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El director técnico del seleccionado argentino de básquet brindó una charla sobre gestión en recursos humanos en el Campus Miguelete, como parte de los festejos por los 20 años de la UNSAM. Estuvieron presentes el vicerrector Daniel Di Gregorio, el decano Marcelo Paz y profesores de la Escuela de Economía y Negocios.
Julio Lamas tenía que empezar natación a los 9 años por prescripción médica. Como vivía en los monoblocks del Liceo Militar de San Martín, la opción que le resultó más cómoda a su madre fue El Club Deportivo San Andrés. Cuando Julio entró y vio allí la cancha de básquet, no se separó más.
Esta anécdota es una de las tantas que el director técnico del seleccionado argentino de básquet contó el miércoles 10 de octubre en el Auditorio Carpa del Campus Miguelete, donde dio la conferencia “Juegos olímpicos 2012: La gestión de los recursos humanos”, invitado por la Escuela de Economía y Negocios con motivo del 20 aniversario de la UNSAM.
La bienvenida se la dio el decano de EyN Marcelo Paz, quien agradeció su entusiasmo y explicó el marco de la charla, la cuarta de una serie de encuentros convocados para que distintos empresarios, como representantes de Patagonian Life y Groupon, puedan contar a los estudiantes sus experiencias y enlazar así la práctica a la teoría. Luego agradeció su presencia el vicerrector de la Universidad, Daniel Di Gregorio, quien destacó sus virtudes como entrenador y como conductor de un grupo humano.
“Este no es un lugar más para mí, estoy sorprendido. Cuando era chico esto era muy distinto. La Universidad es una oportunidad para mejorar la vida de todos los pibes de la zona y de generarles una identidad mucho mayor”, dijo Lamas. Después arrancó con el motivo de su visita: “Lo que les voy a contar ahora es lo que hago, no es la verdad ni la única opción”.
Fue en 1998, en un partido contra Rusia que se disputaba en Nueva York, cuando las dos estrellas del seleccionado argentino se pelearon en medio del juego, que Lamas se dio cuenta de la importancia de la gestión, del factor humano y de la comunicación. Pidió un tiempo muerto para calmar las aguas y se puso del lado del más chico de los dos, porque al otro lo conocía desde pequeño, cuando le pagaba 20 pesos para que le lavara el auto, y creyó que no se iba a enojar. Pero las cosas habían cambiado, ese joven que antes usaba la plata que le daba para salir los fines de semana ahora tenía millones de dólares y la experiencia necesaria para saber que tenía razón. Tras el partido, dijo que iba a renunciar. “Cometí el error de trasladar un vínculo que teníamos tiempo atrás a ese entonces, pero él lo vio todo de otra manera”, dijo.
Después indicó que en lo que respecta a la gestión de recursos humanos lo primero que hay que definir es el estilo. “Ninguno está descalificado, todos valen, pero ninguno asegura el éxito. Lo que me parece más importante es poder encontrar el propio”, dijo antes de referirse a la tentación que existe en el deporte de copiar al último campeón. Además, contó que todo lo que sabe lo aprendió de León Najnudel, su maestro, un jugador y seleccionador que para él fue la persona más importante de la historia de este deporte porque provocó el cambio de la forma de competición, fue el impulsor de la creación de la Liga Nacional.
También se valió de varios conceptos ajenos para hablar sobre cómo trabajar al frente de un equipo de gente. En el libro Liderazgo, Juan Mateo y Jorge Valdano hablan de distintos entrenadores y Lamas toma estas categorías para explicarse: “Está el domador, que es el que juega a ver quién es más fuerte; después está el dictador, que con muchas multas impone su autoridad; el seductor, que estimula la parte humana; y el crack; que combina el ser estricto con el trabajo diario, y el plan de juego con el estímulo”.
El director técnico del seleccionado argentino de básquet, que también estuvo al frente de Boca Juniors y del Real Madrid, se ubica entre los buscadores del equilibrio: “Creo en ser exigente con el equipo en el trabajo diario y en que hagan lo que conviene al grupo y no a la persona. Trato de estimular la parte humana y de sacar lo mejor de los jugadores, que tiren todos para el mismo lado”. Las relaciones las empieza con un pacto que con el tiempo recibió el nombre de “fundamental”, por medio del cual pide que se juegue para el equipo y no para el individuo. Así tantea si el deportista está dispuesto a cumplirlo. “Primero lo hago de forma individual y después con todos, cuerpo técnico incluido, antes del primer partido del año”, dijo.
Asimismo habló de las reglas e indicó que para que un equipo funcione es imprescindible que existan, y repitió dos frases que escuchó por ahí y que adaptó: “Sólo pueden existir libertades si antes se han enseñado los límites” y “sin disciplina, un equipo se derrumba; y sólo con disciplina, un equipo se derrumba”. Para Julio Lamas, la persona que está al frente tiene que ser una autoridad reconocida por todos, con lo que eso acarrea, como el ser juzgado por los jugadores o el quedarse solo por algún castigo impuesto. “Yo tengo claro que si no tengo eso, no tengo nada y no puedo dirigir. Una vez instalada la autoridad, rápidamente me muestro como hombre de equipo y la utilizo para convencer y no para someter”, dijo al tiempo que confesó que hay que saber estar arriba de los jugadores, cuando no quieren entrenar o jugar para el equipo; saber estar también al lado, a la hora de entrenar, porque no se le puede pedir a un grupo que entrene concentrado si el DT no lo está; y saber estar finalmente por debajo, porque las estrellas son ellos.
Luego contó que en su oficina, atrás de su escritorio, tiene un cartel que dice “no hay excusas”, el mismo que pone en el vestuario, porque entiende que son el principal enemigo del rendimiento deportivo y del trabajo en equipo. También habló de cómo manejar los egos, a los basquetbolistas reconocidos como Emanuel Ginóbili y Luis Scola, de la necesidad de poner límites y de cómo dar vuelta la página cuando una discusión está agotada, para no quedarse estancado en un lugar negativo.
Al final de la conferencia, Lamas se emocionó al recibir un reconocimiento por parte de las autoridades del Club Deportivo San Andrés, Graciela Spiazzi y Silvia Otero, quienes además de agradecerle lo nombraron socio honorario. “El club fue para mí una posibilidad de progreso en la vida. Fue el ámbito que me dio la posibilidad de conocer gente buena, que en un momento de dificultades me ayudó a mejorar. Hoy, esa sensación que me daba el club de barrio, que con su función social saca a los pibes de la calle y los hace pasar el tiempo libre de manera más segura, me la da la UNSAM. Es muy esperanzador ver jóvenes que se están capacitando para ser mejores. Esto es una esperanza para nuestra zona, para que todos los pibes puedan tener un sentido de pertenencia”, dijo Lamas.