Ricardo Gutierrez-Gustavo Curutchet-Silvia Grinberg

Escuela de Ciencia y Tecnología, Escuela de Humanidades, Escuela de Política y Gobierno, Notas de tapa

Observatorio ambiental “Carcova”: en busca de un futuro mejor

Un equipo interdisciplinario de investigadores y docentes de la UNSAM estudia la contaminación junto a los alumnos secundarios y vecinos del barrio. El proyecto, ganador del concurso Diálogo entre las Ciencias, une las ciencias naturales con las sociales y la academia con la transformación social.

Por Paula Bistagnino – Fotos: Verónica D´Alia

 

Se trata de investigar para generar conocimiento. Pero también de transferirlo al barrio y ayudar a mejorar su calidad de vida. El Observatorio Ambiental “Carcova” y su novedosa propuesta de trabajo transdisciplinario -que fue premiada por el concurso Diálogo entre las Ciencias-, ya está en marcha.

Al frente de la iniciativa están Silvia Grinberg, docente de la Escuela de Humanidades y directora del Centro de Estudios en Pedagogía Contemporánea (CEPEC); Gustavo Curutchet, profesor asociado de la Escuela de Ciencia y Tecnología y del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA); y Ricardo Gutiérrez, profesor de la Escuela de Política y Gobierno. Los secunda un equipo también multidisciplinario de veinte investigadores y profesionales. Y les dan base y fundamento los propios vecinos de La Carcova: “Empezamos a trabajar con los estudiantes de las escuelas secundarias, pero enseguida el barrio se comprometió. Ellos hicieron que crezca este proyecto y son los que también lo sostienen. El Observatorio es en y con la gente”, dice Grinberg.

Es por eso que, como agrega Curutchet, el objetivo más inmediato es instalar un laboratorio dentro del barrio: “Hoy funcionamos entre La Carcova, donde se hacen las campañas y estudios, y la UNSAM, donde hacemos los análisis de laboratorio. Pero queremos, y es imprescindible, que la base de operaciones esté en el territorio; incorporado a la vida cotidiana de los vecinos. Porque la contaminación ambiental es su día a día”. Y Grinberg agrega: “El Observatorio tiene varias capas. Por un lado hay investigación básica en todas las áreas; después hay investigación aplicada que es proponer alternativas para la remediación efectiva. Y también hay un objetivo pedagógico en el sentido de hacer formación de los docentes y los chicos en la escuela.  Por eso queremos poner los ladrillos adentro de la escuela, para que además sea una herramienta para alumnos y docentes”.

Un taller de video que quiso ser más

La génesis del Observatorio data de 2008. Y tuvo su origen en la Escuela Media Esteban Echeverría Nº 8, que en ese momento era la única secundaria diurna de José León Suárez. La doctora en Educación Silvia Grinberg estaba trabajando ahí con un proyecto de investigación sobre las escuelas en el área del río Reconquista y, en ese marco, creó un taller de video para los alumnos. La idea era convertirlo en un disparador para pensar y hablar los temas de su vida cotidiana. “Lo primero que apareció, y que es recurrente todavía hoy, fue la contaminación ambiental. Se impuso entonces la necesidad de generar un espacio donde además de hablar sobre el tema, ellos pudieran aprender”, cuenta la directora del CEPEC, que hoy dicta varios talleres en distintas escuelas de La Carcova.

En esa búsqueda Grinberg se contactó con el bioquímico y doctor en Ciencias Exactas Gustavo Curutchet (ECyT/3iA). “Los chicos vinieron a filmar al laboratorio y, ya en ese encuentro, el tema apareció como una problemática sentida y vivida desde el barrio: empezaron a hablar del famoso zanjón que los rodea, de cómo ahí se juntan las mangueras del agua de red con los desagües de cloacas, del agua que toman, de los problemas en la piel que sufren… Estaban preocupados, pero además tenían el interés de ocuparse de eso y la ilusión y las ganas de poder hacer algo para mejorarlo”.

Ahí es cuando suman a Ricardo Gutiérrez, doctor en Ciencias Políticas y profesor de la EPyG, como el tercer pilar: para estudiar y hacer propuestas de articulación de los resultados con políticas públicas de mejora del barrio. “Nuestro objetivo es no quedarnos sólo en la investigación y exposición del problema, sino aplicar eso para hacer propuestas de remediación”, cuenta. Ahí se abren dos líneas de trabajo que ya están en marcha: una es meterse en el barrio para conocerlo, entender su funcionamiento, sus múltiples  organizaciones y el trabajo que hacen; la segunda es, sobre esa base, articular con ellos y facilitar una posible conexión con el Municipio de San Martín, la provincia de Buenos Aires e incluso la Nación.

Una vez conformado el equipo, durante las visitas y campañas en el barrio, se sumaron también los alumnos de la Escuela Secundaria Básica 40, una de las que está adentro de La Carcova.

Además de la investigación básica y aplicada, la comunicación es “una pata” central del Observatorio: “Los chicos hicieron videos que se mostraron en el Festival de Cine de la Universidad y también un micro de radio que hoy se utiliza como artística de FM Reconquista. Porque, más allá de investigar y buscar alternativas de remediación,  ya es un cambio que los chicos puedan ser sujetos y hacer escuchar su voz”, dice Grinberg. Y recuerda la frase de uno de los chicos en Recopada, el primero de los videos que hicieron: “Estamos mostrando algo que para la gente no existe”.

Pero hay otra frase de uno de los alumnos de La Carcova que Grinberg, Curutchet y Gutiérrez  creen que resume el espíritu del Observatorio: “Quiero vivir en la casa en la que me crié”. “La gente no quiere irse del barrio, sino que quiere mejorar las condiciones en las que vive. Y esa es la inspiración de nuestro trabajo”. En el mismo sentido, Gutiérrez asegura que “en el barrio existe un nivel de conciencia ambiental mucho más elevado que en cualquier otro lugar porque sufren día a día la contaminación. Para ellos no es un problema futuro y eso les da la iniciativa de actuar para modificar su presente”.

Un barrio que quiere mejorar

La Carcova es uno de los muchos barrios ubicado en la margen del río Reconquista. Pertenece a José León Suárez y linda con el CEAMSE. Empezó a formarse a fines de la década del 70 con unas pocas familias; luego tuvo un crecimiento enorme en los 90 y finalmente en 2001 terminó de establecerse como está hoy. Allí viven alrededor de 20.000 personas, que en su mayoría viven de y con la basura. “Es un lugar prototípico, porque tiene todos los problemas relacionados con la pobreza y la contaminación ambiental”, dice Gutiérrez.

¿Cuál es la importancia de que sea la Universidad la que llega al barrio?

GC: Este proyecto nos mostró el valor y el respeto que tienen estos chicos por la escuela. Y el lugar que le asignan a la Universidad es importantísimo. Eso hay que aprovecharlo para hacer cosas que perduren más allá de las gestiones políticas. Tenemos que mantener y alimentar esa confianza en nosotros para construir en el largo plazo.

SG: Hay dos cosas. Lo primordial es lo que decía de que los chicos sienten que pueden ser eje de un video y de una investigación. Pero es también mostrar a la Universidad como un lugar posible y cercano.

El Observatorio es una parte fundamental del proyecto con el que ganaron el concurso de Diálogo entre las Ciencias.

SG: Sí, el Observatorio es el eje y disparador de un proyecto mayor sobre estudios ambientales transdisciplinarios; esto es, bases y alternativas de mitigación y remediación de José León Suárez, pero además el abordaje más amplio de la relación entre degradación ambiental, pobreza y escolarización en la periferia urbana de la región metropolitana de Buenos Aires. A la vez es un tema que traspasa las fronteras argentinas, porque remite a la manera en la que la pobreza se desarrolla hoy en todo el mundo: estrechamente ligada con la degradación ambiental.

¿Cómo funciona en la práctica este cruce de saberes?

SG: El trabajo de los tres, y de nuestras respectivas disciplinas, dialoga y se entrecruza constantemente. No es que uno hace ciencia básica y el otro la aplica.   Cada uno tiene un equipo de investigadores, tesistas y becarios y tenemos publicaciones cada uno, pero también de los tres.

GC: Queremos poner en práctica de manera profunda esta transdisciplinariedad que tanto se postula y tan poco se pone en práctica. Un buen ejemplo es una tesis de Biotecnología que estoy dirigiendo yo con Silvia. Es la primera tesis de esta carrera con un codirector de Humanidades.

RG: Y Silvia y yo estamos dirigiendo una beca Conicet juntos. Esto es el Observatorio, un verdadero cruce interdisciplinario.

A su vez el Observatorio tiene participación de la gente del barrio. ¿Cómo cambia el trabajo?

SG: Una de las principales innovaciones del proyecto es que la población participa en el diseño del observatorio, en cuanto a las variables a medir, y en la toma de muestras, que se centralizan en dos establecimientos educativos. Y parte de los análisis son realizados por alumnos secundarios en el marco del desarrollo curricular de asignaturas de ciencias naturales. Luego los resultados del monitoreo participativo continuo, junto con talleres y entrevistas con vecinos, son la base para pensar un modelo de funcionamiento ambiental del barrio.

GC: Es completamente novedoso para mí, que trabajo sobre todo en un laboratorio. Esto nos enfrenta constantemente a desafíos que tienen que ver con, no sólo obtener los resultados, sino pensar después también cómo los comunicamos a la gente. Porque cuando uno encuentra contaminación en el agua de red, que por suerte sólo encontramos un caso en el barrio, tiene que pensar cómo comunica eso. Es la experiencia de la no neutralidad de la ciencia. Porque no es sólo desde el punto de vista epistémico, sino que es la no neutralidad para la gente. Hacer investigación básica donde viven personas y con las personas nos obliga a una nueva mirada y sobre todo a una decisión ético-política. Y ahí es donde la interdisciplinariedad sucede de una manera muy interesante y pocas veces experimentada.

 

Nota actualizada el 23 de octubre de 2012

Un comentario

  1. Dardo AE Papalia dice:

    Un proyecto digno de ser replicado en todo el país!!! Podría ser un excelente tema para documentar en un libro para mitigar el refrito cotidiano que sufre la educación de Argentina. Y ya que de pedir se trata, así como lo panfletario y petardista termina por boicotear los proyectos sería interesante que sea políticamente incorrecto. Aguante La Cárcova!

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