Inés Yujnovsky*

Las diversas aristas de la renovación historiográfica que impulsó el retorno de la democracia en 1983, junto al regreso de numerosos investigadores del exilio, la puesta en marcha de las instituciones científico tecnológicas y el optimismo reinante no se vieron reflejadas en un campo más específico como el de la comprensión de las imágenes en clave histórica. La cultura visual era analizada por las y los historiadores del arte, que dan prioridad a los aspectos artísticos. Recién hacia los primeros años del 2000, lo que en ese momento se denominaba el uso de las imágenes como documento histórico, dejó de verse con malos ojos y se fue aceptando la importancia de la visualidad como objeto de estudio de la historia. La traducción de algunos libros seminales, la publicación de artículos en revistas de historia y los intercambios en congresos fueron dando lugar al fortalecimiento de un área que actualmente se ha consolidado. La fotografía, el cine, las caricaturas, la cartografía, las revistas ilustradas e incluso diversos objetos materiales forman parte de la agenda actual que muestra la importancia de lo visual en las representaciones, en la construcción del conocimiento, en la memoria social, en la ciudadanía y por qué no en las disputas discursivas de la historia democrática de estos cuarenta años.

*Docente de Historia e investigadora del LICH-EH.

40 años de Democracia y las Humanidades

Esta nota forma parte de una serie de reflexiones impulsadas desde la Escuela de Humanidades con motivo de los 40 años de democracia. 

Podés leer todas las notas publicadas hasta el momento haciendo click acá.

Cultura visual, Democracia40EH, historia, memoria social, renovación historiográfica