Escuela de Humanidades, LICH - Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas
En la semana del Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras, Marina Farinetti, vicedirectora del Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas de la Escuela de Humanidades, propone pensar sobre las personas que trabajan y las que no, la situación de exclusión creciente del acceso a un empleo bien remunerado, el rol de los movimientos sociales, las nuevas condiciones laborales y la precarización ligada a la economía de plataformas.
La semana del Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras nos convoca a pensar en varias cuestiones acuciantes que tienen que ver con las formas en que organizamos como sociedad las labores que realizamos.
“>Trabajo” es una palabra antigua a partir de la cual las civilizaciones designan ampliamente una actividad concebida con esfuerzo. Es más amplia que empleo, palabra que usamos para designar un trabajo remunerado con un salario. Entonces, cabe preguntarse quiénes
son hoy los trabajadores y las trabajadoras: muchos más que los que tienen un empleo formal. Me parece que el Día de los Trabajadores y las Trabajadoras debería ser inclusivo y abrazar también a quienes buscan trabajo y no lo encuentran bajo las condiciones actuales. En esta efeméride se integran las luchas por el derecho a trabajar y por sostener una vida digna.
Trabajar es un derecho cada vez más relevante y limitado. Es evidente la necesidad de reconstrucción de sus bases conceptuales y condiciones prácticas en una situación de exclusión creciente del acceso a un empleo bien remunerado. Franjas cada vez más amplias de la sociedad, especialmente en la juventud, claman por ser cobijadas bajo este derecho. Dado el aumento de la informalidad y la precarización, el acceso al empleo no implica el acceso a derechos.
Las feministas, por su parte, desde hace tiempo bregan por renovar las visiones sobre el trabajo en el hogar y las funciones de cuidado en la sociedad. Han forjado una revolución conceptual para ampliar el mundo del trabajo más allá del empleo y por obtener ingresos por trabajos invisibilizados y no remunerados de las mujeres.
Actualmente, los movimientos sociales hacen mucho para que se reconozca el trabajo social,fuera del empleo, entre la economía comunitaria y el Estado. Estas luchas son cruciales para la integración, que no debe entenderse solamente en términos de supervivencia sino en términos de reconocimiento del valor de la contribución que ese trabajo hace a la sociedad toda.
Pero si el desempleo es vivido como estigma y desvalorización subjetiva de la persona, el trabajo hace sentir su presión moral sobre la conciencia. Por lo que es urgente considerar que en condiciones de crisis del empleo, los sujetos necesitan revalorar el trabajo.
Además es crucial tener en cuenta que actualmente hay fuertes tendencias al cambio en las formas del trabajo remunerado. La pandemia aceleró la extensión de la modalidad home office y el fenómeno de “nómades digitales”, experiencias de fusión entre el hogar y la oficina.
Esto se suma a que cada vez más hay empleos de última generación que no entran en las regulaciones estatales tradicionales, por lo que no permiten el acceso a derechos laborales consagrados. Son el sector emergente de las plataformasque se destaca por sus altos niveles de precarización laboral.
Sin dudas, hoy el trabajo está puesto en cuestión por los cambios tecnológicos. Las máquinas reemplazan en buena medida el trabajo humano manual e intelectual. Especialistas pronostican un futuro sin trabajo, no solo sin empleo. Ésta es otra dimensión a la que debemos prestar atención de manera crítica.
Hoy resulta más que pertinente recordar el artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que establece que “1)Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. 2) Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. 3) Toda persona tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. 4) Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”.
El 1 de mayo es un día de festejo de todas las luchas de los trabajadores y las trabajadoras por el acceso a derechos y la abolición de la explotación. Pero también, en las condiciones actuales, es una invitación a celebrar una imaginación intelectual y práctica que no puede quedar atrapada en generalizaciones de tonos sombríos y resignados sobre el futuro del trabajo.
derechos laborales, Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras, precarización laboral, trabajadores de plataformas