El viernes 21 de noviembre, el sociólogo Alejandro Ariel González dictó la última charla del ciclo organizado por el Observatorio de Educación Superior y Políticas Universitarias (OESPU) y el Programa Lectura Mundi.
“Quien haya leído todo Heródoto y todo Tucídides que levante la mano”, bromeaba Italo Calvino en ¿Por qué leer los clásicos? Enumera allí una serie de razones valiosas sobre por qué los clásicos se leen, en cada etapa de la vida, de un modo distinto. Tal vez sea porque nos ofrecen un regalo intemporal: la experiencia de una sorpresa y de un descubrimiento. Son esos libros que nunca terminan, que guardan secretos capaces de resistir intactos las miles de páginas a ellos dedicadas para invitarnos cada vez y sin rodeos a una nueva lectura. Como los antiguos talismanes, nos recuerda Calvino, condensan un universo.
Borges descreía profundamente de la posibilidad de definir acabadamente los méritos de una obra clásica. Prefería aludir a los motivos que empujan a su lectura: “es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad”. Fervor y lealtad. Descubrimiento y sorpresa. Pero también un valor de urgencia que enlaza la lectura a las inquietudes del presente. A ello convocamos con el nombre de este ciclo: Incitaciones a los clásicos, no solo con el deseo de despertar lectores que se acerquen a los clásicos –a los antiguos y a los contemporáneos- sino con la convicción de que de la lectura depende la gloria de los poetas. En suma, y tal como creía Borges, “de la excitación o de la apatía de las generaciones de hombres anónimos que la ponen a prueba en la soledad de sus bibliotecas”.
* Alejandro Ariel González es licenciado en Sociología, eslavista, investigador y traductor científico-literario. Realizó sus estudios de posgrado en la Universidad de Petrozavodsk, Rusia.
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