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El Rectorado de la Universidad Nacional de San Martín se pronuncia ante el devastador incendio que destruyó el edificio de la histórica institución brasileña.
La desaparición física del Museo Nacional de Brasil —de la Universidad Federal de Río de Janeiro— por causa de un incendio que convirtió al tradicional edificio de la Quinta da Boa Vista en cenizas en pocas horas nos conmueve profundamente y nos llena de tristeza.
El Museo poseía uno de lo acervos científicos y culturales más grandes de América Latina. Creado por el rey Joao VI, guardaba una colección de botánica, zoología, paleontología y etnología que lo hacía único y ahora irremplazable. El edificio albergaba además programas de posgrado de excelencia en arqueología, botánica, geología y zoología y era la sede del Programa de Posgrado en Antropología Social (PPGAS), centro pionero de las ciencias sociales en la región, fundado en 1968 en el contexto de la modernización de las ciencias sociales brasileras y un polo de producción científica, innovación teórica y formación regional.
En las últimas décadas, el PPGAS tuvo una gran centralidad en la renovación de las ciencias sociales argentinas. Muchos investigadores argentinos frecuentaron el Programa como estudiantes o visitantes desde 1970, algo que tuvo un gran impacto en la consolidación institucional de la llamada antropología social en el contexto de la posdictadura y, más recientemente, en la promoción de un tipo de investigación empíricamente rigurosa y teóricamente innovadora que deja una marca en generaciones de investigadores argentinos. Además, el PPGAS influyó en la consolidación de varios centros locales de formación en ciencias sociales y antropología. Una particular relación lo une al Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín. Tanto para sus estudiantes de grado y posgrado como para muchos de sus docentes e investigadores, el PPGAS del Museo Nacional es un espacio de referencia académica afianzado por sólidas relaciones institucionales y por su impulso a la circulación de tradiciones intelectuales que promueven nuevos modos de pensar centralmente desde nuestra “periferia”.
El Museo Nacional acompañó la historia de Brasil por más de 200 años y su desaparición es un impacto letal en toda la cultura y la ciencia latinoamericanas. La tragedia se da, además, en un contexto regional de desfinanciamiento y de avance agresivo sobre los pocos espacios comunes de producción cultural y científica pública. Ese horizonte común a nuestra coyuntura nos acerca por el lado más siniestro. A muchos de nosotros, por suerte, nos unen además memorias personales, vínculos afectivos y experiencias de conocimiento que se enlazan ahora en un momento trágico y lleno de dolor, pero también en la voluntad de estar cerca de todos sus funcionarios, investigadores y amigos.
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