Escuela de Ciencia y Tecnología, Notas de tapa
Rodrigo Díaz, investigador del Centro Internacional de Estudios Avanzados de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM, dirigió la última fase de la detección del exoplaneta Gliese 411 b, ubicado a ocho años luz del sistema solar. Esta semana recibió el Premio de la Academia Nacional de Ciencias.
Es de noche. Estás paradx en la banquina de la Ruta 2 y un auto pasa a toda velocidad. Lo seguís con la mirada y ves cómo las dos luces de sus faros se alejan. De pronto, esas dos luces se funden en un solo punto cuya intensidad disminuye hasta parecer un puntito minúsculo en la oscuridad. Ahora imaginá que uno de esos faros es 100 mil millones de veces más grande que el otro y está a años luz de distancia. Los faros más chicos son planetas, los grandes estrellas.
Cuando observamos el espacio vemos estrellas y planetas que se funden en un solo puntito de luz. Es imposible distinguirlos entre sí, aún con los más sofisticados telescopios. Entonces, ¿cómo hacen los científicos para descubrir planetas nuevos por fuera de nuestro sistema solar? Miran el movimiento de las estrellas.
Rodrigo Díaz, investigador del Centro Internacional de Estudios Avanzados (ICAS) de la Escuela de Ciencia y Tecnología (ECyT) de la UNSAM, lideró la última fase del equipo de trabajo que descubrió el exoplaneta Gliese 411 b —anunciado en febrero en la revista científica Astronomy & Astrophysics—, que orbita alrededor de la estrella Gliese 411. Se trata del tercer planeta por fuera del sistema solar más cercano al sol. “La estrella es la sexta más cercana al sistema solar y el exoplaneta es el tercero más cercano. Eso es interesante porque, con la nueva generación de telescopios, a mediados o fines de la próxima década vamos a poder distinguir esos dos faros por separado”, cuenta.
El “nuevo planeta” tiene una masa tres veces superior a la de la Tierra (su tamaño se desconoce) y se traslada alrededor de una estrella con un 40 % menos de masa y radio que el sol. Está ubicado a ocho años luz de nuestro sol, lo que lo convierte en el tercer exoplaneta más cercano al sistema solar y da la vuelta a su estrella en tan solo trece días. Tiene temperaturas que oscilan entre los -18° y los 70°, lo cual impide la existencia de agua líquida en la superficie.
El miércoles 18 de diciembre, a Díaz le entregaron el Premio de la Academia Nacional de Ciencias (ANC), institución fundada por Domingo Faustino Sarmiento que este año festeja su 150 aniversario. “Es uno de los pocos premios nacionales que se dan para la actividad científica en astronomía y astrofísica. Es un gran honor y un orgullo enorme. Me alienta a seguir trabajando e investigando”, dice el astrónomo.
La principal dificultad con la que se topan los astrónomos cuando pretenden observar el universo es la distancia. Una unidad astronómica es la distancia existente entre el Sol y la Tierra, que se calcula en alrededor de 150 millones de kilómetros. El sistema solar completo tiene alrededor de 70 unidades astronómicas de longitud: ¡35 billones de kilómetros! La estrella más cercana al sol está a 1000 unidades astronómicas de nuestro sistema.
“Ver el planeta que anunciamos es como ver una moneda de 25 centavos a 180 kilómetros de distancia”, dice Díaz, y explica que con las tecnologías que desarrolladas hasta ahora es imposible verlo y tomarle una foto. Para poder descubrir a Gliese 411 b, el equipo científico del Observatorio Haute Provence (Francia) —integrado por Díaz y más de 30 investigadorxs franceses y suizos— midió durante años el movimiento de la estrella sobre la cual orbita.
Las estrellas y los planetas ejercen una atracción gravitatoria unos sobre otros. Como si el planeta y la estrella tirasen de ambos extremos de una soga. Al ser mucho más masiva, la estrella tira más fuerte, pero el planeta no se queda atrás y genera pequeños movimientos en la estrella, que se mueve en una especie de bamboleo. Ese baile estelar es percibido por el telescopio como cambios en la luz que irradia la estrella.
“Lo que vemos con el telescopio es la estrella acercándose y alejándose de nosotros y lo que se detecta es el cambio en la velocidad de la estrella. Eso genera cambios aparentes en la frecuencia de la luz. Cuando el espectro de la estrella se torna rojo, significa que se aleja, y cuando va hacia el azul, significa que se acerca. Entonces, detectás que hay un planeta porque la estrella se mueve, pero nunca ves el planeta”, explica Díaz.
La técnica de velocidades radiales fue desarrollada por los astrónomos suizos Michel Mayor y Didier Queloz, ganadores del Premio Nobel de Física 2019, quienes desarrollaron sus investigaciones en el mismo observatorio donde trabajó Díaz. “Trabajé en ese observatorio, que está en Francia, y después en el equipo que Mayor fundó en Ginebra (Suiza). Ya está jubilado pero es muy activo y nunca se quedó quieto. Siempre está muy atento a lo que nosotros preparamos para publicar”, dice el astrónomo.
Mediante el método de velocidades radiales y la técnica de los tránsitos, la comunidad astronómica mundial ya detectó 4000 planetas por fuera del sistema solar.