A partir del reciente informe del Programa de Capacitación y Estudios sobre el Trabajo y el Desarrollo (CETyD), titulado: “Empezar por los últimos, seguir por los anteúltimos”, se abre nuevamente la discusión y el interrogante en torno de las previsiones que rodean el futuro del trabajo. Entre la variedad de preguntas que aborda el documento, surge la tensión de convertir los planes sociales en empleo y la capacidad del sector privado de absorber tanto a los beneficiarios de programas como a los millones de trabajadores que hoy se desempeñan en la precariedad.

Matías Maito, director del CETyD, profundiza la mirada sobre uno de los espacios de la población que se ha considerado fuertemente afectado en la última década: “Esa caracterización que nosotros llamamos los anteúltimos es un intento por poner el foco sobre un sector que al momento ha permanecido invisibilizado y que atraviesa una situación complicada. Son trabajadores de hogares pobres o que se encuentran apenas por encima de la línea de pobreza. Durante los últimos años se han visto perjudicados por un proceso de empobrecimiento, que ameritaría una atención particular e intensa por parte del Estado, ya que ni siquiera tienen la intervención de las organizaciones sociales”.

A modo de cierre, entre las consideraciones particulares que atañen a un mundo laboral fragmentado, Maito retoma la posibilidad de replantear ciertos “modelos de organizaciones sindicales que buscan incorporar a los trabajadores que se encuentran por fuera de la formalidad”, destacando la necesidad de encontrar una nueva institucionalidad para una clase muy disímil en comparación a sus últimos 50 años.

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