#OrgulloUNSAM, Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, Notas de tapa
Investigadorxs, autoridades e integrantes de la comunidad UNSAM homenajearon al impulsor de la biotecnología en la Argentina, a diez años de su fallecimiento. Rodolfo fundó dos de los institutos de investigación de la UNSAM: el INTECH en 1989 y el IIB en 1996.
El emotivo encuentro fue el 21 de agosto en el Auditorio Tanque del Campus Miguelete, a metros de la sede del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas Rodolfo A. Ugalde (IIB), que Rodolfo fundó junto con el actual vicerrector de la UNSAM, Alberto Carlos Frasch.
“Rodolfo fue y es un gran maestro. Materializó una mística, una forma de ser y de actuar en un contexto universitario de generación y transmisión de conocimiento”, dijo el rector Carlos Greco en la apertura del homenaje. “Hizo experimentos en un laboratorio, pero también estuvo comprometido con crear conocimiento valioso para un país en desarrollo”.
Para Greco, Ugalde fue además “un actor político importante, tanto en las instituciones que le tocó dirigir como en la UNSAM”. “Su capacidad de intervenir en las decisiones de toda la Universidad nos dejó un sello de calidad”, celebró.
Frasch, por su parte, contó: “Nos conocimos en la Fundación Campomar, hoy Instituto Leloir. Rodolfo estaba en el laboratorio del premio Nobel Luis Federico Leloir, en el segundo piso, y yo en el primero. Él estaba encargado de construir el INTECH. Un instituto imaginado por el presidente Raúl Alfonsín, quien había consultado a Leloir y a César Milstein por la persona ideal para llevar adelante semejante iniciativa”.
Además de encarar ese proyecto, Ugalde siempre fue un entusiasta del desarrollo tecnológico. “Eso fue algo que nos unió y nos permitió tener temas en común”, continuó Frasch. “Él trabajaba en bacterias, yo en parásitos. Nuestros temas científicos no eran comunes, pero sí la idea de desarrollar la biotecnología en la Argentina”. El vicerrector también dio algunos ejemplos de investigaciones conjuntas que tuvieron impacto local e internacional. “Esas investigaciones hicieron pensar a Rodolfo que seguramente podríamos hacer un instituto de investigación, además del que ya estaba haciendo funcionar en Chascomús”.
“No fue fácil encontrar a una persona que aceptara empezar de cero con un emprendimiento de tal magnitud. Pero llegamos a la UNSAM y hablamos con Daniel Malcolm —por entonces, Rector—, a quien le encantó el proyecto. La Universidad no tenía dinero, pero nos ayudó a conseguir un galpón del INTI muy deteriorado que Rodolfo enseguida imaginó podría ser un instituto de biotecnología. Y acá aparece la parte optimista de Rodolfo: nos sacó del hermoso edificio de Campomar para llevarnos a un quonset difícil de imaginar como instituto”, contó Frash, que luego repasó algunos logros posteriores del IIB: una mención —apenas tres años después de su fundación— de la revista Nature sobre la ciencia en Latinoamérica, la incorporación de un segundo galpón con más laboratorios para el IIB y la fusión con el INTECH en 1999.
Por su parte, Diego Comerci, investigador del CONICET en el IIB-INTECH y uno los discípulos de Ugalde, repasó la carrera del científico y su compromiso político con el desarrollo del país a partir de la biotecnología aplicada al agro. Comerci hizo hincapié en la inusual trayectoria de Ugalde, que comenzó su formación como veterinario en la UBA. “A mitad de la carrera se interesó por la microbiología y se entrenó en la producción y tipificación del virus aftosa. Después obtuvo una beca en la división agropecuaria de la CNEA, donde se entrenó en el uso de radioisótopos aplicado a investigaciones microbiológicas”, contó.
“Eran épocas de mucha efervescencia política en el país, de militancia activa, y Rodolfo no fue ajeno a su tiempo. Fue un militante peronista siempre interesado por temas de política científica y agropecuaria. Tenía la convicción, como muchos en su época, de que la Argentina estaba llamada a ser un proveedor mundial de alimentos. Para que eso sucediera era necesario modernizar las actividades agropecuarias, industrializar el campo para agregar valor con innovación tecnológica. Durante el último gobierno de Perón, fue delegado del Ministerio de Economía en el directorio de la Junta Nacional de Carnes”, contó.
Un año después del golpe del ’76, Rodolfo hizo un cambio que marcó su vida profesional: se inscribió en el curso de Química Biológica Superior de la Fundación Campomar, dirigida por el ya Premio Nobel Luis Federico Leloir. “Tuvo un brillante desempeño en el curso y obtuvo una de las becas privadas que brindaba la familia Campomar para los mejores promedios. Inició su tesis doctoral y, entre el ‘78 y el ‘81, produjo seis artículos junto con Leloir sobre unas enzimas claves en la fisiología celular”, siguió Comerci.
Ya doctorado en Química en 1981, Ugalde partió junto a su esposa e hijos a Estados Unidos, donde hizo una estancia posdoctoral en el Departamento de Bacteriología de la Universidad de Wisconsisn-Madison. Ya en democracia, Ugalde volvió al país como investigador adjunto del CONICET en el laboratorio de Leloir y luego como investigador asociado en la Fundación Campomar.
“A mediados de los ochenta, ya establecida la que sería su nueva línea de investigación sobre los polisacáridos de rizobiales, Rodolfo participó en política científica y, a pedido de Raúl Alfonsín, entre 1985 y 1986 gesta la fundación de un instituto científico dedicado al desarrollo de ciencia y tecnología aplicada a la mejora de las actividades agropecuarias. Reflotó así el viejo proyecto de los setenta de modernizar al campo agregando tecnología de punta”, destacó Comerci.
“Vio venir la ingeniería genética, la nueva biotecnología y las posibilidades que podrían generar para el país”, contó Comerci, que además recordó cómo Ugalde convenció a varios becarixs e investigadorxs de sumarse a la gesta del IIB. “Querido Rolfi este tu legado y somos muchos los que lo mantenemos vivo con orgullo”, cerró emocionado (el relato completo puede leerse acá).
El último en hablar fue Oscar Ruiz, investigador del INTECH, quien destacó que “sin Rodolfo, el INTECH no existiría”. “La idea original de Alfonsín era llevar la Facultad de Agronomía y Veterinaria de La Plata al predio expropiado a la Armada. Ugalde sugirió la idea de hacer algo novedoso: biotecnología para el campo. No podía estar quieto sin construir y se sometió a un pequeño exilio desde la comodidad de Campomar para ir a buscar junto con otros lo que Alfonsín generaba con fondos de la presidencia, como un proyecto de desarrollo de Naciones Unidas”, contó Ruiz.
El investigador también recordó que el INTECH nació con seis oficinas dedicadas a la incubación de empresas, con una articulación público-privada ya presente desde su inauguración en 1989. “El ambiente era extremadamente conflictivo. César Milstein llegó a escribir una carta diciendo que Rodolfo era el director del consejo científico designado y fue la única voz en la Secretaría de Ciencia y Técnica. Hubo muchos candidatos que quisieron el lugar de Rodolfo”, contó.
Según Ruiz, “Rodolfo era un tipo que sabía manejar los tiempos políticos para las construcciones, que sabía de la resistencia y de las idas y vueltas”. Lo comparó con Marechal, de quien solía usar sus frases. “Sólo quien arriesga a los grandes fracasos puede obtener los grandes éxitos”.
Ruiz se refirió también a la etapa en la que se especuló con el cierre del INTECH. “Rodolfo comprometió a la comunidad, contó la situación, habló con todo el mundo sobre la importancia que tenía el Instituto para Chascomús y para su proyección de futuro. Incluso organizó una marcha”, contó. “Cuando yo estaba en el exterior, Rodolfo me decía ‘Mirá que van a pasar cosas bárbaras, cosas muy impresionantes. Tenés que volver’. No necesité que me lo dijera dos veces”.
Del homenaje también participaron la esposa, hijos y nietos de Rodolfo Ugalde.