Transición energética: ¿La Argentina tiene una estrategia integral de descarbonización?
En el marco de los diez años del área de Ambiente y Política, Elizabeth Möhle, especialista en ciencias ambientales del Área de Ambiente y Política de la UNSAM, caracteriza la matriz energética nacional y analiza las políticas de descarbonización implementadas en nuestro país en las últimas décadas.
Por Elizabeth Möhle
Caracterización de la matriz energética
Si comparamos la matriz energética primaria de 1970 con la de 2016, podemos ver un clarísimo reemplazo del petróleo por el gas. El porcentaje de petróleo bajó de un 71 % a un 33 %, mientras que el gas aumentó de un 18 % a un 53 %. Esto es relevante porque, si bien ambas son fuentes fósiles, el petróleo tiene un 37 % más de emisiones de gases de efecto de invernadero que el gas1.
Los gráficos dan cuenta del peso que históricamente —y aún hoy— tienen los hidrocarburos en nuestra matriz energética, representando casi el 90 % de los consumos. A su vez, se observa la incorporación gradual de la energía hidráulica y la energía nuclear, y la reducción en el uso del carbón. Esto, en el marco de una duplicación de la demanda total de energía en el país.
Es importante observar esta matriz en un contexto global en el que el petróleo y el carbón son protagonistas indiscutibles. El carbón es aún más contaminante que el petróleo, ya que duplica sus emisiones. Si bien la matriz argentina es absolutamente dependiente de los combustibles fósiles, por su esquema basado en gas natural tiene emisiones de GEIs relativamente más bajas que las de la matriz global.
Si miramos la matriz eléctrica de la Argentina, nos encontramos con una imagen levemente diferente, en la que la generación a partir de combustibles fósiles se reduce al 61.4 % —un 21.7 % se explica por la hidroeléctrica, un 7,5 % por la nuclear y un 9,5 % por las renovables—.
El peso creciente de las renovables en la matriz eléctrica se explica por un incipiente esquema de incentivos a ese tipo de generación de energía. En 2006, se sancionó la Ley 26.190 de Régimen de Fomento Nacional para el uso de fuentes renovables de energía destinada a la producción de energía eléctrica. A partir de esta ley se buscó aumentar el aporte de las llamadas “energías renovables alternativas” (biomasa, solar, eólica, mini-hidroeléctricas, geotérmica, residuos, etc.) estableciendo metas de un 8 % de cobertura de consumo para 2019 y un 20 % para 2025. La norma recién se reglamentó en 2009; el proceso de incorporación efectiva de las renovables al sistema fue lento, pero pasó de casi un 0 % en 2009 a un 1,8 % en 2016 y a un 5 % en 2019, superando el aporte de la energía atómica.
En cuanto a las renovables, vemos que han llegado a un pico del 24 % y, en condiciones climáticas favorables, pueden explicar una porción relativamente importante de la generación eléctrica. A su vez, observamos un claro protagonismo de la energía eólica por sobre las otras alternativas tecnológicas.