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La docente e investigadora del Instituto de Altos Estudios Sociales se especializa en el análisis de los procesos de construcción política. En esta entrevista plantea la singularidad del desafío que enfrenta la sociedad para gestionar una cuarentena prolongada.
¿Cuáles son los efectos sociales de esta pandemia en la Argentina?
Este pandemia supone un cambio abrupto para la vida cotidiana de la población que no admite muchas comparaciones en Argentina. Se pueden pensar en otras crisis, pero esos casos no tienen referencia a un fenómeno global. No es posible encontrar una conmoción social que reúna características similares. Es algo novedoso. Si bien hay quienes plantean especulaciones sobre el futuro del sistema capitalista, surgieron toda una serie de problemas urgentes que debe afrontar un Estado debilitado, que se aprestaba a la renegociación de sus deudas.
Parece haber una aceptación generalizada sobre las medidas tomadas por el Gobierno nacional, ¿qué pensás sobre esta particularidad?
Desde el Ejecutivo se han anunciado unas cuantas medidas y se esperan más. La situación puede alterarse, pero por ahora pareciera haber un consenso mayoritario con las medidas que toma el Gobierno, que están muy acordadas con los diferentes referentes políticos. Creo que en eso tiene una virtud el tono moderado y a la vez pedagógico que tiene Alberto Fernández. La cantidad de especialistas que tiene rodeándolo, autoriza su discurso, y la catástrofe que se vive en otros países sirve como advertencia.
Hay un mensaje que se transmite con las fotos de las reuniones con los gobernadores de las provincias, que se promueven desde la presidencia pero que todos los actores tienen interés en transmitir. Intentar sacar rédito político de esta crisis en este momento parece muy oportunista para quienes no gobiernan. Y quienes gobiernan necesitan que no se desborden sus sistemas de salud.
Participaste de un relevamiento de los efectos del aislamiento social en barrios vulnerables de los partidos de Hurlingham, Morón y la Matanza y la villa 1-11-14 en CABA, ¿qué surgió de las entrevistas telefónicas con referentes barriales y de organizaciones sociales?
La situación en los barrios vulnerables es muy delicada, porque se combinan varias problemáticas a la hora de cumplir con la cuarentena y los protocolos de salud: una lejanía de la sensación de peligro frente a COVID-19 (mucho menor que frente al dengue, por ejemplo, que afecta a varios barrios); dificultades habitacionales para cumplir la cuarentena (falta de vivienda; hacinamiento; violencias y abusos intrafamiliares); y una fuerte preocupación por la subsistencia (comida y alquileres). Nadie vive de un plan social en Argentina; se combinan con changas en la construcción, en el comercio, entre otras actividades. Prolongar el aislamiento le impide a esta población pagar los alquileres informales. El congelamiento de los ingresos y el aumento de los precios en los comercios de los barrios suman tensión a la incertidumbre. La extensión de la cuarentena más allá de fin de mes va a suponer nuevos consensos y nuevas medidas para que la situación social no se desborde en los barrios vulnerables de todo el país.
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