Lectura Mundi, Notas de tapa, Rectorado
Como cierre de sus visitas a la Argentina invitados por la Universidad, el premio Príncipe de Asturias y el Nobel de Literatura recibieron de manos del rector Carlos Ruta el máximo título honorífico. Frente a cientos de personas, brindaron las conferencias “Por qué escribir” y “Sobre la vida del escritor”, respectivamente. El acto fue inaugurado con la música de Liliana Herrero y Juan Falú.
Quien los presentó fue el rector de la UNSAM. Ante las más de mil personas que se acercaron al Auditorio Carpa del Campus Miguelete para participar de la ceremonia de entrega de los doctorados honoris causa a los escritores Paul Auster y J.M. Coetzee y disfrutar de la música de Liliana Herrero y Juan Falú, Carlos Ruta dijo: “El doctorado honoris causa es siempre la distinción más alta, por más modesta que sea. Ahora, ¿por qué otorgar un honoris causa a Paul Auster y a J.M. Coetzee? Porque, en primer lugar, es un reconocimiento de una universidad que está en los márgenes de esta ciudad, pero con una gratitud a su obra y a lo que ella implica. Cuando imaginamos y decidimos esta distinción, lo hicimos no como académicos, sino como lectores. La literatura es la potencia fundamental del hombre para construir y contar sus sueños, sus dolores, sus esperanzas, sus decepciones. Imaginar mundos es narrar. En la persona y en la obra de Auster y Coetzee queremos honrar y señalar ante nuestros jóvenes los valores implícitos en la literatura, que es para nosotros fundamentalmente una provocación. La literatura es una provocación al encuentro con nosotros mismos y con los otros. Nuestra tarea es construir en este lugar, la universidad, un lugar de encuentro de toda la sociedad”.
Luego, el periodista Cristian Alarcón, director de la revista digital de la Universidad, Anfibia; y la escritora Anna Kasumi Stahl pronunciaron los discursos en alabanza a los homenajeados. Alarcón se refirió al autor estadounidense: “Con su primer gran libro, La invención de la soledad, Paul Auster ha conseguido perturbarnos hasta dejarnos como huérfanos. Esa orfandad real, que sobreviene con un llamado telefónico en el que le dicen que su padre murió, jugará luego un partido siempre chicanero con su literatura. Gran parte de las 16 novelas de Auster caminarán el abismo del ser hijo y del ser padre sin pretender jamás la redención de un vínculo que parece imposible sin una cuota de desgracias”.
Kasumi Stahl habló sobre la carrera del Nobel sudafricano: “Me han otorgado el honor de preparar una laudatio para Coetzee, algo que me ha sido muy difícil por lo complicado que resulta resumir lo que significa la obra y la persona de Coetzee para la cultura internacional. El autor de Desgracia ejemplifica la capacidad intelectual de abordar más de un sistema de análisis y pensamiento, eso lo vemos en su formación, en sus años de grado en Ciudad del Cabo, cuando estudiaba tanto poesía como matemática. La literatura de Coetzee es reveladora, amplia, fértil; nos provoca con sus palabras”.
Tras recibir el reconocimiento por parte de las autoridades de la Universidad, el autor de La trilogía de Nueva York aseguró en su discurso de agradecimiento: “No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real”.
A continuación, quién tomó la palabra fue el autor de Infancia: “Yo no concibo la inspiración como un estado de gracia –escribe Gabriel García Márquez–, ni como un soplo divino, sino como una reconciliación con el tema a fuerza de tenacidad y dominio… Uno atiza al tema y el tema lo atiza a uno… Todos los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas que no había soñado, y entonces no hay nada en la vida mejor que escribir. Una o dos veces en mi vida he experimentado la elevación del alma a la que se refiere García Márquez. Tal vez tales elevaciones son realmente una recompensa a la tenacidad, aunque yo diría que la expresión ‘fuego constante’ describe mejor la cualidad necesaria. Pero, al margen de cómo la llamemos, ya no la poseo”.
Al finalizar el acto de entrega de los doctorados honoris causa, la comunidad universitaria y el público que se acercó al Campus Miguelete disfrutó del festejo por el segundo aniversario de Revista Anfibia y bailó con la orquesta de cumbia La Delio Valdez.
Lea a continuación los discursos de Paul Auster y J.M. Coetzee.