Por Silvina Di Cristófaro. Fotos: Máximo Parpagnoli

Luego de una recepción donde apenas se visualizan algunas siluetas de los espectadores y atriles con reseñas informativas de la obra, se abre paso a la primera instancia del recorrido: una sala contigua con cuatro instalaciones de cerámica separadas entre sí formando un semicírculo. Desde allí se emiten múltiples sonidos y voces; y en una exquisita mezcla de consonancias y disonancias, de cuerpos que se mueven en el espacio iluminado con luz tenue, se genera el primer contacto con el mundo de lo sonoro-experimental. 

La obra, que logró agotar localidades durante los cuatro días de función, fue el resultado de un ingenioso trabajo de seis artistas, asistidas por docentes y el propio director de la Diplomatura en Música Expandida de la EAyP, Sebastián Verea. Esta gran producción conjunta, se concretó en el marco de residencias que se llevaron a cabo durante dos semanas en el Centro Experimental del Teatro Colón (CETC).

“Lo que propone fundamentalmente esta obra es atravesar una experiencia que está íntimamente ligada a la subjetividad de cada una de las compositoras, y todo el recorrido tiene un hilo conductor que cada persona que lo habite va a poder ir develando”, anunciaba Verea antes del estreno. Y es en esa dirección en la que se expusieron las seis composiciones, donde la presencia de relatos de diversas temáticas, generalmente expuestos en pantallas o paredes blancas, es bastante recurrente, sin embargo, la música que complementa la performance en cada ocasión, hace de cada uno de ellos un momento único. 

La obra conecta y pone en diálogo diferentes espacios, sonoridades, textos y actuaciones de principio a fin, como si fuesen movimientos de una misma sinfonía. Genera múltiples sensaciones manteniendo latente un costado expectante, donde finalmente siempre hay más. 

El octeto de cuerdas corona el fin del recorrido con una interpretación activa y contemporánea. Contrabajos que cantan con una rítmica pocas veces escuchada; chelos, violines y violas que dialogan en un compás de cuatro tiempos marcado con impecable exactitud por la compositora y directora del conjunto de cámara. Al mismo tiempo graba, mezcla y complementa su performance con una laptop, que por supuesto es parte de la obra maestra. Allí pareciera exponerse en una fórmula perfecta, el sentido explícito de “Bosque de creadoras”: variedad de efectos sonoros e instrumentos musicales y tecnología al servicio de la originalidad y de un discurso experimental instalativo que finaliza con un gran crescendo digno de una obra extraordinaria. 

Compositoras: Carola Zelaschi, Magdalena Clavijo, Ailin Grad, Camila Reboratti, Cecilia De Feo y Victoria Barca.

Dirección: Sebastián Verea

 

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