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En una nueva edición del Día y Paro Internacional de Mujeres, conversamos con estudiantes, docentes, no docentes, egresadas e investigadoras de la UNSAM sobre cómo las transformó su paso por el ámbito universitario, al mismo tiempo que ellas lo enriquecen con sus saberes y experiencias, y continúan luchando desde cada uno de sus roles para ayudar a reducir las desigualdades de género que todavía persisten.
Por Nadia Luna y Vanina Lombardi
En la Argentina, el 61,3% del estudiantado universitario son mujeres. Sin embargo, cuando se pone la lupa a lo ancho y a lo alto del sistema, la diferencia se da vuelta. Según un informe de Chicas en Tecnología, las estudiantes no se distribuyen igual en todas las disciplinas: solo el 22,8% de quienes estudian carreras vinculadas al desarrollo tecnológico son mujeres. Mientras que los datos oficiales del ex Ministerio de Educación de la Nación relevaron en un informe presentado en 2023 que solo un 16% del total de rectorxs eran mujeres.
Para la población femenina del ámbito académico, la carrera universitaria está atravesada por numerosos obstáculos, representados por las distintas formas en que se manifiesta la desigualdad de género: desde barreras más “invisibles” o naturalizadas como techos y paredes de cristal, brecha salarial, un mayor peso de las tareas de cuidado, chistes misóginos y estereotipos de género; hasta cuestiones más tangibles como casos de acoso y violencia por el hecho de ser mujer.
Ante este panorama, la UNSAM implementó distintas políticas vinculadas a atender esos casos, como el “Protocolo para la Actuación en Situaciones de Discriminación por razones de Género y/o Violencia de Género”, que en diciembre cumple diez años. “Ese protocolo surgió principalmente como respuesta a un hecho lamentable que fue el doble femicidio de una estudiante de la Escuela de Humanidades y su madre. Y a partir de que también se habían recibido varias denuncias, se decidió, como respuesta, institucionalizar el espacio de género”, cuenta Ludmila Fredes, titular de la Dirección de Género y Diversidad Sexual de la UNSAM (ver entrevista completa acá).
Además del trabajo que se hace desde este espacio, estudiantes, docentes, no docentes, egresadas e investigadoras de la UNSAM tienen cosas para aportar a la comunidad universitaria: al mismo tiempo que adquieren conocimientos para su desempeño profesional, enriquecen el ámbito universitario con sus saberes y experiencias, a la vez que siguen luchando desde cada uno de sus roles para que esas desigualdades se reduzcan cada día un poco más.
Sabrina Piotti es estudiante de Sociología y cursó parte de su carrera en el CUSAM, el centro educativo que la UNSAM tiene desde 2008 en la Unidad Penal N°48, de José León Suárez. “La UNSAM es mi segunda casa, es mi herramienta para poder avanzar en lo que quiero”, afirma sin dudarlo. Cuando recuperó su libertad, empezó a trabajar como profesora de escritura y poesía en centros de rehabilitación y cárceles.
“La universidad me devolvió un poco de lo que me había sacado la vida. Porque ya no creía más en la vida, pero cuando ese bichito de la educación empieza a entrar en mi conciencia, me di cuenta que tenía muchas herramientas para adquirir y ayudar a muchas personas que están pasando por lo que yo pasé. La educación me devolvió la vida”, remarca Sabrina. También cuenta que las herramientas que va adquiriendo en la carrera, las aplica en su trabajo en el territorio, y que el día que reciba su título va a ser “la mujer más feliz”. “Me llena de orgullo saber en lo que me convertí, porque miro para atrás y no sabía que la educación me iba a dar tanto”, asegura.
La UNSAM también está presente en el territorio a través de la Escuela Secundaria Técnica (EST), que el año pasado festejó su primera década logrando cientos de nuevos egresadxs en los barrios de José León Suárez. Maru Gugliotti, presidenta del Centro de Estudiantes, dice que la escuela la transformó de manera positiva porque le permitió incorporar nuevos saberes. “La secundaria técnica UNSAM me da las herramientas para luego poder acceder a la universidad”, resume, al tiempo que considera que su aporte radica en poder expresar opiniones desde su mirada, dentro de los diversos espacios de intercambio que la universidad brinda.
Sofía Cavagnaro es estudiante avanzada de Biotecnología en la Escuela de Bio y Nanotecnología (EByN) y valora la experiencia que le da el solo hecho de habitar los pasillos, las aulas y cada rincón del campus Miguelete. “La universidad me abrió a un montón de ideas nuevas y me volvió mucho más empática. Todos los días conozco gente con experiencias y metas distintas que enriquecen muchísimo mi mirada sobre las cosas”, apunta.
Por su parte, Inés Mancini ha pasado por varios roles dentro de la UNSAM. Fue estudiante de posgrado en la Escuela IDAES y hoy es docente de la carrera de Antropología e investigadora del CONICET en esa escuela. “Estudiar, dar clases, investigar, son todas experiencias transformadoras. En particular, la antropología nos lleva a interrogar nuestras propias prácticas y eso nos transforma”, señala, a la vez que subraya que cuestionar los roles sociales es una oportunidad que modifica tanto a las y los alumnos, como a ella misma.
Otra que pasó por varios roles es Evelina Pacheco, ingeniera biomédica egresada de la Escuela de Ciencia y Tecnología (ECyT), ayudante de cátedra y próxima a comenzar su doctorado en el Laboratorio de Biomateriales, Biomecánica y Bioinstrumentación (Lab3Bio) del ITECA. Dice que a ella, la universidad le permitió adquirir conocimientos y habilidades para abordar problemáticas de salud actuales a partir de la aplicación de la ingeniería y hoy quiere transmitir eso mismo a sus estudiantes. “Mi objetivo es poder acompañarlos en su proceso de aprendizaje, brindándoles las herramientas necesarias para enfrentar sus próximos desafíos”, indica.
Marina Farinetti, docente e investigadora en las Escuelas de Humanidades (EH) y de Política y Gobierno (EPyG), coincide en esa vocación por la docencia: “La experiencia del aula es lo más enriquecedor que me sucede en la universidad”, afirma. También remarca que es uno de los pocos lugares institucionales donde se valora el diálogo y la generosidad. “Por más que haya jerarquías, la horizontalidad aparece si se trata de compartir conocimientos y elaborar proyectos de investigación”, asegura.
En tanto, Florencia Fares, egresó de la Licenciatura en Economía de la Escuela de Economía y Negocios (EEyN) en 2016 y, nueve años después, sigue vinculada a través de la docencia y la investigación. La palabra que más remarca cuando habla de los aportes de la universidad a su vida es “oportunidad”, ya que fue en ese marco que tuvo sus primeros pasos en el mundo del trabajo. Hoy es ella la que le retribuye a su manera. “Con participaciones en congresos y seminarios en otras universidades nacionales y extranjeras, aporto a la consolidación del área de investigación dentro de la universidad”, sostiene.
Por su parte, Gabriela Martinez, que desde hace casi 25 años se desempeña como no docente en UNSAM, destaca el aporte que hacen las mujeres y disidencias en las tareas de tutoría, ya sean académicas, médicas, nutricionales, deportivas y de violencia de género, entre otras. “Lxs no docentes construimos en comunidad y estoy muy orgullosa de eso, es un rasgo identitario nuestro”, sostiene Martinez y subraya: “lxs no docentes somos mayoritariamente mujeres y disidencias; y como reiteramos continuamente, somos lxs que sostenemos la diaria de las universidades públicas, lxs que abrimos y cerramos puertas, lxs que prendemos las luces, gestionamos títulos y hacemos todo lo que se ve, se toca y se escucha”.
Si bien en los últimos años se avanzó en la disminución de las desigualdades de género, todavía las mujeres que logran obtener sus títulos o acceder a cargos jerárquicos en sus trabajos siguen siendo menos que los varones. “El ámbito académico también está atravesado por desigualdades. Mientras las mujeres sigamos asumiendo la mayor carga de las tareas de cuidado en los hogares, seguiremos teniendo menos tiempo para el desarrollo académico y estaremos peor posicionadas para competir con los varones”, indica Mancini.
Piotti coincide con esta idea. Para ella, las mujeres tienen “un ritmo” diferente al de los varones, que pueden dedicarle más tiempo a la universidad, mientras que ellas deben repartirse entre el estudio, el cuidado de sus hijxs y el trabajo.
Los estereotipos de género colaboran en profundizar esas diferencias. Cuando Daiana Pereyra comenzó a estudiar la carrera de Órtesis y Prótesis en el Instituto de Ciencias de la Rehabilitación y el Movimiento (ICRM) de la UNSAM, tuvo que padecer cuestionamientos por sus elecciones. “Éramos como mucho 5 ó 6 mujeres y alguien me dijo que por qué no había ido a estudiar corte y confección. La verdad que eso me dio todo el empuje que necesitaba para darme cuenta que era ese mi lugar y nada ni nadie iba a cambiar mi convicción”, cuenta Pereyra, que hoy es docente y realiza tareas de rehabilitación en el Centro Asistencia Universitario.
Las chicas que estudian en la EST también deben enfrentar situaciones que las alejan de la posibilidad de terminar sus estudios, como atravesar algún embarazo adolescente y sufrir adicciones. “En mi opinión, la desigualdad va a estar siempre; es cuestión de cada una el rendirse o no, cada una lleva su situación de distintas maneras, pero siempre está la posibilidad de retomar los estudios”, reflexiona Gugliotti.
Por su parte, Pacheco, que es docente de Ingeniería Biomédica, explica que en esa carrera hay una gran presencia de estudiantes mujeres que logran concluir sus estudios, pero que eso es una excepción, especialmente cuando se compara con otras ramas de la ingeniería, tanto en la UNSAM como en otras universidades. “Aún falta mucho por hacer en términos de reconocimiento de las mujeres en el ámbito científico. Es fundamental continuar promoviendo la visibilidad de las mujeres en estos campos, ya que esto es clave para fomentar la creación de entornos académicos más equitativos”, sostiene.
Las desigualdades también continúan siendo evidentes en el ámbito laboral. Al respecto, Farinetti, que también es vicedirectora del Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas (LICH – UNSAM/CONICET), comenta que en la universidad se ha establecido la paridad de género para los cargos electivos, lo que demuestra “un gran indicio” de la autotransformación a la que se quiere llegar, pero considera que hay que seguir mejorando en lo humano. “Las nuevas reglas en el estatuto de la universidad son una apuesta para cuestionar la dominación que se presenta naturalizada pero que hace sufrir y descalifica de antemano”, afirma.
Los derechos y logros obtenidos, con distintos formatos de institucionalización, tras décadas de lucha están en tensión. En ese contexto, el #8M, Día y Paro Internacional de Mujeres, se convierte nuevamente en un momento clave para visibilizar inequidades. “No solo es un día de reivindicación de nuestros derechos, sino también una muestra de nuestra fuerza colectiva y de la esperanza que nos impulsa a seguir adelante”, subraya Pacheco.
En tanto, Fares agrega que para ella, es un buen momento para reflexionar sobre cómo mejorar las instituciones, revisar cómo está el ámbito laboral y ver qué se puede aportar para valorizar más el trabajo de las mujeres. Además, remarca que esto tendrá beneficios para toda la población. “Es un sinsentido pensar que una política de género es incompatible con las políticas de reducción de la pobreza, del aumento de la inclusión financiera o de potenciar el desarrollo productivo. Pensar las políticas públicas desde la perspectiva de género es un excelente camino para identificar a la población o a las empresas que tienen un enorme potencial para generar crecimiento y bienestar general”, explica.
“Es muy importante tener un lugar así, ante este contexto político en el que se ponen en riesgo los derechos de la comunidad, más que nada a las personas que no tienen muchos recursos”, considera Gugliotti. Finalmente, Cavagnaro destaca: “Este año, el #8M tiene que tener como objetivo afirmar los derechos adquiridos y demostrar que no vamos a permitir que los discursos dañinos tengan un efecto real sobre nuestras vidas y nuestros derechos”.