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Representado por los investigadores Diego Comerci, Juliana Cassataro y Juan Ugalde, el IIB-INTECH es una de las 10 entidades del mundo que competirá para desarrollar y patentar una vacuna contra la Brucella melitensis, una enfermedad que afecta a personas, cabras y ovejas en algunas regiones de África, Asia, América y Medio Oriente. La convocatoria proviene de AgResults, un consorcio integrado por la fundación Bill y Melinda Gates y los Gobiernos de Australia, Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido.
Por Alejandro Zamponi | Foto destacada: Leandro Martínez
“Esta clase de logros no se alcanza solo con conocimientos y vocación: nuestro equipo tiene toda una infraestructura por detrás que se construyó con planes e inversiones”, sostiene el biotecnólogo de la UNSAM Diego Comerci sobre la decisión del consorcio internacional AgResults, que será implementada por GALVmed, de otorgarle 100.000 dólares al equipo que dirige en el marco de una competencia internacional para el desarrollo de una vacuna contra la Brucella melitensis.
“Este reconocimiento es un nuevo paso en un camino que ya lleva más de veinte años”, asegura Juan Ugalde, otro de los investigadores que, junto con Juliana Cassataro, completa el equipo interdisciplinario del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas-Instituto Tecnológico Chascomús (IIB-INTECH), que depende de la UNSAM y el CONICET, a cargo del desarrollo. “Nuestras investigaciones se iniciaron para resolver una problemática del ganado argentino y terminaron abarcando a 600 millones de personas y cuatro regiones del mundo”, se enorgullece Ugalde. “Llegamos a la brucelosis por mi padre —el investigador y fundador del IIB-INTECH, Rodolfo Ugalde—, quien se interesó en la temática cuando trabajaba con el premio Nobel Luis Federico Leloir. En sus últimos años, Leloir se encontraba investigando sobre Rhizobium, una bacteria no patógena, pero evolutivamente cercana a la Brucella, que está vinculada con el rinde de los cultivos”, recuerda el investigador. “El plan estratégico del IIB-INTECH, la construcción del Laboratorio de Bioseguridad, el INTECH con su Centro de Desarrollo Genético Ovino y los grupos de investigación en brucelosis son parte de la misma historia, que tiene como denominador común a mi padre. Él nos transmitió que había que hacer ciencia que tuviera impacto en la sociedad que nos rodea”, reafirma Ugalde.
La competencia tiene un plazo máximo de 10 años y tres etapas eliminatorias. La primera entidad que logre llevar a escala comercial la idea propuesta, demuestre su eficacia y obtenga los derechos para su producción y comercialización en un país desarrollado podrá obtener hasta 26,1 millones de dólares.
“El jurado buscó ideas interesantes y equipos con capacidad de realización, lo que involucra instalaciones, pero también capacidad asociativa con el sector privado: para la última etapa, que es la del registro, la participación de un laboratorio multinacional es fundamental. El jurado consideró que la UNSAM se destaca en estas tres dimensiones”, indica Comerci. “Lo novedoso de la propuesta es que se trata de una competencia y no de un subsidio. Si alcanzamos las metas, obtenemos el premio. Esto nos obligará a buscar financiación y trabajar enfocados para poder cumplir con los objetivos”, detalla el especialista.
El liderazgo del equipo se completa con Juliana Cassataro, quien ya había obtenido un subsidio de un millón de dólares de la Fundación Bill y Melinda Gates. “Mejorar algo que ya es bueno no es tan fácil, pero creo que lo vamos a lograr. Ahora que pasamos la primera fase, tenemos chances. Antes no las teníamos”, asegura la investigadora.
Juan Ugalde, Juliana Cassataro y Diego Comerci
La brucelosis caprina es una enfermedad infecciosa que permanece endémica en algunas regiones de África, Asia, Medio Oriente y partes de América. El impacto económico y sanitario es alto porque la población de riesgo hoy se estima en 600 millones de personas que practican la agricultura de subsistencia.
En cabras y ovejas, la enfermedad causa abortos, infertilidad, reducción en la producción de leche y pérdida de peso. A su vez, en humanos provoca fiebre ondulante y manifestaciones crónicas muy difíciles de curar. Si bien no suele tratarse de una enfermedad mortal, sí es severamente incapacitante. El impacto económico anual de la brucelosis en el sudeste asiático y el África subsahariana asciende a 500 millones de dólares y se estima que produce 500.000 nuevos casos por año en humanos, una cantidad similar a la generada por la fiebre tifoidea, aunque con una tasa de mortalidad muy baja.
Hasta ahora, solo existe una vacuna para su control, pero presenta una serie de desventajas e inconvenientes que la vuelven inaplicable en las regiones más pobres del mundo, donde la enfermedad permanece endémica y con un 40 % de prevalencia. La competencia de AgResults busca generar una vacuna superior y aplicable en dichas regiones.
¿Cómo sigue el proceso?
Juan Ugalde: Ahora hay que desarrollar la vacuna. Nuestra idea es tener las pruebas de concepto listas en dos años. De llegar a estar entre los primeros cuatro equipos que lo logren, accederemos a un millón de dólares.
¿Qué posibilidades tienen de acceder a esa etapa?
J. U.: Tenemos un background enorme: podemos manipular genéticamente las diferentes especies de Brucella y sabemos cómo se comportan en diversos modelos animales. Conocemos la microbiología del organismo.
Juliana Cassataro: La Brucella melitensis puede ser mucho más virulenta que la Brucella abortus, por lo que debemos lograr una vacuna superior a la existente.
J. U.: Nosotros llevamos ventaja. La ciencia es prueba y error; y eso, en el fondo, sigue siendo una cuestión de tiempo.
Diego Comerci: Nuestro grupo está bien posicionado en el campo de las vacunas. Nos eligieron también porque hemos sido uno de los pocos laboratorios en el mundo que condujo pruebas de vacunación en grandes animales durante los últimos 10 años. De hecho, lo que vamos a hacer para este proyecto es una adaptación de la vacuna Delta-pgm, que desarrollamos para bovinos a cabras y ovejas. Además, sumaremos algunos secretillos más que no vamos a adelantar porque esto es una competencia.
J. U.: Las pruebas en animales grandes son muy caras en todos lados, pero más en los países desarrollados. En este caso, la ventaja es que las cabras y las ovejas son más baratas y tienen ciclos reproductivos más cortos. Esto es importante porque debemos conducir pruebas sobre animales gestantes. Tenemos el apoyo del Centro de Reproducción Ovina de la UNSAM y estamos confiados en sumar el apoyo del SENASA y la ANPCyT.
Los establecimientos ganaderos argentinos llegan a tener hasta un 15 % de animales infectados, aunque el promedio para los más de 50 millones de bovinos de todo el país oscila entre el 2 y el 4 %. El impacto económico de esta zoonosis se estima en 60 millones de dólares. Desde hace 30 años, la vacuna S-19 se aplica de manera obligatoria en todas las terneras de entre 3 y 8 meses de edad, pero tiene la desventaja de poder ser aplicada una única vez.
La vacuna Delta-pgm desarrollada en la UNSAM mejora el rendimiento de la S-19 hasta en un 30 %: alcanza un 89 % de protección y limita la colonización de los animales infectados y la liberación de la bacteria en la leche. Como si esto fuera poco, se puede aplicar en más de una dosis y no invalida el diagnóstico de los animales infectados.
Además de obtener subsidios y premios por el desarrollo de la vacuna, el grupo del IIB-INTECH liderado por Ugalde y Comerci consiguió el permiso del Servicio Nacional de Salud Agropecuaria (SENASA) para producir la vacuna en 2014.
“El desafío ahora es conseguir que se implemente en la campaña de control de la brucelosis bovina en el país”, señala Comerci. “Tenemos prevista una reunión para este mes con funcionarios del SENASA. Ojalá nuestro trabajo contribuya a su propósito original, que es mejorar la calidad de la ganadería y la salud pública argentina”, concluye el biotecnólogo.
Más información sobre la vacuna Delta-pgm, aquí y aquí.
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