas del terrorismo de Estado. El fundador de la CHA cuenta que el rabino Marshal Meyer, miembro de la Comisión Nacional de los Desaparecidos, le aseguró que unos 400 homosexuales figuraban en una lista de la dictadura.
La violencia hacia las personas LGBTTTIQ+ no se inició en el ’76 ni finalizó en el ’83. Durante ese período, la persecución y represión hacia las disidencias se intensificó y el trato recibido fue especialmente sádico y violento. Uno de los casos que da testimonio sobre la represión vivida hacia las personas LGBTTTIQ+ es el de Valeria del Mar. Ella es travesti y estuvo secuestrada en el centro clandestino Pozo de Banfield. A partir de 2013, fue querellante en la causa por delitos de lesa humanidad cometidos en ese centro entre 1976 y 1977. Su denuncia tiene un valor crucial: no solo porque visibiliza hechos aberrantes en pos del debido enjuiciamiento, sino porque que pone blanco sobre negro al narrar lo vivido en la esfera privada, lo que contribuye a comprender acciones que se enmarcan en una violencia sistemática. El paso al plano de lo público colectiviza la narrativa de los hechos. En este sentido, las intervenciones de memoria en los espacios comunes de la sociedad son claves: formalizan la confrontación colectiva contra el negacionismo y el olvido para no repetir el pasado.
En este marco, y ante un nuevo aniversario de la época más oscura de nuestra historia, desde la Dirección de Género y Diversidad Sexual (DGyDS) de la Secretaría General Académica, junto con el Centro de estudiantes de la Escuela IDAES, llevamos adelante una actividad el día 23 de marzo en la que convocamos a la comunidad UNSAM a colocar 400 cintas de la bandera del Orgullo y pañuelos blancos en las ramas de uno de los árboles centrales del Campus representando las violencias perpetradas hacia el colectivo de la diversidad sexual. Además, se leyeron extractos de producciones académicas y periodísticas vinculadas a esta temática. Para poder acceder a más información sobre este tema, elaboramos con la ayuda de la Biblioteca Central UNSAM y el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) este relevamiento de material bibliográfico.
La UNSAM es un espacio de producción de conocimiento fuertemente comprometido con su tiempo y su territorio. El desafío es que la formación de nuestrxs profesionales amplíe el proceso de construcción de la memoria colectiva en clave de género y diversidad. Por tal motivo, y entendiendo que el silencio en torno a estas historias también se produce socialmente, consideramos necesario brindar espacios que permitan poner en diálogo las experiencias de aquellos años, con el compromiso de que sea efectiva la consigna del Nunca Más.