Por Dolores Caviglia – Fotos: Alfredo Srur / Equipo de Comunicación UNSAM

Todas las miradas acusadoras de los protectores del medio ambiente podrían recaer sobre Miguel Ángel Blesa: es licenciado y doctor en Química de la Universidad Nacional de La Plata, y trabajó como investigador en la Comisión Nacional de Energía  Atómica (CNEA). Justamente la industria química pesada y la tecnología nuclear son a veces acusadas de no ser amigables con el ambiente. Sin embargo a Blesa le resultó fácil entender que el primer emprendimiento que tuvo una verdadera mirada ambiental y estableció reglas de juego estrictas para controlar el impacto correspondió a esta tecnología.

Por todo esto, el presidente de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias -que tiene a su cargo la dirección de la Maestría en Gestión Ambiental de la UNSAM- asegura que pese a lo que se dice respecto de la peligrosidad de la energía nuclear, los grandes desastres ambientales en realidad han tenido otras causas.

Es que la Tierra debe soportar a siete mil millones de personas que quieren vivir bien: mirar televisión en un plasma, disfrutar de una película en DVD en la comodidad de su sillón, hablar por teléfono con el mejor celular y manejar un buen auto. Toda esta energía que usamos, se consume, se degrada y repercute de una manera negativa en nuestro planeta. Entonces llegan las tormentas, las sequías, las inundaciones. Es cierto, vivimos mejor que nuestros antepasados, pero debemos adecuar las tecnologías que tenemos a esta nueva situación ambiental. En este punto es donde el trabajo de Blesa entra en contacto con el medio ambiente, porque para lograr este cometido es imprescindible la colaboración de los tecnólogos, los físicos, los químicos, los ingenieros y los biólogos.

¿Qué significa para usted el Instituto en Investigación e Ingeniería Ambiental?

Es una creación muy interesante porque reúne en un lugar gente fuertemente dedicada a la ingeniería ambiental, a la resolución concreta de problemas con miras a proteger el ambiente, con gente que tiene una mirada mucho más global y que apunta a los problemas de la ecología, del desarrollo sustentable, de las herramientas con las cuales evaluar qué emprendimientos son mejores y cuáles hay que modificar. Todo esto se encara desde el 3iA con una fuerte impronta en la formación de estudiantes de grado a través de la carrera Ingeniería Ambiental.

Con este Ciclo de Ciencia y Medio Ambiente apuntamos a mostrar a la gente una serie de miradas desde distintos enfoques. Gallopin es un especialista  muy prestigioso de la Argentina con una visión fuerte sobre la ecología; yo en cambio voy a hablar un poco desde lo que son las tecnología, las ciencias duras y cuáles son los problemas centrales que hay en los distintos niveles en que se plantea el problema, porque una cosa es pensar qué hacemos con los problemas ambientales a nivel global y otra es hacerlo a nivel regional o local.

¿Cómo fue que llegó a la UNSAM?

Esta universidad es única en el conurbano. De entrada, en su creación, tomaron una decisión muy inteligente que fue convertirse en  la cara académica de todas las capacidades científico-tecnológicas que había en lo que se llama el Polo Tecnológico Constituyentes. Yo estaba en la CNEA y además trabajaba como docente e investigador en la UBA, pero me interesó mucho el proyecto de la nueva universidad en la cual podía trabajar muy solidariamente con la CNEA. Cuando me llegó la noticia de la creación del 3iA me pareció una idea muy sabia y oportuna; yo ya hacía rato que trabajaba en temas ambientales por lo que me pareció muy lógico participar activamente en ese nuevo proyecto.

¿Cómo puede acercarse a la población el conocimiento de la academia en torno al medio ambiente?

Si uno va a la academia va a encontrar definiciones sofisticadas y conceptos elaborados que pueden significar una confusión importante para el ciudadano medio, pero dentro de la academia también hay confusión. Lo más importante es entender cómo nos posicionamos nosotros frente a una sociedad que tiene un esquema de producción capitalista, una población creciente, la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria de esas personas, la necesidad de un progreso contante en el bienestar y la protección ambiental. Entonces ahí es donde tenemos que analizar qué hacer con los impactos humanos que pueden estar influyendo en el cambio climático global: qué hacemos con el tema de la agricultura intensiva, con la contaminación de nuestros ríos urbanos, con la basura. Es en estos temas que hay que dar respuestas concretas y espero que nuestro instituto sea un generador de profesionales con capacidad para encarar estos muy serios problemas que los vivimos ya todos los días, no son cosa del futuro.

¿Cuál es la importancia de la interacción entre las distintas ciencias en este ámbito?

Históricamente las ciencias fueron clasificadas en dos grandes grupos; naturales y sociales. Dentro de las naturales siempre han estado la física, la química, la geología y la biología. Ahora lo que ha ocurrido es que en el ámbito de las ciencias naturales se han borrado las fronteras disciplinares y todo lo que se hace suele ser interdisciplinario, suele recoger la vertiente de todas estas áreas. La biología nos está enseñando lecciones tremendas por eso cuando diseñamos un nuevo material por ejemplo estamos mirando qué hacen los organismos vivos para copiarlos. Bueno, cuando vamos al tema ambiental la cosa se complica más, porque no sólo hay que pensar en matemática, física y demás, sino que también hay que hacerlo en filosofía, política, economía, sociología y antropología, y armar algo que algunos han dado en llamar metaciencias, que ya sería mucho más que una interdisciplina: son ciencias integradas donde hay una variedad de enfoques y de miradas que terminan en herramientas y formas de trabajar muy distintas y que son todas imprescindibles.

Los problemas ambientales se manejan a través de la gestión y las ciencias naturales lo único que pueden hacer es dar herramientas a los responsables de la gestión, pero la gestión en sí misma es una actividad fuerte, intrínseca e inherentemente política y eso nadie lo puede cambiar. Cuando se ven los problemas que hay con la explotación minera, son problemas esencialmente políticos y la resolución es política o sociológica. Esa es una realidad en la que hay a trabajar.

¿Cuáles son los problemas ambientales más urgentes en la Argentina?

A mi modo de ver, los dos problemas más grandes -y acá voy a sorprender a muchos- no incluyen a la megaminería sino que son la expansión de la frontera agrícola, el hecho de que cada vez se destina más terreno a la explotación agraria de monocultivo. Y no hablo de la contaminación sino del uso del suelo, de nuestro hábitat, que puede verse afectado muy seriamente. Hace unos años en una entrevista dije una exageración que a veces no lo parece tanto: “Que no nos sorprenda si dentro de unos años vemos sembrar soja en el Parque Nacional Iguazú”. El segundo grave tema en la Argentina son las megaurbes: Buenos Aires por antonomasia, pero también Rosario, Córdoba y otras ciudades. En las megaurbes tenemos temas de manejos muy cruciales que por supuesto parten de un problema político y ese problema es la desigualdad, la falta de inclusión de vastos sectores de la gente y a partir de ahí el uso del hábitat y el manejo de temas como son los ríos urbanos, la basura y la calidad del aire que respiramos. Nosotros tenemos acá cerca el río Reconquista en el cual estamos trabajando y hemos visto el problema de la basura; en la ciudad de Buenos Aires si se deja de recolectar basura por dos días se arma un desastre tremendo y después no sabemos qué hacer con esa basura. Es un problema realmente muy pero muy serio.

Yo soy un modesto químico, de manera que puedo contribuir un poco a diagnosticar y proponer medidas por ejemplo para sanear el río. Pero no hago gestión ambiental, porque eso significa hacer política con pe mayúscula, política en serio. Nosotros vamos a ayudar a los políticos a tomar las decisiones que les parezcan correctas; pero ojo, esa tarea implica diálogo permanente y consenso con los actores que participan. Por ejemplo en el Reconquista son todos los emprendimientos productivos de la cuenca más todos los pobladores que viven a su vera, con niveles económicos absolutamente diferentes. En Tigre podemos ver gente interesada en la degradación de su marina y en San Martín, gente viviendo en condiciones abyectas casi con los pies dentro del agua. El manejo de esto es un grave problema político y es toda la sociedad la que debe decidir qué es lo que se debe hacer.