El aumento de los precios del transporte generó una protesta estudiantil que derivó en una ola de manifestaciones populares en el séptimo país más desigual del mundo. La represión por parte de las Fuerzas Armadas y carabineros no se hizo esperar y a un mes del conflicto el país ya cuenta con 20 muertos, más de 2 mil heridos y centenares de detenidos.
Asesinatos, arrestos ilegales, 2 mil heridos, 272 personas que perdieron sus ojos por perdigones policiales y múltiples violaciones a los derechos humanos son las denuncias que llegan de Chile desde hace un mes. Las demandas sociales que exigen la renuncia del presidente Sebastián Piñera y una reforma constitucional son reprimidas a sangre y fuego por carabineros y militares que ocupan las calles del país.
Mónica Gerber, docente chilena en la Universidad Diego Portales (UDP) e investigadora del Centro de Conflicto y Cohesión Social (COES) detalló el perfil de las Fuerzas Armadas y del Orden en el país: “Carabineros ha estado principalmente a cargo del control en las manifestaciones, mientras que las Fuerzas Armadas estuvieron en las calles durante el estado de excepción y el toque de queda. Tanto el ejército como Carabineros son muchas veces considerados como opción laboral por jóvenes de estratos sociales bajos, dado que dan la oportunidad de obtener estudios y trabajar al mismo tiempo, alcanzando una jubilación más alta que en otros trabajos”.
Al inicio del conflicto, el presidente Piñera decretó estado de emergencia y toque de queda en todo el país, y llegó a declarar una guerra “contra un enemigo poderoso”. Horas más tarde, el general Javier Iturriaga negó la versión presidencial. “Cuando el General Iturriaga indicó que él no estaba en guerra con nadie mostró una clara distancia con la visión que el presidente Piñera había planteado el día anterior. Podría argumentarse que, al hablar de guerra, Piñera estaba buscando interpretar el conflicto social como uno entre ‘los ciudadanos de bien’ y aquellos que han cometido actos de vandalismo y saqueos, o, ‘delincuentes’. Resulta difícil saber en qué dimensión el General Iturriaga quiso generar esta distancia, pero podría esgrimirse que quiso evitar generar una distancia entre las personas y las Fuerzas Armadas.”, dijo Gerber.
Tras un mes de violencia desmedida, Gerber explicó que “Chile se encuentra en un punto de muy baja legitimidad en prácticamente todas sus instituciones políticas”, lo que dificulta la estabilidad democrática. “La represión policial que ha vivido Chile estas últimas semanas reflejan un intento desesperado del gobierno por mantener el orden y la estabilidad en un contexto de baja legitimidad. Sin embargo, la violencia ha terminado generando el efecto contrario, dado que las violaciones sistemáticas a los derechos humanos solamente han generado más molestia y una mayor creencia en la necesidad de utilizar medios violentos para lograr cambios”, concluyó.
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