#DecanosUNSAM, INCALIN, Notas de tapa
Joaquín Valdés es el decano del INCALIN, el Instituto de la Calidad Industrial creado por la UNSAM y el INTI. En esta entrevista, recuerda los momentos de su creación y habla sobre el futuro de los patrones de medida en el contexto de las nuevas formas de producción industrial.
Matías Alonso, Agencia TSS | Foto: Pablo Carrera Oser
Con el objetivo de atender las necesidades de mejora de la producción nacional, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la UNSAM celebraron en 1995 un convenio para la creación del Instituto de la Calidad Industrial (INCALIN). La optimización de la producción requiere que cada industria realice mediciones con trazabilidad a los patrones nacionales y ensayos según normas.
Joaquín Valdés, licenciado en Física por la Universidad de Buenos Aires y doctorado en Ingeniería en Alemania es el decano del INCALIN. Durante 16 años, Valdés fue además uno de los 18 miembros del Comité Internacional de Pesos y Medidas (CIPM), una entidad fundada en París en 1875 con el objetivo de supervisar y armonizar en todo el mundo las unidades y métodos de medición para la industria, la ciencia, la sociedad y el comercio internacional. En esta entrevista, Valdés recuerda los primeros pasos del INCALIN, cuenta cómo se diseñó su oferta educativa y explica por qué en el 2018 cambiará el patrón que define qué es un kilogramo.
¿Por qué se creó el INCALIN?
A principios de los noventa, comenzó a instalarse un nuevo concepto de calidad en la Argentina y algunas universidades lanzaron los primeros posgrados en gestión, sobre todo a partir de la norma ISO 9000. Por entonces, se enseñaba calidad en el pizarrón, pero, en la industria, implica algo más que implementar la gestión. El producto tiene que salir con la calidad requerida y, para eso, desde el momento en que ingresa la materia prima, hay que hacer ensayos (mecánicos, eléctricos, químicos o físicos) y mediciones sobre lo que se está fabricando, porque esos son los pilares de la calidad industrial. Por aquellos tiempos, en Alemania se comenzaba a hablar de un concepto resumido en las siglas MNPQ (de medir, normalizar, ensayar y asegurar la calidad). Entonces, pensamos que, con el apoyo del INTI y del Polo Tecnológico Constituyentes, donde además de la UNSAM y el INTI estaban la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el CITEFA (hoy, CITEDEF, Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa), se podía crear un instituto universitario dedicado a estos temas. El INCALIN nació como un instituto de la UNSAM por convenio con el INTI e inspirado en otros como el Balseiro y el Sabato.
¿Cómo se planteó la oferta educativa?
Cuando empezamos, surgió una duda: si ofrecer carreras de grado, de posgrado, o simplemente capacitar a técnicos para que aprendieran a calibrar. Lo más demandado era la formación de gerentes, por lo que primero lanzamos los posgrados. Luego, los gerentes que formábamos y los directores de planta y responsables de los laboratorios de las empresas nos empezaron a demandar técnicos. Así nacieron las diplomaturas. A la carrera de grado la teníamos en mente desde el principio, pero no teníamos un edificio acorde con lo que se necesitaba. Finalmente, ya con el campus de la UNSAM en funcionamiento y con la idea de que en algún momento ocuparíamos algún espacio, que será pronto, decidimos lanzar la Ingeniería Industrial. Este año, con un criterio similar, lanzamos la Ingeniería en Alimentos. Un diferencial de la UNSAM es que se apunta no solo a la enseñanza, sino también a la investigación, y por eso acá se realizan investigaciones con personal del INTI que además son docentes en nuestra universidad. Esto genera un intercambio muy rico, pero queremos ir por más, así que vamos a lanzar un doctorado en calidad e innovación industrial único en el país. Esperamos traer a la Universidad como docentes a destacados miembros del CIPM, como el director del NIST (Instituto Estadounidense de Estándares y Tecnología) y los directores de institutos de Japón, China, Corea del Sur y Brasil. No será un doctorado que se restrinja a producir publicaciones. Los temas de tesis estarán vinculados con innovaciones en el diseño y desarrollo de productos o servicios; instrumentos y métodos de medición; equipos para ensayos industriales; o cuestiones científicas y técnicas novedosas que conduzcan a la mejora de la calidad industrial. Para esto, esperamos contar no solo con el apoyo de la UNSAM y del INTI, sino también del Gobierno, en el marco de un plan nacional de calidad que se está por lanzar.
¿Cómo es el perfil de los alumnos del Instituto?
Nuestros alumnos de posgrado y de las diplomaturas son, básicamente, gente que trabaja en empresas. Los alumnos de grado son en general más jóvenes, si bien la mayoría ya está trabajando también. En estos 20 años, tuvimos más de 1500 egresados y casi el 90 % provino del sector empresario. El resto es personal del INTI o de otras instituciones, como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y la CNEA.
¿Qué distingue a las ingenierías del INCALIN de las que se dictan en otras universidades?
Lo que nos distingue es la orientación en temas de calidad industrial, incluida la metrología. En cada país existe un Instituto Nacional de Metrología, responsable de asegurar la trazabilidad de las mediciones en su país a partir de patrones locales, que a su vez deben estar internacionalmente reconocidos. En la Argentina, dicha responsabilidad recae legalmente en el INTI. Esto es una fortaleza del INCALIN. Los patrones han ido evolucionando, y hoy el metro patrón ya no es una barra que está en París. Actualmente, está basado en la mejor medición de la velocidad de la luz y se realiza con láseres muy especiales, así como el tiempo hoy se mide con relojes atómicos de cesio. En el INTI, además de un reloj de cesio, hay uno de esos láseres primarios con los que cada país realiza su metro. Varios institutos nacionales de metrología tienen convenios como el que la UNSAM tiene con el INTI. Por ejemplo, el NIST de Estados Unidos trabaja con la Universidad de Colorado y tienen un instituto en conjunto, el JILA, que actualmente alberga a tres ganadores del Premio Nobel de Física. La investigación en metrología está muy relacionada con la física cuántica, la nanotecnología y la química en la frontera del conocimiento.
Joaquín Valdés con el microscopio de efecto túnel que le permitió a la Argentina figurar entre los primeros en obtener imágenes de átomos
¿Cómo surgió el Comité Internacional de Pesos y Medidas y cómo llegó a ser uno de sus miembros?
Fue en 1875, como subproducto de la Revolución Francesa. Francia hizo una convocatoria mundial para unificar el sistema de unidades: por necesidades comerciales, pero también científicas y tecnológicas; era necesario tener un lenguaje común. A esa reunión concurrieron solo 17 países, entre ellos, la Argentina, y se decidió crear la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM, por sus siglas en francés), inicialmente para mantener los patrones del kilogramo y del metro. El BIPM está supervisado por un comité internacional de 18 miembros —el CIPM—, que se reúne todos los años y, cada cuatro, convoca a todos los países adherentes, que hoy son más de 100, a la Conferencia General de Pesos y Medidas, en la que se votan las propuestas del comité. Un delegado de cada país asiste a la conferencia general cada cuatro años, pero el CIPM no implica una representación de cada país, sino que es una representación a título personal en la se elige a las personas por sus antecedentes.
En mi caso, influyó el haber desarrollado un microscopio de efecto túnel operado con baterías, como variante del primero desarrollado en la IBM, que en su momento obtuvo el Premio Nobel de Física (1986). Estuvimos entre los primeros laboratorios del mundo que lograron producir imágenes de resolución atómica, en los orígenes de la nanotecnología. El CIPM cuenta con 10 comités consultivos integrados por expertos de todos los institutos de metrología del mundo. A mí me tocó presidir el de acústica, ultrasonido y vibraciones. Este año dejé mi lugar después de 16 años, porque cada cuatro se renueva una parte y varios de los miembros decidimos dejar nuestros mandatos.
¿La tecnología impulsa cambios en la forma de medición?
Sí. Ahora estamos cerca de un cambio muy importante. A partir de 2018, ya no quedarán unidades basadas en artefactos físicos, sino que todas van a estar basadas en constantes fundamentales. Hoy, la única que queda es el kilogramo patrón, definido por la masa de una pesa de platino e iridio conservada en el BIPM. Desde hace más de 10 años, se están realizando experimentos para poder reemplazarlo. Un cambio que es necesario porque la definición dice que un kilogramo es la masa de esa pesa que está allí en París y resulta necesario encontrar algo que pueda realizarse en cada país. Como la definición del metro se basa en la velocidad de la luz, la del kilogramo estará referida a la constante de Planck, que proviene de la física cuántica. Hay dos experimentos en marcha para esto. Uno es un kilogramo eléctrico: en un platillo de una balanza electromagnética se pone un kilogramo y, en el otro, una bobina por la cual circula una corriente eléctrica en un campo magnético que genera una fuerza electromagnética que compensa la fuerza de atracción gravitatoria del kilogramo. En la parte eléctrica es donde aparece la constante de Planck. El otro experimento es el del kilogramo atómico, que consiste en contar cuántos átomos hay adentro de una esfera de silicio de un kilogramo. En este caso, el problema es que la esfera puede tener imperfecciones o contaminación con átomos de otros elementos, por lo que una de las limitaciones reside en disponer de un silicio lo más perfecto posible.
¿Qué tendencias percibe en lo que hace a la calidad industrial?
Lo que se denomina la cuarta revolución industrial. Hoy en día, Internet vincula a las personas, y, en un futuro próximo, todas las máquinas van a tener que ser compatibles con internet. Las fábricas van a tener sus procesos productivos totalmente interconectados, lo que permitirá un control instantáneo de lo que se está produciendo. La calidad industrial va a ser algo verificable en el momento. Hoy se saca una muestra y se la mide con algún instrumento de medición que luego va a un laboratorio para ser calibrado. Lo que se quiere lograr es que los patrones estén lo más cerca posible de la máquina y, en lo posible, embebidos en ella. Se busca que los sensores de medición estén incluidos en chips que puedan recibir y emitir señales al exterior, lo que implica una nueva metrología y un nuevo concepto de calidad industrial.
La lectura de esta nota produce en mi una dualidad anímica. Por un lado me alegra por su contenido y objetivos necesarios para desarrollar la Argentina con aporte científico- técnico, que valoro y apoyo desde hace tiempo en la discusión intelectual con los sectores tradicionales de visión dependiente y primarizada. Pero la impotencia me invade cuando observo la presencia del actual Gobierno Nacional, las acciones en sentido contrario que esta realizando y las que proyecta en el tiempo (e intenta ocultar con ayuda del blindaje mediático y de algunos personajes entre los que se destaca el Ministro de Ciencia y Técnica).