Lectura Mundi, Territorio Educativo

El grupo de teatro Las empoderadas estrenó en la cárcel ¿Son todas iguales?

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Las Empoderadas, el grupo de teatro de la Unidad 46 del Complejo Penitenciario de José L. Suárez, estrenó su obra el lunes 11 de noviembre. “El teatro nos cambió la manera de enfrentar nuestro presente”, cuentan las protagonistas.

Por Florencia Arce. Fotos: Florencia Petersen

“Salís de la rutina del pabellón”, dice Loana. “Te da energías positivas”, dice Carla. “Acá puedo expresarme”, dice Daniela. “Yo no salía de la celda, no hablaba”, dice Agustina. Ellas son algunas de las integrantes de Las Empoderadas, el grupo de teatro formado en la Unidad 46 del Complejo Penitenciario de José L. Suárez que hace poco estrenó su primera obra, ¿Son todas iguales?, después de dos años de trabajo.   

El salón, que habitualmente se utiliza para recibir a lxs familiares de las detenidas, estaba lleno de gente. Algunxs pegaban carteles; otrxs, armaban la mesa de dulces, tapaban las ventanas y montaban la escenografía para convertir el espacio en un teatro.

“Hace dos años no teníamos acceso a las chicas y se hacía difícil. No siempre se puede programar un día y horario para las actividades”, cuenta Nancy, integrante del Programa de Desarrollo y Articulación Territorial de Lectura Mundi y del Colectivo de Mujeres Osadía, que organiza el taller. “Ellas venían de estar inmóviles, teníamos que ponerlas en movimiento y activar la escucha y la palabra. Así empezamos a construir un vínculo”, dice. 

“Anoche estuve muy mal y hoy no quería venir, pero me hace bien el taller. Me siento fuerte por estar acá”, dice Daniela, que en la obra interpretó a una mujer hostigada por un hombre en la calle. Hace dos años que Daniela está en la cárcel y hace uno que participa del taller, donde encontró un lugar para expresarse. “Sobre todas las cosas, acá puedo creer que me están entendiendo, escuchando y creyendo”. 

Agustina es flaca, alta y tiene el pelo muy cortito. En la obra le tocó el papel de marido violento. Ella misma pide ser entrevistada, quiere contar su historia. Hace algunos meses ni siquiera hablaba, se quedaba en la celda. Hasta que una amiga le dijo “¡Animate!” y se sumó al taller. “Progresé bastante con el taller. Mi mamá está contenta de que participe”, cuenta. 

“Feliz y nerviosa”, así se define Carla, una de las más verborrágicas. “Son más las veces que estás bajón que las que estás bien”, dice, y esas sensaciones se repiten en los testimonios de Hilda, que se anotó en el taller para “liberarse un poco del encierro”, y de Loana, que en el taller se siente acompañada. 

Nancy dice que, en los horarios del taller, todas cruzan los muros. “Salimos de acá cuando nos contamos lo que nos pasa. Ellas pueden confiar en nosotras y nosotras en ellas. Y eso es un universo acá adentro”, asegura. 

Sobre el trabajo del Colectivo de Mujeres —que todos los lunes dictan el taller en la Unidad—, el coordinador del Programa de Desarrollo y Articulación Territorial, Ernesto Paret, dijo: “Esta clase de actividades son para garantizar que nadie más esté en este lugar. Lo más importante es que ustedes, a partir de su experiencia, puedan transformar su situación y transmitirla en sus barrios. Parece un sueño, pero de eso se trata”.

Al cierre del estreno, Carla celebró: “Acá encontramos un grupo. A veces no estamos bien, porque tenemos a nuestras familias afuera y no es fácil, pero nos contenemos. Incluso pudimos hacer una obra con compañeras de otro pabellón. Si nos ponen una ficha, podemos lograr algo lindo”.

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Nota actualizada el 22 de noviembre de 2019

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