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¿Por qué aumentaron tanto los casos de dengue durante los últimos años? ¿Cómo prevenir un nuevo brote? ¿Es efectiva la vacuna? ¿Qué signos de alarma hay que tener en cuenta para evitar los casos graves? El director del Centro Infant de Medicina Traslacional de la UNSAM, junto con virólogos y epidemiólogos de la Escuela de Hábitat y Sostenibilidad, abordó estos y muchos otros interrogantes en torno a esta enfermedad endémica que nos preocupa a todos. Fue durante la jornada abierta “Dengue en foco: conocer, prevenir, vacunar”, que se llevó a cabo el 1 de octubre en el Campus Miguelete.
Se acerca el verano y, con el calor, reaparecen los mismos temores y dudas de los últimos años sobre cómo controlar un posible brote de dengue, una enfermedad viral zoonótica transmitida por el mosquito Aedes aegypti que, en el último tiempo, alcanzó cifras récord de casos en la región, donde hubo más de 9 millones de casos en la temporada 2023/2024, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En Argentina, en particular, se registraron alrededor de 700 mil casos.
“A partir de 1998 empiezan a ser cada vez más frecuentes e intensas las epidemias, hasta que en 2023, por primera vez, la enfermedad se volvió endémica en algunas provincias del norte de la Argentina. La pregunta es si lo seguirá siendo o si será intermitente”, advirtió Aníbal Carbajo, biólogo de la Escuela de Hábitat y Sostenibilidad (EHyS) de la UNSAM, que se dedica a estudiar el riesgo de dengue y la distribución de vectores en general.
Una enfermedad es endémica cuando la transmisión se da de manera continuada en un determinado territorio. En el caso del dengue, esto ocurrió recientemente en provincias en las que las temperaturas se mantienen elevadas durante todo el año, como Formosa y Chaco. Ese no es el caso de Buenos Aires, donde la transmisión de la enfermedad se inicia cuando alguna persona con el virus llega a la ciudad y es picada por un mosquito local. “El mosquito adulto es el que transmite la enfermedad al picar, pero no se encuentra presente durante el invierno en zonas templadas como Buenos Aires, y solo sus huevos sobreviven al frío”, aclaró Carbajo.
Entre las distintas especies de mosquitos que habitan en Buenos Aires, hay tres que pueden transmitir distintas enfermedades. Aedes aegypti es una de ellas. Las otras son las denominadas Culex pipiens, el mosquieto que típicamente zumba por las noches, y Aedes albifasciatus, que son los que forman nubes negras en los parques.
Así como cada especie tiene sus preferencias sobre dónde poner sus huevos, también tienen hábitos distintos”, explicó María Victoria Cardo, bióloga de la EHyS especializada en el estudio de mosquitos. “El vector del dengue puede alojar sus huevos en una multiplicidad de recipientes no tan evidentes y controlables, como desagües, tanques de agua y hasta plantas que juntan agua entre sus hojas. Además, en general, no suele volar más de 200 metros y está activo durante el día, no por las noches”.
Por eso, conocer las características de cada especie permite planificar estrategias de prevención y control más efectivas. Antes, las estrategias de prevención se centraban en el descacharreo y en tratar de eliminar al mosquito, pero con el aumento de casos, eso cambió. “Las últimas recomendaciones a nivel regional tienden a tratar de evitar la enfermedad grave antes que a eliminar los mosquitos, algo que es muy dificil de lograr”, destacó la bióloga Alejandra Rubio, investigadora de la EHyS, que trabaja en estrategias de control del mosquito Aedes aegypti de bajo impacto ambiental. “Las principales acciones contra el dengue hoy se orientan a reconocer los síntomas, aislar a los enfermos y proteger a las personas de su entorno mediante el uso de tules, mosquiteros y ropa amplia de colores claros, entre otras acciones conjuntas”.
“No hay tratamiento específico contra el virus, pero sí hay tratamientos sostenidos, por eso es importante la detección precoz y la intervención temprana”, advirtió el médico Mauricio Caballero, pediatra del Centro Infant de Medicina Traslacional (CIMeT) de la UNSAM, y afirmó que la mayoría de los casos de dengue son asintomáticos o leves, y que solo un pequeño porcentaje de los casos se convierte en enfermedad grave que puede derivar en la muerte de los pacientes. “El 60 % de las infecciones de dengue no desarrollan la enfermedad y el 40 % que sí la desarrolla lo hace en dos etapas: la fase febril y la de recuperación o fase crítica”, puntualizó.
Los síntomas de dengue que pueden aparecer son fiebre, dolor de cabeza (detras de los ojos), sarpullido, dolor muscular y articular muy fuerte, nauseas o vómitos, diarrea y agrandamiento de ganglios linfáticos. En la fase crítica, puede presentarse dificultad respiratoria por aumento de líquidos y sangrados espontáneos a nivel cutaneo, así como sangrado de encías, de nariz y en heces. “Si esto no se detiene, puede pasar a la fase de shock, que, en algunas casos, lleva a la muerte”, advirtió Caballero y dijo que “la vacunación es fundamental para prevenir fromas graves de la enfermedad”.
El dengue es transmitido cuando el mosquito pica a una persona con el virus, desde dos días antes de que desarrolle síntomas hasta dos días después de que la fiebre remita. Luego, puede transmitir la enfermedad a otras personas al picarlas, por un lapso que puede durar de 4 a 14 días. Por eso, aunque el virus no se transmite de persona a persona, es importante que las personas en su etapa virémica eviten ser picadas por mosquitos y estén atentas a los signos de alarma.
Otra de las estrategias que se están implementando y sobre las cuales han circulado muchas noticias en los últimos días es la vacunación para ciertos grupos etarios, en distintos lugares del país. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se comenzó a vacunar el 30 de septiembre a adolescentes de entre 15 y 19 años; luego se habilitará la inscripción para jóvenes de 20 a 29 años y, por último, para adultos de 30 a 39 años, independientemente de si hubieran tenido la enfermedad antes o no. La provincia de Buenos Aires, por su parte, tiene un esquema de vacunación sugerido que está dirigido a personas de entre 15 y 59 años que hayan cursado la enfermedad el año pasado, para evitar una reinfección que pueda ser grave.
Al respecto, Juan Manuel Castelli, especialista en enfermedades infecciosas del Hub de Innovación en Políticas de Salud y Equidad de UNSAM, detalló que la vacuna que se está aplicando en el país es tetravalente (es decir, que cubre los cuatro serotipos del virus que circulan) de virus atenuado. Se trata de dos dosis de aplicación por inyección subcutanea que han demostrado ser seguras y eficaces. “Tiene una eficacia alta, superior al 80 %, por al menos cinco años y no ha mostrado tener efectos adversos graves”, aseguró el especialista, que advirtió que si bien las recomendaciones de la OMS sugieren comenzar a vacunar a los más jóvenes, esa estrategia puede ser efectiva cuando se trata de una vacunación masiva y sostenida en el tiempo. En Argentina, en cambio, los esquemas de vacunación varían según las distintas provincias y, por el momento, la cantidad de dosis son limitadas. Por eso, “la prioridad debería ser para adultos y personas de riesgo, para evitar que desarrollen la enfermedad grave”.