Christian Navntoft es ingeniero e investigador de la UNSAM, y uno de los creadores de Solarmate, un termo que calienta el agua con energía solar. A nueve años de iniciado el proyecto, cuenta en esta entrevista cómo fue el proceso de desarrollo y producción de las primeras 1000 unidades del prototipo, que hoy ya están en el mercado.
Por Matías Alonso – TSS / Fotos: Pablo Carrera Oser
Cuando estamos en la playa bajo el sol, todos sentimos el calor y nuestro cuerpo recurre a mecanismos para enfriarse. Pero, cuando necesitamos agua para el mate, solemos calentarla en una pava con combustibles fósiles. Un grupo de emprendedores argentinos decidió dejar de lado estos intermediarios y preparar sus infusiones aprovechando la energía solar.
Christian Navntoft, ingeniero egresado del Doctorado en Ciencia y Tecnología Mención Química del 3iA, es uno de los creadores de este termo que calienta el agua con la luz del sol. Su proyecto fue finalista de varios concursos nacionales y, tras nueve años de desarrollo, hoy ve la luz gracias a la ayuda de diversos organismos del Estado, de empresas privadas y de la Fundación Innovación y Tecnología (FUNINTEC/UNSAM).
Bautizado ‘Solarmate’, el producto surge de un consorcio público-privado entre la UNSAM y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCYT), que permitió financiar su desarrollo y fabricación.
A modo de testeo, las primeras 1000 unidades se lanzaron a la venta en septiembre de este año, para conocer la opinión de los usuarios previo al inicio de la producción masiva. En esta entrevista, Navntoft habla sobre el proceso de creación del producto, los desafíos que enfrentó y los planes para su producción y comercialización.
¿Cómo se llega desde un prototipo a una primera tanda de producción?
No esperábamos tener tanta repercusión. Activamos el sitio web después de presentarnos al concurso Innovar 2015, para no tener que mandar la información por mail. Eso fue un jueves, y a los cuatro días, ya teníamos 550 consultas de todo el mundo. Llegaron mensajes desde Chile, Uruguay, Estados Unidos, Israel, Suiza, Bulgaria, Inglaterra y Francia. El que más nos llamó la atención fue el de Bulgaria, en donde parece que está creciendo mucho el consumo de mate. La idea con estas primeras 1000 unidades es que la gente lo pruebe y dé su opinión y, en base a eso, ver si hay que hacer modificaciones.
¿Por qué eligieron hacer un termo de medio litro?
En 2010 hicimos un estudio de mercado junto a la Universidad de Palermo (UP), a través de FUNDES. Allí encontramos que a la gente le resultaba demasiado grande el modelo de 1 litro. Por eso lo achicamos.
¿La producción es totalmente local o importan componentes?
La única pieza importada es el tubo de vacío. Pero nuestra idea es –en caso de que el producto escale su nivel en el mercado- presentar un proyecto en el MINCYT para desarrollarlo acá. El tubo es una ampolla de doble vidrio de borosilicato (la que se usa para la vajilla resistente a los golpes y al calor), que no es de un vidrio común. Una alternativa que barajamos es hacer una ampolla con vidrio común para el exterior y metal para el interior, pero eso requiere adquirir más tecnología y mayor financiamiento. Lo bueno es que, una vez desarrollada la tecnología, se la podrá usar para hacer toda una línea de productos relacionados con la energía solar, como colectores solares, potabilizadores de agua y cocinas solares. El resto de las piezas las hacemos todas en el país, como las partes que se abren en forma de alas -que son de plástico-, y la superficie reflectante, que está hecha con un aluminizado especial –un proceso de alto vacío que consiste en la vaporización de una capa de aluminio sobre la pieza de plástico, permitiendo hacer todo en una sola pieza-.
¿Qué desafíos enfrentaron durante el proceso de diseño y fabricación?
Nos costó mucho trabajo seleccionar un material que se pudiera aluminizar y que soportara el acabado requerido. El costo de realización de los moldes, por ejemplo, era altísimo, por eso decidimos hacerlos nosotros. Por los cuatro moldes en aluminio, distintos proveedores nos cotizaron por 320.000, 650.000 y hasta por 1.010.000 pesos, en los tres casos por el mismo trabajo. Y si bien no sabíamos nada de matricería, pensamos que no podía ser tan complicado. De los cuatro moldes que necesitábamos, hicimos tres y el otro lo mandamos a fabricar. Los plásticos los hicimos con una autopartista que, por suerte, aceptó hacer las 1000 unidades -que para la industria es una cantidad pequeña-. Esto nos ayudó mucho, a veces es cuestión de cruzarse con la gente adecuada.
Tuvieron financiamiento del programa EMPRETECNO de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del MINCYT. ¿Eso ayudó a que los empresarios estuvieran dispuestos a trabajar con ustedes?
Hay mucho prejuicio con el Estado. Muchos desisten por el hecho de que hay que concursar, llenar formularios, etc. Por parte de los proveedores, encontramos dos resistencias importantes: a trabajar con el Estado y al desarrollo tecnológico. Teníamos que ir nosotros a decirles cómo hacer las cosas porque, o no conocían el material, o no manejaban parámetros claves del proceso. En este sentido, lo que hay que hacer es levantar un poco el nivel de la industria, y este tipo de proyectos ayudan a eso. Los que se animan a aprender son los que marcan la tendencia.
¿Patentaron el invento?
Todo el mundo quiere calentar el agua con el sol. Cuando en 2006 empezamos a buscar fondos, quedamos inevitablemente expuestos. Es difícil saber si el eventual interlocutor pensará que la idea es buena, si la copiará y si luego saldrá a producirla. En realidad, el principio de calentamiento de agua por sol se patentó en 1981, pero esas patentes caducaron. Por otro lado, si alguien quisiera copiar nuestro producto, lo fabricara en China y después lo vendiera acá, para nosotros sería imposible competir. Por eso, creemos que la mejor manera de protegernos es la innovación permanente.
¿Quiénes forman parte del consorcio público-privado que ganó el EMPRETECNO?
La UNSAM, la empresa Sur Solar y el grupo emprendedor. Para lograr el financiamiento tuvimos que exponer ante ocho jueces de diferentes áreas. No cualquiera gana el EMPRETECNO, es muy exigente.
¿Cuál es el próximo paso del proyecto?
Necesitamos aumentar la escala, porque 1000 unidades no es nada. Para eso, vamos a necesitar personal y financiamiento. Hasta acá, junto con FUNINTEC y la UNSAM hicimos el esfuerzo de transformar un conocimiento académico en un producto. De aquí en adelante, es un territorio desconocido. En cuanto al producto, estamos pensando en algunas mejoras. Una de ellas es agregarle un sensor de temperatura que pueda conectarse a celulares, para poder ver la temperatura en pantalla. También tenemos ganas de sacarle la manija, pero eso dependerá de lo que digan los usuarios. Por otro lado, deberíamos disminuir el espesor de los materiales, que están sobredimensionados, y así bajar los costos. Además, pensamos en acoplarle algunos dispositivos, como un tapón que en el transcurso del calentamiento permita usar la energía para cargar celulares. Por último, para los días sin sol, proyectamos hacer una base para calentar el agua por inducción.
Cómo es posible acceder a un producto? Genial la idea. Felicitaciones!!!
Puedes entrar en la página http://www.solarmate.com.ar y encargar uno.