Investigadoras de la UNSAM buscan desarrollar un insecticida biológico inocuo en animales y humanos. Además de producir y comercializar el producto, el objetivo es reemplazar algunos insecticidas químicos que resultan muy nocivos. A continuación, la nota que publicó la agencia de noticias tecnológicas y científicas de la Universidad.
Por Matías Alonso
María Laura Marcos y Yamila Cutraro, del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de UNSAM-CONICET, trabajan en un insecticida biológico a base de hongos síntoma-patógenos. Este desarrollo se puede usar para reemplazar a los insecticidas químicos que se rocían sobre plantaciones o sobre animales de cría, dado que es inocuo para animales o personas. Otra característica importante es que hay suelos que son aptos para la reproducción natural de este hongo. Al permanecer el nuevo insecticida en forma residual hace posible que las dosis sucesivas de aplicación sean menores, reduciendo así los costos para el productor.
“En Argentina lo que se usa mayoritariamente son insecticidas químicos, pero son muy nocivos, no solamente porque contaminan los suelos, sino que además son bastante tóxicos en general para los mamíferos”, explica Marcos.
Actualmente este equipo ha recibido el subsidio del Programa de Acceso al Crédito y la Competencia (PACC) del Ministerio de Industria de la Nación www.industria.gob.ar. Estos fondos permitirán comprar maquinaria que se utilizará para mejorar la cepa de hongo y producirlo más adelante en cantidades industriales.
En cuanto a las posibilidades del mercado, Cutraro le cuenta a TSS que al recorrer algunos lugares para dar charlas, comprobaron “que las personas que usan pesticidas están conscientes del riesgo de los pesticidas químicos. Y agrega: “Cuando van al médico por algún tipo de enfermedad saben que es por estar expuestos a los químicos y están muy dispuestos a probar alternativas”.
Actualmente en la Argentina hay zonas rurales donde se ha cuadriplicado la incidencia de pacientes con cáncer respecto a las cifras anteriores a 1996, año en que se introdujeron los cultivos transgénicos combinados con grandes cantidades de pesticidas químicos. Asimismo, hay productores que exportan su cosecha a Europa y les es devuelta debido a que contienen restos de plaguicidas organofosforados, prohibidos en ese continente.
Actualmente las investigadoras se encuentran recolectando insectos afectados para aislar una cepa patógena. “Cuando el hongo ataca un insecto lo momifica, queda recubierto como si tuviera algodón”, cuenta Marcos. Ya probaron la efectividad contra isocas –que son un gran problema de las plantaciones de soja–, picudos, chinches, trips, orugas, etc. En cuanto al control de animales lo usan para eliminar piojos, piojillo y garrapatas. En este caso el hongo es esparcido directamente sobre el animal sin generarle ningún tipo de intoxicación.
El proyecto surgió luego de que las investigadoras cursaran una materia, opcional en la carrera de Licenciatura en Biotecnología de la UNSAM, llamada “Proyectos biotecnológicos”. Para aprobarla es necesario concebir un proyecto productivo y elaborar un plan de negocios. “Antes de cursar esta materia no habíamos pensado en la posibilidad de encarar un proyecto comercial de biotecnología, ni sabíamos de la cantidad de subsidios que había para ayudarnos a llevarlo a cabo”, concluye Cutraro.
Acá, la nota en la Agencia TSS.