Escuela de Economía y Negocios, INCALIN, Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental, Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, Notas de tapa
Investigadorxs de la UNSAM analizan el impacto del virus que matará a 200 millones de cerdos en China. Cuáles son las causas de su expansión y cómo afecta a la economía argentina.
“El leve aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. El antiguo proverbio chino utilizado para explicar la teoría del caos sugiere que un mínimo acontecimiento puede tener enormes consecuencias. ¿Qué pasa si cambiamos “el leve aleteo de una mariposa” por “la muerte de 200 millones de cerdos”? La crisis sanitario-alimenticia en China ya tiene impacto mundial y repercute en la economía argentina, es decir, “al otro lado del mundo”.
El virus de la peste porcina africana ingresó a China y está causando una crisis sin precedentes. Según las estimaciones de la entidad financiera multinacional Rabobank, de los 360 millones de cerdos que se produjeron en el país asiático en 2018, entre 150 y 200 millones morirán o serán sacrificados. Esto equivale a una pérdida de 55 millones de toneladas de carne, una reducción de producción de un 35 % y futuros aumentos de hasta un 70 % del precio en la carne.
“En China el cerdo es un patrimonio cultural milenario y es la carne más consumida en todo el mundo. No es fácil plantear un reemplazo por otras carnes, porque los chinos están acostumbrados a comer cerdo. Tiene sus tradiciones y su forma de cocinar”, explica Ricardo Rodríguez, director de la Ingeniería en Alimentos del Instituto de Calidad Industrial (INCALIN) de la UNSAM y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
La peste porcina africana no representa una amenaza para la salud humana, pero es altamente contagiosa y mortal para los cerdos de criadero. A tal punto que el mínimo contacto con el virus puede enfermar a todos los cerdos de una región. Como no existe cura ni vacuna, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) indica “el sacrificio y eliminación de todos los animales de las explotaciones infectadas y una limpieza y desinfección completas”.
Diego Álvarez, científico del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB), explica las características de la enfermedad: “El problema con este virus es que no hay una vacuna. Las únicas medidas de contención que se pueden implementar son la detección de los animales infectados y la prevención del contacto con el grupo de animales de cría. Cuando se manifiesta en forma aguda, la enfermedad es muy virulenta, por eso estos brotes terminan con la muerte masiva de los cerdos”.
Los jabalíes y los cerdos salvajes son los principales hospedadores sanos del virus. Si bien estas razas no se enferman, sí pueden diseminar el patógeno. Sin embargo, el principal vector es el ser humano: se cree que son los cazadores de estos animales los principales diseminadores, que luego de sus expediciones de matanza, ingresan a las ciudades portando el virus en sus ropas, sus vehículos, sus calzados y los cuerpos de los animales que cazan.
La República Popular China tiene una superficie de 9.597 millones de km². Por su gran extensión, es muy difícil para el Estado controlar lo que sucede en toda la frontera. Pero si la enfermedad no afecta a los humanos, ¿por qué no se puede consumir la carne de los cerdos infectados? “Toda enfermedad viral produce fiebre y esto afecta los músculos. Por la afección, en esos músculos se forman toxinas y su ingesta puede producir desde gastroenteritis hasta enfermedades graves”, cuenta Rodríguez.
En los últimos años, China se erigió como uno de los principales actores del comercio mundial. Sin embargo, la crisis sanitario-alimenticia que hoy enfrenta hace tambalear esa estabilidad económica. Con casi 400 millones de cerdos, el país asiático es el principal productor, consumidor, exportador e importador de estos animales en todo el mundo.
En la Argentina, la principal fuente de divisas son las exportaciones de soja. Según las últimas estimaciones del Centro de Economía Regiona (CERE) de la Escuela de Economía y Negocios (EEyN), para el período 2018-2019 se producirán alrededor de 54 millones de toneladas, de las cuales más del 80 por ciento se exportarán como porotos, aceite, harina y pellets. El problema es que el principal importador de soja argentina es China y el grueso de esa materia prima se utiliza como alimento para los cerdos que produce.
Adrián Gutiérrez Cabello, economista y director del CERE, dice: “En principio, se puede dar una baja en la producción de semillas y pellets de soja y, posiblemente, se vea una merma en las exportaciones. Es probable que más tarde eso se recupere, en parte por el mayor consumo interno que habrá para cubrir la demanda de cerdos de exportación para China”.
En abril de este año, la Argentina exportó por primera vez carne de cerdo a China mediante un convenio entre el Ministerio de Producción y Trabajo y los frigoríficos La Pompeya, Campo Austral y Paladini.
La economista Agustina Ciancio, miembro del equipo de investigación del CERE, menciona que al principio de la crisis se observó una caída en el precio mundial de la soja y sus derivados por la merma de las importaciones chinas, pero destaca la idea de afianzar el comercio de carne de cerdo. “La Argentina tiene todo para exportar cerdo, pero hay algunos problemas de escala”, advierte y señala que más del 45 % de las unidades productivas de cerdo en la Argentina provienen de la economía familiar, por lo que los productores no cuentan con un stock a la altura de la demanda.
Según Gutiérrez Cabello, “el gran desafío de la Argentina será transformar las exportaciones de maíz y soja en carne” y explica que “el equivalente de exportación de grano convertido en carne se multiplica por cuatro”. Entonces, si en términos relativos la tonelada de equivalente de maíz y soja convertida en alimentos tiene un precio internacional de 470 dólares, la tonelada de carne equivalente podría estimarse en 1880 dólares.
“De esta conversión grano-carne podrían surgir cientos de puestos de trabajo, porque se generaría una industria mayor. Por otro lado, con este tema de la peste porcina tendremos que ser muy rigurosos con los controles y asegurar que se cumplan todos los requisitos sanitarios específicos”, dice el investigador.
Impacto ambiental
¿Cómo impacta en el medioambiente la muerte de 200 millones de cerdos a causa de la peste porcina africana? Al igual que los residuos sólidos urbanos, los cuerpos de los cerdos requieren un tratamiento específico en los denominados rellenos sanitarios, donde son enterrados de acuerdo con parámetros internacionales.
Al respecto, el especialista en gestión de residuos del Instituto de Investigaciones e Ingeniería Ambiental (3iA) Gustavo Protomastro explica: “Si los animales son enterrados correctamente, no se generan daños al medioambiente. Los rellenos sanitarios tienen un estándar internacional que define cómo se deben diseñar. Una construcción de este tipo no puede estar en áreas inundables, tiene que tener un suelo con un metro de arcilla ventonita, cada cerdo debe estar recubierto con una geomembrana de polietileno de alta densidad, soldaduras específicas y un sistema de lixiviado de los fluidos que desprenden, entre otros puntos”, detalla.
Al respecto, Protomastro destaca la decisión del gobierno chino de optar por este tipo de tratamiento ambiental en lugar de la incineración. “La decisión de eliminar a todos esos animales para cortar el riesgo de contagio es buena. Es importante mantener el monitoreo para detener el virus”, concluye.
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